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Deadly Premonition, la excentricidad llega a PS3

Entre el fraude y la genialidad
Por Raúl Rosso

¿Qué es un videojuego de culto? Con los años parece existir un patrón entre la disparidad de opiniones de un producto y su ensalzamiento hasta título referenciado para la posteridad. Con Deadly Premonition uno no sabía si reír o llorar y tan solo se podía apreciar y disfrutar si uno entraba en el juego de intencionada mediocridad como si de una película de la Troma se tratase. La obra de Hidetaka “Swery” Suehiro y su estudio Access Games llegó a Europa tan solo en su versión para Xbox 360 varios meses después de su lanzamiento en marzo de 2010, aunque acaba de confirmarse que también lo hará para PS3 a principios del próximo año.

 

Deadly Premonition Director’s Cut incluirá contenido adicional con respecto al original, además de mejoras en el infumable control y apartado gráfico, lo cual me hace preguntar si realmente esa cutrez era intencionada y no una autoimposición por la escasez de recursos dado el interés por maquillar tales defectos. De hecho, el embrión del juego nació en la generación anterior con un título de PS2 que tuvo que trasladarse a su predecesora ante los continuos retrasos. A saber.

 

La analogía más explicativa y evidente es la de comparar el juego con la serie Twin Peaks. De primeras por la similitud en la ambientación y el concepto: un defensor de la ley tocado de la cabeza que llega a un recóndito y aislado pueblo alpino norteamericano para resolver el asesinato de una joven inocente. Si disfrutaron con las andanzas del perturbado agente Cooper, las excentricidades y los enanos en habitaciones rojas están de enhorabuena. Aquí lo que se buscó era la irreverencia más lynchiana, donde las rebuscadas interpretaciones audiovisuales se entremezclan con un incómodo y excitante absurdo.

 

Les hablo de poder utilizar los limpiaparabrisas de un vehículo cuando nos subimos o comprarnos una corbata bonita porque sí, de la necesidad de asearnos en el juego para no oler mal, de los sinsentidos argumentales y giros estrafalarios protagonizados por personajes que no hay por donde coger. ¿Genialidad o un quiero y no puedo referencial? Ahí está la gracia del asunto, en no saber discernir entre una cosa y otra.

 

 

Uno juega a Deadly Premonition y ese sandbox costumbrista que se desarrolla en tiempo real y que se alterna con deleznables pasajes de survival horror juega con nuestra concepción de la realidad. Y la realidad es que, cutre o no, el título genera un irrefrenable interés por avanzar, ya sea por ver hasta qué punto ha llegado Suehiro con tanta chaladura o si realmente esto lleva a alguna parte.

 

Juego de culto. Juego para cultos. De tonterías y sambenitos está el mundo lleno. Que un título resulte diferente y terriblemente arriesgado no es óbice para que se ensalce como una obra clave de una generación. Lo que está fuera de toda duda es que hay que premiar y aplaudir la originalidad, e independientemente de sus posibles limitaciones, saber disfrutar de un producto que se aleja de los cada vez más trillados caminos inescrutables del medio.


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