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Del todo en inglés a tener los mejores doblajes

Una de voces...
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Aunque parezca mentira, hubo una época en la que lo extraño era ver un videojuego en castellano. Para más inri, a esta rara avis ni siquiera se subían las compañías españolas, siempre publicando en el idioma de Shakespeare con la esperanza de que eso facilitara el acceso de sus productos al público anglosajón. Claro está que, salvo excepciones, vivíamos en una época donde lo más que se podía leer en un juego era 'score' y 'game over'...

 

 

Pero las cosas fueron cambiando, como no podía ser de otra forma. A principios de los noventa, nuestros vecinos franceses fueron los que, en muchas de sus producciones, permitían elegir el idioma de sus lanzamientos, por parco que fuera el título en lo que a lenguaje se refiere. Empresas como Infogrames, Loriciels o Microids fueron bastante consecuentes con el malestar provocado por las diferentes barreras idiomáticas, y su aportación en este sentido se hizo de agradecer. No obstante, el asunto comenzó a generalizarse gracias al advenimiento de las aventuras gráficas, género que entró bastante tarde en nuestro país pero que, gracias a Erbe Software y a la distribución que hicieron de los títulos de LucasArts, se pudo ir asentando eso de localizar videojuegos al castellano.

 

 

El español es animal de costumbres, y rápidamente nos hicimos con eso de que todos los programas lanzados en nuestro país debían estar en la lengua de Cervantes... y la verdad es que no hay razonamiento más coherente. De ahí que se llegó a un momento en el que cualquier videojuego que saliera en inglés era rápidamente rechazado por el gran público, medida que por otro lado fue contraproducente de cara a que determinadas joyas provenientes de estudios más pequeños (incapaces de poder pagarse una traducción en condiciones) cayeran en el limbo de los olvidados para el españolito de a pie. Hasta un grande de Lucasfilm como Zack McKracken se quedó en tierra de nadie, sin traducirse. Pero con el paso de los años, incluso las distribuidoras salvaban el cuello de estas productoras, con políticas de localización que abarcaban a propios y extraños dentro de su red de empresas.

 

 

La llegada del CD a los videojuegos hizo que estos se llenaran de música digital y voces que dejaban de estar sintetizadas para pasar a un formato de audio que aprovechaba las capacidades de los nuevos soportes. Por supuesto que durante muchos años tuvimos que tragarnos muchos de estos juegos multimedia en inglés, dada también la dificultad para los publishers del país de meterle mano al código grabado en un CD-Rom. Algo que, por supuesto, se acabaría también solucionando el paso del tiempo, con una España que refutaría cada vez más su posición de potencia en lo que a ventas se refiere. Y aún así, nos comimos cosas sin voces -solo texto- como Final Fantasy VII, cuya traducción era de cárcel y cadena perpetua.

 

 

Y nos volvimos sibaritas. Hasta el punto de que nos llega un magnífico Broken Sword, con voces más que decentes en español, y nos llama la atención el doblaje del protagonista, ciertamente particular, algo monocorde... pero hasta cierto punto adecuada para el juego. Lo malo es que esa voz, la voz de Tomás Rubio, comienza a multiplicarse en una gran mayoría de los lanzamientos que se van sucediendo durante la, llamémosle, era PlayStation, para extenderse durante años y años, en una situación en la que la privilegiada posición del señor Rubio dentro de los estudios de doblaje le hacía asignarse los mejores papeles y asignarse a sí mismo los takes de más de un personaje en una misma obra, prácticas absolutamente desleales. Detalles feos, qué duda cabe, pero peor lo teníamos los que nos tragábamos su soniquete nasal en Doom 3, algunos Legacy of Kain, Max Payne 2 o, más recientemente, en Section 8.

 

 

Por suerte, esa situación se revirtió, ya no solo porque los juegos en los que intervenía como protagonista quedaban en muy mal lugar, sino porque hizo méritos para que fuese despedido de la empresa Synthesis Iberia. Tras esto, y después de soportar también el polémico asunto del 'castellano neutro' de Halo 2, con mejores o peores voces, la situación pareció estabilizarse, con las grandes empresas sitas en España buscando los mejores actores de doblaje para cada ocasión. Así daba gusto escuchar lo que se oía en cualquier juego de Electronic Arts, Ubisoft o FX Interactive (aunque las grandes firmas japonesas seguían sin subirse al barco), como si volviéramos por los fueros de aquel Metal Gear Solid que hiciera aún más grande Alfonso Vallés. Sólo había que escuchar cómo se había localizado al castellano Uncharted, el segundo Kingdom Hearts, cualquier Call of Duty...

 

 

Un par de buenos y recientes ejemplos los tenemos en Resident Evil 6 -con una Capcom que después de Revelations también se ha subido al barco- y Assassin's Creed 3, buen y reciente ejemplo, con actores como Lorenzo Beteta (Mulder en Expediente X, Jack en Perdidos) e Iván Muelas (Fry en Futurama, voz habitual de Will Smith) haciendo respectivamente de los personajes protagonistas. Un nivel alucinante del que podemos estar bien contentos. Pero aún así, siempre hay estudios o productoras que, vayan ustedes a saber por qué, tiran de lo barato y de lo ruin, de voces a todas luces impropias para el mundo del doblaje y que transforman una obra en la parodia de lo que es. Tal vez el ejemplo más sangrante sea el de Age of Pirates... contempladlo, que no tiene desperdicio.

 

 

Tampoco dejemos de lado el de Iron Man 2 o la chica de la última entrega de Out Run... pecaminoso a más no poder. Termino el presente texto con nuestro amigo Tony Stark, porque es para llorar que en pleno siglo XXI salga un juego con este... este doblaje.

 


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