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¿Deberían cobrar los youtubers por hablar de un juego?

Mismo precio, distinta calidad
Por Rafa del Río

Hace cosa de un año analicé Nihilumbra. IGN España me había propuesto poner mis análisis de títulos indies en su página y me dijeron que los de BeautiFun se ofrecían a darme una copia de su juego para mi siguiente análisis sin ningún compromiso. De hecho acabé comprándolo en lugar de aceptar la copia para analizarlo sin deberles nada. Es lo más parecido a una actividad promocional que he hecho nunca como youtuber y estoy a punto de cumplir los dos años en esta plataforma. Quizá nadie me haya contactado porque tengo muy mal humor y un ojo demasiado crítico. Puede que sea porque no aúno los cientos de miles de subscriptores que mueven masas y aumentan las ventas de forma exponencial. Probablemente sea eso. Pero de vez en cuando miro al cielo y me pregunto: si me lo ofrecieran analizar o hablar de un título y además me pagasen por ello ¿lo haría?

 

Claro que sí ¿qué os habéis creído? No se vive del aire.

 

Tonterías y fantasías estúpidas aparte, esto de los youtubers cobrando por parte de los estudios lleva comentándose últimamente en ciertos círculos de la prensa. Quizá el medio más insistente sea Gamasutra, que tiene una plétora de artículos muy recomendables sobre el rol y la ética de los youtubers en el contexto de los videojuegos. Ya he hablado unas cuantas veces sobre lo que no sabría si denominar “competencia”, “colegas”, “compatriotas” o simplemente “esos de ahí”, pero ahora que Yogscast ha dado un paso más y se ofrece a cubrir ciertos títulos en series de let’s play a cambio de quedarse con una parte de los ingresos de ventas durante un mes, me gustaría hablar un poco al respecto.

 

El susodicho canal es uno de los más importantes a nivel internacional en lo que se refiere a vídeos de gameplay y uno de los pioneros de la forma, mientras que la iniciativa en cuestión se ha denominado “YogDiscovery”. En un principio el canal empezará cubriendo el título Space Engineers, pero en el futuro están abiertos a otras sugerencias. Ellos dejan muy claro que el hecho de recibir parte de los ingresos del juego no alterará su percepción del mismo y lo tratarán como harían con cualquier otra obra, pero en cualquier caso ¿es justo que estén cobrando por ello?

 

Toca cruzar los dedos

 

Los youtubers son máquinas de promoción. Incluso aquellos más críticos y honestos lo son de alguna forma. Definen qué se lleva, qué se juega, qué llama la atención. Los youtubers más grandes, aquellos que mueven millones de subscriptores, causan una onda expansiva que se traduce en otros youtubers copiando sus tendencias y jugando a sus títulos para así llamar más la atención y crecer en popularidad. Un solo vídeo de un youtuber famoso recibe más visitas que muchas páginas especializadas en todo un mes. Además de esto los youtubers tienen algo de lo que las páginas carecen: fans. No estoy diciendo que la gente vague de un lado a otro sin criterio; cada uno tiene sus medios favoritos a los que acudir para ver qué pasa con el mundo. Pero los youtubers son personas que las más de las veces se muestran en toda su imperfección ante sus espectadores. Hablan con ellos, tratan con ellos. Generan una suerte de aura que causa que la gente no sólo se suscriba a ellos sino que les siga. Ahí tenéis a los infames niños rata, que no son sino una rama más radical de los fans.

 

Un medio puede decir que un título es bueno y le dará credibilidad, pero suena más frío que un youtuber gritando con pasión y mostrando lo claramente divertido que es ese mismo videojuego. Su patrocinio tiene más potencial. El patrocinio es algo habitual: los jugadores de fútbol aparecen en anuncios de camisetas, los actores se perfuman delante de las cámaras y un largo etcétera. Sin embargo hay una brusca diferencia que los separa de YouTube: cuando ves a Beckham en un anuncio de perfumes al ritmo de Power, queda muy claro que le han pagado para ofrecer sus seductores abdominales al servicio de la marca. Si Joaquín Reyes está haciendo animaciones para Mixta, pues será porque le han contratado para ello. Pero ElRubius subió un vídeo a su canal en el que molestaba a los dependientes de un Domino’s Pizza y, a menos que hicieras click en el link que había tras “detrás de las cámaras” en el fondo de la descripción, no sabrías que ese vídeo está, en efecto, patrocinado. Del mismo modo, TotalBiscuit subió vídeos de Guns of Icarus Online como parte de una campaña, pero la única forma de saberlo sería buscando dentro de la descripción.

