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¿Cuál ha sido el juego de terror que te ha hecho enamorarte del género?

Estamos solos en la oscuridad, con zombis.
Por Adrián Suárez Mouriño

El terror tiene mucho que ver con la edad que uno tiene. De pequeño la peli de It me daba un miedo terrible, ahora ver a ese payaso comeniños me produce risa. Pero cuando era un chaval, inocente, virgen en esto de los sustos digitales, y creyendo que esa amable consola de cds no iba a producirme ninguna taquicardia, metí en ella el primer Resident Evil. Y lo pasé fatal.

 

El fantástico juego de Capcom fue mi primera incursión en el mundo del horror jugado, y me sedujo por completo. A día de hoy parece una horterada, pero ya me dejé cautivar por su intro. Al comenzar con una escena de acción con actores de carne y hueso, te inducía a creer que lo que ibas a ver sucedía en la realidad, para luego transportarte al terreno de los videojuegos y darte el control. Lo mejor de este primer título, y que ha ido despareciendo en sucesivas entregas, ha sido introducirle auno en un espacio conocido: una casa. Todos tenemos una, es un lugar confortable y seguro. Pues como hizo en su día Alone in the Dark, la clave es dar al espectador un sitio que en su mente entienda como un refugio y transformarlo en una pesadilla. Sacarte de tu zona de confort es la máxima de un buen producto de miedo. Éste es uno de los motivos por el que si te vas a un pueblo de Europa a rescatar a la hija del presidente o a recorrer el mundo luchando contra una pandemia, pues el miedo se esfuma.

 

 

La primera vez que esos malditos perros del demonio rompieron los cristales de las ventanas en aquel pasillo, corriendo hacia mí, creo que tiré el mando al suelo y prometí no volver al juego nunca más. Sin embargo, volví a él, cómo no hacerlo. Aunque esa descarga de adrenalina hubiera sido como una bofetada en la cara, quería otra. Lo interesante de los juegos de terror, como éste, es su manera de jugar con el escenario. Ahora quizás esto ya está superado, pero llegando de los 16 bits y coqueteando con los 32, los fondos eran piezas estáticas, inamovibles, quietas e inalterables. Que de una de esas ventanas, que deberían estar ahí sólo para adornar, surgiera una criatura para acabar contigo, liquidaba todo lo que creías saber sobre videojuegos. De esa pared podía surgir un engendro asesino. De este modo, no sólo una casa dejaba de ser segura, sino también el propio videojuego en sí. Resident Evil jugaba con las normas preestablecidas para asustar, algo que se perdió en sus secuelas. Es parte de los motivos por el que la PSOne será tan recordada, por títulos como éste o Metal Gear Solid, con un Kojima que también se reía de los límites del medio, algo que ha dejado de verse con tanta frecuencia.

 

Resident Evil contaba con otras virtudes casi sin querer. Al combinar personajes poligonales corriendo por escenarios prerrenderizados, obligaba a que el control no fuera el habitual. Arriba no era arriba, era adelante, mirara hacia donde mirara nuestro protagonista. Algo absolutamente engorroso pero que conseguía aportar un valor añadido de indefensión. Debido a ello y a la escasez de balas, muchas veces era mejor huir que enfrentarse a un enemigo. Nos movíamos como patos torpes y nuestra munición escaseaba. Sabiendo esto, el juego te obligaba a volver sobre tus pasos a por una puerta que ahora sí podías abrir, volviendo a enfrentarte a esos seres que habías dejado con vida. Una inteligente manera de hacerte sufrir aunque el camino ya fuera conocido.

 

Algo similar se hizo con Resident Evil Revelations. Ambos títulos saben mucho de hacerte volver sobre tus pasos, haciendo que un escenario pequeño parezca mayor. En el de 3DS, al tener armamento de sobra, se hacía que los enemigos salieran de otro sitio y se posicionaban a otros más difíciles y con alma de Némesis. Así, jugaban con que ya supiéramos por donde huir al haber pasado ya por ahí.

 

Por estos motivos y por muchos otros, Resident Evil fue el juego de terror que me enamoró de este género. Me imagino que a muchos de vosotros os habrá dejado marcado Silent Hill. A mí no. El juego de Konami me dio tanto, tantísimo miedo, que no fui capaz nunca de jugar a ninguno más de media hora. Aquí podríamos abrir otro debate ¿Es mejor un juego de terror si consigue que no quieras jugar a él? Quizás, pero ahora la pregunta es ¿Qué videojuego de terror ha conseguido que te enamores de su género?


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