Del odio al amor: Redescubriendo Deadly Premonition
Ay, el amor en primavera... El corazón se acelera, las angustias se acrecentan... Cada pequeña sonrisa es una carcajada y cada espera, un infierno. Lo reconozco, esta primavera me ha dado fuerte y estoy enamorado, Su nombre es Francis York Morgan aunque puedes llamarle York. Todo el mundo lo hace.
En el filo de la obra maestra y la desgracia
Lo reconozco, conocí a York hace ya unos añitos. Vino vestido con su traje de agente especial del FBI en Xbox 360, y ni sus alardes ni su levantamiento de ceja consiguieron convencerme. Demasiado píxel, demasiado tosco... Tras una hora de juego, las posibilidades y el pésimo control me abrumaron y terminé dejándolo. Me dio pena, porque el juego apuntaba maneras, pero no quería volver a perderme en un universo japonés contado en días, en horas y minutos. Y por ello, sintiendolo mucho, le dije adios...
...
...¿Lo recuerdas, Zach?
El miércoles, sin embargo, me quedé sin juegos. A falta de ganas de construir un texto con el tema estrella -'eh, tíos, Bloodborne se mueve con botones' 'eh, tíos, Bloodborne es un videojuego' o 'Eh, tíos, Bloodborne rima con persiana... Bueno en verdad no'- decidí darle una nueva oportunidad a ese Deadly Premonition Director's Cut que me había descargado en Playstation 3 cuando lo pusieron gratis en el plus hace dos meses.
Encendí la consola....
Superé el primer momento shooter...
Y cuando quise darme cuenta, había caído enamorado a los pies de Hidetaka 'Swery67' Suehiro.
¿Recuerdas el nombre de aquella película, Zach?
Deadly Premonition Director's Cut es canela fina. Es canela fina porque reune en un sólo juego todo lo bueno que tiene Killer 7, No More Heroes y la serie de televisión Twin Peaks. Todo esto es obvio y no necesita mayor presentación, pero es que eso no es todo. Aunque la obra de Sweary parezca el hijo bastardo de David Lynch y Suda 51, en su herencia genética se oculta más, mucho más de lo que puede apreciarse a simple vista.
La obra de Sweary es Lynch y Suda, pero también es el Ridley Scott de Blade Runner en esos momentos en los que un cigarrillo es el único compañero de nuestro York en sus elucubraciones a lo Deckkard, también es Doyle -o Moffat y Gatiss, si lo preferís-, cuando York se pone en modo Holmes a sacar conclusiones y demostrar su falta de afecto por los usos y las normas sociales, y tambén es Ian Fleming cuando trata de seducir a las féminas de su alrededor al más puro estilo York, Francis York -aunque puedas llamarlo York. Todo el mundo lo hace-.
Deadly Premonition Director's Cut es un zas en toda la boca a los que piensan que no se puede contar una buena historia a modo de videojuego. Es una serie televisiva en formato jugable, un producto digno de la HBO o la BBC, y en su argumento un poco manido se ocultan lo maravilloso y lo extraño envuelto en unos diálogos que son dignos de llevarse un Óscar al que ni Tarantino podría optar.
Pero el juego es feo
Pues sí, y yo también, y no por eso soy menos persona. He hablado muchas veces con una amiga a este respecto -amiga a la que le debo haber redescubierto al agente York, ¿verdad, Zach?- y siempre hemos llegado a la conclusión de que hay cosas que sólo pueden mostrarse desde lo feo y lo antiguo, pues en manos de supergráficos y megatecnología perderían toda su gracia.
¿Recordáis Almacén 13, Expediente X, Misterio para Tres o, por supuesto, Twin Peaks? Tenían algo diferente en su forma tosca de mostrar las cosas. Desde el alce de la habitación de Dale Cooper hasta esa X mal pintada en el despacho de Fox Mulder. Desde el Fansworth cuasi steam punk de Arti hasta el polvo del despacho del Anticuario. Ese aire cutre que conecta, que hace que seas tú quien ponga los detalles que falten a la narración para darle el punto que le falta y hacerlo a tu gusto, convirtiendo así la historia en parte intrínseca de ti.
Deadly Premonition Director's Cut mola. Mola, y no lo hace 'pese a ser feo', sino que en parte lo hace 'porque es feo'. Y ojalá hubiera habido más juegos feos en el catálogo de Playstation 3 y Xbox 360. ¿Por qué? Pues porque la obra de Sweary no es sólo una gran historia con una narración impresionante, sino que además es un gran juego intelectual con posibilidades tan remotas y brillantes que no quiero destriparos ni una sola para que lleguéis vírgenes a su desarrollo. Sólo así comprobaréis la magia de éste título, con un sentimiento de sorpresa y estupefacción que oculta, en la confusión del 'no puedo creerme lo que está pasando', gran parte de su maravillosa magia. Creedme, me lo ha dicho el café de esta mañana.
¡Nos leemos, Zach!
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