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Cyberpunk 2077, el crunch en la industria y la hipocresía del medio

Inútil pero refrescante
Por Rafa del Río

Cyberpunk 2077 sigue siendo noticia tras anunciar el retraso de su lanzamiento y confirmar a los medios que este retraso vendrá de la mano de horas extra y trabajo intensivo. En respuesta del propio CEO de la compañía, Adam Kicinski a la pregunta de los socios inversores, habrá un periodo de trabajo intensivo que durará unos dos meses, aunque intentarán ser razonables en la medida de lo posible.

 

Cyberpunk 2077 1

 

Disclaimer: Todo lo que viene a continuación es una opinión estrictamente personal que no refleja en ningún modo la forma de ver la situación de mis compañeros ni del medio en el que ha sido publicada.

 

Crunch, arroz inflado y chocolate

Obviamente la noticia no ha tardado en dar como resultado un buen puñado de críticas en redes sociales y medios expecializados, críticas que están totalmente justificadas, ojo, pero que una vez más se apoyan en una base ideal de lo que debería ser el mercado desconectada de la realidad laboral y en ausencia de cualquier tipo de investigación al respecto. Basta una frase para coger la antorcha, pero eso sí, cerrando antes bien la puerta de casa para que nadie pueda buscar los esqueletos que guardamos en el armario. 

 

Ya he hablado varias veces de esto en los podcasts, pero no me suena haberlo dejado por escrito. El crunch es una práctica perjudicial, sí, pero que a su vez beneficia a muchos entes más allá de la propia desarrolladora. Beneficia a la empresa, beneficia -economicamente a la vez que perjudica en otros muchos aspectos- al trabajador que está de acuerdo con el contrato, beneficia al medio que primero informa del crunch, luego cobra publicidad y luego habla del juego, y beneficia al usuario que es, al final, quien recibe el resultado de todas esas horas de trabajo. 

 

Cyberpunk 2077 2

 

La doble moral del crunch

No, no estoy defendiendo el crunch en ninguna de sus modalidades, pero no me gusta la doble moral que hay detrás de ese dedo acusatorio que se lucra de la explotación laboral colgándose la medalla de miembro honorario de la sociedad de justicieros. No me gusta que no se profundice de verdad en el tema  y se haga oídos sordos a testimonios de trabajadores que apoyan la medida como es el caso de Guillermo Díaz, game designer en Rockstar Games; no me gusta ver a empresas que pagan las horas extras de sus empleados con una palmadita en la espalda criticar lo que hacen otros, no me gusta que se pase de criticar el crunch a poner a caldo al mensajero por no llegar pronto, y no me gusta que los boicots y las críticas terminen cuando se acerca el lanzamiento. 

 

La doble moral de nuestra industria me pone de muy mala leche. No hay más que ver lo sucedido con Red Dead Redemption 2 para ver que las quejas son algo pasajero, y las desarrolladoras pasan de malvadas capitalistas a fábricas de sueños según lo cerca que esté el lanzamiento. Podemos defender esta postura pero me resulta chocante que esta excusa sirva para defender a unos y no a todos, aunque me queda claro que ese está siendo el mal de nuestro tiempo. 

 

Y es que la doble moral del asunto tiene miga:  al final parece que la culpa es de ser honrados y querer, al menos ser honestos. Un error por parte de Kicinski querer decir la verdad que le ha valido las críticas, eso sí, a varios meses del lanzamiento de Cyberpunk 2077. Quizá tendría que haber hecho como Naughty Dog con The Last of Us II y decir que el retraso era para darle tiempo a sus trabajadores y no hacer crunch. Una idea romántica que gustó y que ni siquiera las declaraciones del equipo alertando de crunch consiguieron desmontar, dejando la cosa en 'es un poco complicado'. No sé si habría funcionado, lo que sé es que, cuando llegue agosto, todos estaremos aplaudiendo con las orejas la proximidad de Cyberpunk 2077 y el crunch se habrá olvidado. 

 

Cyberpunk 2077 3

 

No me mires, únete

Al final el asunto es complicado, se mire por donde se mire, a nivel de desarrollador, trabajador, medio y público. Estoy convencido de que algunos de mis compañeros creen realmente en lo que dicen -no todo es doble moral-, y que sufren cuando al final caen en las garras del capitalismo y prueban el juego. Y les gusta. Y lo disfrutan. Una putada. La última excusa fue buena: no comprar el juego sólo servirá para que haya peores prácticas en el futuro. Si con eso nos vale para ir tirando bienvenido sea, pero nos estamos engañando a nosotros mismos. 

 

El caso es que, al final, la cosa está jodida con el tema del crunch. Hemos vuelto a una sociedad en la que el sueño y el tiempo en familia son lujos al alcance de la casta política y poco más. Fantasmas del pasado como el pluriempleo y la jornada completa con guardias nocturnas han vuelto de entre los muertos y llevan presentes desde hace ya unos años. Cobrar el salario mínimo es, para muchos, un sueño, y los contratos fijos se han convertido en una quimera incluso en los puestos dependientes de la administración pública. Que se lo digan a los profesores... Y no me hagáis hablar de marcas deportivas que patrocinan las grandes ligas gracias a la explotación infantil o empresas cuyas auténticas vías de financiación poco tienen que ver con el simpático logo de su cara amable. 

 

El problema que le veo a esto es la tremenda hipocresía que embadurna la situación como si fuera una espesa capa de podredumbre y de la que de una forma u otra todos somos partícipes. El crunch es malo, eso es innegable, y debería quedar totalmente descartado no sólo del desarrollo, sino también de las estrategias de venta, la publicidad, todas las empresas y puestos de trabajo y de la sociedad en general. No sirve de nada protestar contra el crunch y luego contratar publicidad y poner buena nota, como no sirve de nada poner a parir a la desarrolladora por explotación y luego quejarte y poner a parir esta vez al GAME porque no hacen evento nocturnos y los vendedores no trabajan hasta las dos de la mañana para que tú puedas jugar a tu juego desde las 00:01 del día 1, sin importar si hubo crunch o no. Y no, tampoco me vale que pongas una denuncia al repartidor por no llegar a las nueve, por muchos años que lleves esperando. Todo esto es terriblemente hipócrita por nuestra parte, un mal que está muy de moda en estos días, y al final sólo sirve para tranquilizar nuestra conciencia y hacernos pensar que somos buenos porque, mira, hemos escrito dos frases en twitter, en nuestra web o nuestro canal, y con eso ya hemos cambiado el mundo.

Pues no.

 

¡Nos leemos! 


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