Cuando la nostalgia no puede
Puesto que ando inmerso en una vorágine de Pokémon, el otro día decidí volver a jugar a uno de los clásicos, a los primeros juegos de la saga. Pillé Pokémon Amarillo para Nintendo 3DS, aunque no sea el original, pero porque me apetece probar la versión que menos recuerdo. En este juego, Jesse y James son tus rivales constantes del Team Rocket, los sprites de las criaturas son distintos y se pueden conseguir los tres iniciales en la misma partida, entre otros cambios.
Me puse manos a la obra y en una hora y pico ya estaba camino del Monte Moon, pero en cuanto tuve que enfrentarme a la cueva de los Zubat, acabé agotado y dejé el juego aparcado para ponerme a otras cosas. Resulta que estaba cansado de lo lento que iba todo, de lo mucho que tardaba en arrancar y acabar un combate con un Pokémon aleatorio, de lo mal que va el menú, de las cajas del ordenador mal gestionadas... En fin, un desastre porque el juego está viejo, viejo, viejo.
Por supuesto, podría haberme puesto a jugar los remakes que hicieron para Game Boy Advance, pero no es lo mismo en absoluto. La experiencia original es la que me pedía el cuerpo, y ahora mismo me arrepiento de haberme dejado seducir por esa tentación visceral, porque ahora mi orgullo no me permite abandonarlo y porque también me gustaría comprobar si la sensación se evade y la nostalgia acaba venciendo o si realmente uno de los juegos que me definió como jugador ahora está muerto para mí.
Los combates siguen teniendo su gracia, eso es así, y me fascina ver los fallos que tenía el sistema de estadísticas. Pokémon como Tauros son invencibles por su ataque, pero Slowbro es algo absurdo gracias a su especial, que os recuerdo que era una estadística única en estos primeros juegos. Y la velocidad de Arcanine o Rapidash hace que casi todos sus ataque sean críticos, lo cual es una risa. Es tan fácil estar por encima en estos primeros juegos que solo por verlo de primera mano quiero volver a darle a este juego.
No sé si a vosotros os pasa también con vuestras viejas glorias. Yo tengo muchos, muchos juegos viejos que no me han envejecido ni un ápice. Sigo pasándome algún Mega Man de la NES varias veces al año cuando tengo un rato muerto entre análisis, y Super Mario Bros. 3 sigue siendo una joya. Pero claro, son juegos con mecánicas tan sencillas y que tan poco pueden estropearse mucho. Pokémon tiene muchas más cositas, y lo hemos visto evolucionar gráficamente muchísimo desde su primer juego, así que supongo que la nostalgia no puede con todo.
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