 

Con los medios es más fácil de ver: simplemente fijaos en los anuncios que rodean las páginas. Generalmente son un indicativo de quién está soltando dinero y dan pie para sacar conclusiones y paranoias varias. Pero esto no es algo habitual con los youtubers. Aquí es cuando entra la Comisión Federal de Comercio (FTC), un organismo estadounidense encargado de regular las comunicaciones. Según la FTC, siempre que se pague a alguien para que hable de un producto, esto se debe dejar claro de forma “inevitable para el espectador”, lo cual viene a significar que en algún punto del vídeo se tiene que decir abiertamente algo sobre las líneas de “oye, me están untando para que haga este vídeo”. Quizá no con esas palabras, pero es un ejemplo.

 

Ahora ¿es justo que les paguen incluso si aclaran que les están pagando? Según qué, según cómo. YogDiscovery, aunque a primera vista pueda parecer una iniciativa noble, tiene su lado sombrío ¿Y si un estudio ofrece su juego, es un fracaso comercial y además tiene que dar la mitad de sus escasos ingresos al canal por susodicha campaña? En el mejor de los casos los ingresos compensan con mucho ese corte, pero no siempre se tiene el siguiente hit entre manos. A veces se tiene un juego de nicho que carece de vías de promoción ¿sería correcto que los youtubers exigieran siempre un pago incluso si el juego estuviera hecho por gente que no puede permitirse apenas poner comida sobre sus mesas? Cada situación es única, pero mirando a grandes rasgos puede verse como una forma potencial de convertirlo todo en un concurso de popularidad aún más exagerado, de la búsqueda desesperada no de ese juego que pueda ser interesante, sino aquél que pueda darme dinero a corto plazo.

 

Nos íbamos a divertir con este

 

Pero por otra parte, los youtubers tienen que comer.

 

Conocí una vez a un youtuber que tenía, entre dos canales con un total de 400.000 subscriptores aproximados, un sueldo mensual de entre 500 y 600 euros. Sobra decir que alcanzar semejante cifra es muy difícil, pero él seguía adelante gracias a las campañas promocionales. PewDiePie cobrará 4 millones al año, pero no todos tenemos casi 30 millones de subscriptores. Creo que ya lo he dicho en otra ocasión, pero con casi 13.000 subscriptores mi sueldo de youtuber es de apenas 20 libras al mes.

 

En cualquier caso, se está siendo deshonesto con tu público si no aclaras que te están pagando por hacer un vídeo. Esto no se debe a que lo diga la FTC, que es un organismo que sólo opera en los EE. UU., sino al simple hecho de que ya que tienes algo que se puede definir como fans, que te siguen por tu carisma y te toman como modelo, lo menos que puedes hacer es decirles la verdad. Aunque te estén pagando para hablar con total libertad, es un dato notable que la gente merece saber ¿por qué has escogido ese tema? ¿Por qué hablas tanto de ese juego? TotalBiscuit ha declarado que, de ahora en adelante, explicitará en sus vídeos cuándo le están pagando para hacer promoción de determinado título y esa me parece la vía correcta. Deja que tu público tenga todos los datos y, desde ahí, que saquen sus propias conclusiones.

 

¿Pero entonces los youtubers deberían cobrar o exigir un pago para hablar de un videojuego? Aunque es comprensible por su rol como promotores y puede dar excelentes resultados, en ningún caso esta debería ser la base. Limitar la cobertura de un juego a quién puede pagar más es una forma fría y desalmada de ver los videojuegos. Se tiene que sacar dinero de alguna parte, pero el momento en que tomas un trabajo como es ponerte delante de una cámara para dar tu opinión sobre algo o simplemente disfrutarlo y lo conviertes en una rutina para ver cuánto dinero puedes ganar, entonces pierde todo el sentido. Es un insulto a la propia plataforma, no porque YouTube sea un hobby sino porque, al igual que un artista o un periodista, nunca se debe caer en el pecado de ver este trabajo como meramente una vía de ingresos. Ahí es donde se traza la línea.


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