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David Cage dispara con bala

No deja títere con cabeza: prensa, público, industria
Por Jaume Esteve Gutiérrez

Jugosas declaraciones de David Cage en la convención D.I.C.E. A su habitual discurso contra la secuelitis no ha dudado en culpar a todos los sectores del videojuego (prensa, público, estudios) de las males que lo aquejan.

 

Todos sabemos que el Cage es amigo de granjearse odios viscerales con sus declaraciones. Es una especie de Molyneux más destroyer y cuyos juegos sufren en sus valoraciones más por la opinión que la prensa tiene de él que por sus trabajos en sí. El responsable de Quantic Dream, en el punto de mira en los últimos meses desde que se desvelara que trabaja en Beyond, ha hablado sobre los retos a los que se enfrenta la industria en el futuro y ha apuntado varias ideas interesantes.

 

 

Quizás la más jugosa y la que, a juicio personal, es más laboriosa, es la de romper el vacío generacional entre la generación que ya ha crecido con un mando en sus manos y la que todavía lo ve como un elemento ajeno. Cage dice que hay potencial para llevar el videojuego a nuestros padres y a nuestros abuelos más allá del Brain Training de turno, que se pueden contar historias que les interesen pero, sinceramente, creo que esa es una batalla perdida y que el videojuego se asentará como medio dominante cuando, dentro de veinte años, la generación que vio nacerlo sea la que esté a un paso de jubilarse.

 

Sí que creo que hay una batalla que pelear en la relación entre la prensa y el medio. Cage dispara con bala cuando asegura que debería dejarse de una vez la puntuación de aspectos técnicos para centrarse en análisis que aborden el juego desde el rigor y la intención de transmitir una visión de conjunto al usuario. Si bien creo que en este último punto se ha avanzado mucho en los últimos años, todavía nos queda un trecho para superar la absurda política de las notas, esa que asegura que un siete es un suspenso.

 

Y aunque Cage también culpa a los usuarios del actual panorama de juegos de tiros y secuelas a mansalva, no creo que el gran público tenga la culpa de ello. «Comprar un juego es como depositar un voto en unas elecciones», razona. El problema, a nuestro entender, no es que exista una oferta de grandes superproducciones. Si nos vamos al cine, ese medio con el que siempre busca lazos de unión, la cantidad de blockbusters al año es considerable, pero la industria del cine también se mueve gracias al cine de autor y al cine de género, dos ámbitos que en el videojuego actual son extremadamente minoritarios.

 

 

En su ferviente aspiración por estrechar lazos con Hollywood, creo que Cage se equivoca. No porque, como él dice, «hay que explorar otros temas más allá de la violencia como la política o las relaciones interpersonales», sino porque el videojuego tiene un lenguaje propio que no necesita del cine para desarrollarse en todo su esplendor. Pero en ese argumento que asegura que está cansado de que sólo se explote la vía de la violencia, no puedo  hacer otra cosa que darle la razón.

 

Claro que existe más oferta, pero si echamos un vistazo a los AAA de los últimos años para las grandes consolas nos encontramos con un puñado de títulos cuya mecánica es siempre la misma: pon un arma en tus manos y acaba con todo bicho viviente. Quizá por ahí podamos construir el cambio...


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