¿Cuál es mi MOBA favorito?

 

De mis amigos, soy la rarita de los MOBAs, eso está claro. No obstante, no es algo malo, ya que la mayoría de ellos son gente medianamente sabia que no rechazan este género tachándolo de “no juego”, por lo que siempre tenemos conversaciones interesantes al respecto. La última llevó a una pregunta que, a su vez, me llevó a cuestionarme un poco por qué juego a este tipo de títulos sin final: ¿Cuál es mi MOBA favorito?

 

Cualquiera pensaría que, con toda la experiencia y los buenos recuerdos que me dejó, mi MOBA favorito debería ser Dota o Dota 2, que no deja de ser el padre de todos. Sin embargo, no lo es. Ni mucho menos. Como a muchos otros, debo reconocer que a mí este título de Valve me costó la misma vida en mis primeros pasos. Me costó entenderlo y hasta me costó pillarle el gusto. Al principio hasta lo odiaba, y comencé a jugarlo por mi ex pareja. En cambio, eso era una droga, y de las buenas, y en pocos meses me encontré acumulando horas de juego en Steam, hasta que llegué a la escena competitiva.

 

Pero esto no va de mis batallitas de viejo sentado en un banco. Dota 2 no es mi MOBA favorito por una simple razón: No tengo un juego favorito en este género. El que empezó siendo un mod de Warcraft III tiene mucho que aportarme, pero eso no lo convierte en mi favorito. Cada uno de los juegos del género, hasta el más pequeño, aporta algo a mi experiencia en los battle arena. Eso es lo bueno que tiene que cada juego no sea “el típico juego con historia” que los detractores del MOBA defienden hasta la saciedad. Dejadme que os explique:

 

 

En esencia, los MOBA son siempre lo mismo: Un equipo contra otro, luchando por destruir la base rival y matarlos a todos. Hasta ahora, de los que he jugado, el único diferente ha sido Golden Rush, si bien guarda lo básico para pertenecer a este género. Esto me lleva a la conclusión de que cada MOBA sirve de entrenamiento para el resto, por lo que al final tenemos un conjunto variado con una misma idea clave. Y por eso no tengo un favorito, cada uno me aporta algo. Véase, Dota 2, que fue mi primerito de todos, me enseñó la complejidad de una jungla asimétrica, un mapa enorme y la existencia de más habilidades que botones. Después de jugar al de Valve, pasarme a un juego donde sólo había que pulsar Q, W, E y R era coser y cantar.

 

Hubo cosas de Dota que no encontré en League of Legends, el segundo que llegó a mí. Por ejemplo, la idea de denegar esbirros o torretas había desaparecido, cuando para mí siempre fue una de las claves de la fase de líneas. Sin embargo, la gran variedad de personajes del MOBA de Riot, muy superior al número de héroes de Dota, me enseñó a ser más versátil, y a estar alerta ante campeones recién llegados de los cuales no conozco demasiado. Me enseñó, también, que la fase de líneas es mucho más larga e importante que en el juego de Valve, por lo que no es recomendable volver a éste tras pasar por el LoL. Principalmente, porque estarás acostumbrado a quedarte quieto en tu línea mientras el resto sufren, y eso en Dota no se lleva.

 

Pero también he aprendido más cosas de los más novatos. Por ejemplo, Smite demuestra que otra cámara es posible, más allá de por capricho estético, y que no todo está inventado en lo que a controles se refiere. Atacar con básicos sin un ataque automático te da una experiencia mucho más cercana que hacer click y dejar que el personaje haga lo suyo. Pero también es más fácil que alguien se te escape con un puntito de vida... Si no eres la maravillosa Kali, por supuesto.

 

Heroes of the Storm, por su parte, me ha dado una experiencia mucho más casual que el resto de títulos del género. Con Heroes, he aprendido a relajarme, pero no a dormirme. Sí, puede que en el MOBA de Blizzard no haya una fase de líneas ni una preocupación por conseguir oro, pero hay que estar atento a todo, ya sea a portales que capturar o reliquias que acumular. Un movimiento erróneo, y la partida se queda totalmente a favor del otro.

 

Hay quien seguirá diciendo que todos los MOBA son iguales. A mí, como veis, me gusta pensar que son diferentes modos de juego de uno mismo, pues no dejan de enseñarnos lo mismo. Eso no quita, claro, que cada uno tenga su favorito. Yo, como Ash Ketchum, los elijo a todos. Aunque haya 150. Que por el camino que vamos, va a ser que sí. Pero, bueno, ¿cuál es vuestro favorito?

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