Cuatro detalles por los que Sonic Mania es una maravilla
Dejando atrás análisis y valoraciones, hay una serie de factores en Sonic Mania por el que todo el mundo debería jugarlo, sea o no fan del personaje. Observándolo únicamente como un plataformas en dos dimensiones, y dejando atrás la nostalgia y los bocatas de nocilla, esto es lo que aporta Sonic Mania al género:
Ahora, entre cada acto de Sonic Mania se ha añadido una pequeña cinemática desarrollada con el motor del juego. Lo que hace es conectar nuestro avance entre áreas, también presentar al boss de turno sin cambiar el plano de la acción. Con esta técnica se optimiza el ritmo de juego y se la da una mayor coherencia al viaje de Sonic contra Robotnik.
A mí me han enamorado los temas de Mirage Saloon y Flying Battery. En la actualidad contamos con grandes bandas sonoras originales en videojuegos, pero se ha perdido en parte ese gusto por preparar una canción para cada fase en concreto, una que caracterice, dé alma e intención a la zona en la que jugamos. Sonic Mania reivindica la personalidad de un nivel tras otro a través de sus melodías.
Aunque he de reconocer que creo que muchos de los niveles de Sonic Mania no explotan del todo bien las ideas que sugieren en sus tramos iniciales, perdiéndose en una corriente poco inspirada de loopings que nos conducen al final del nivel, sí que me parece fascinante lo bien que se ha construido la verticalidad de cada acto.
Muchos lo verán como una facilitación de la experiencia, pero en realidad es puro Sonic, es la mezcla entre un diseño de niveles clásico de plataformas en 2D con varias pistas de velocidad de un juego de carreras. Si te desplomas desde una plataforma aterrizarás sobre un nuevo circuito con sus retos propios con los que seguir corriendo. Esto es interesante porque consigue que disfrutes de carreras nuevas cuando vuelvas a jugar al título desde el principio, pues acabarás en nuevas rutas sin querer.
Desde la propia intro del juego se nos presentan los Hard Boiled Heavies, los esbirros del Dr. Robotnik. Estos organizan nuestro viaje, de manera que a medida que los destruimos sabemos que nos acercamos al desenlace del título. Estos jefes favorecen la narración y la coherencia de la aventura, y su presencia se refuerza con otros tantos bosses que siempre nos esperan al final de cada acto. Estas batallas no solo son divertidas, sino que nos hacen comprender que Robotnik quiere hacer todo lo posible por detenernos.
Estas cuatro cosas hacen de Sonic Mania un juego maravilloso que hoy mismo sale a la venta, cuatro cosas por las que os recomiendo que os hagáis con él. Bendito erizo azul.
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