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Cómo destrozar PES 2013

Un matchmaking de primero de EGB
Por Jaume Esteve Gutiérrez

Este año hemos hecho campaña a favor de PES 2013. Nos parece en esta casa que es un buen juego y que, pese a sus defectos, puede significar un nuevo comienzo para una saga que no encontraba su espacio. Su online, muy a nuestro pesar, se encarga de tirar por la borda gran parte del trabajo.

 

Llevo dos semanas pudiendo gozar del título en su modalidad offline. Ya sea contra amiguetes en casa o contra la CPU, a la que le doy crédito porque tiene una dificultad ajustada que te permite competir contra ella sin desesperarte (y aquí FIFA pierde por goleada, todo sea dicho), porque en el modo online me he dado por vencido. Imposible. Finito. Caput.

 

Entras a la Liga Master Online y te encuentras un sistema que no está nada tuneado para hacer la experiencia divertida y dinámica. Para comenzar, los partidos se juegan a diez minutos por parte y no hay vuelta atrás. De ninguna de las maneras. El resultado es que los partidos se van a los veinte minutos, siempre. Un dato que, personalmente, no me apasiona, pero que no me parece ni bien ni mal. Uno es más de partidos rápidos donde haya poco lugar para los errores, pero tampoco creo que hacer diez minutos por parte sea un descalabro. Lo es por otro motivo.

 

Cristiano Ronaldo en PES 2013

 

Y ese otro motivo se llama matchmaking. En dos semanas de juego he sido incapaz de dar con un rival a mi altura, tanto por arriba como por abajo. En un terreno tan sensible a las diferencias entre plantillas como la Liga Master, os podéis imaginar lo que supone jugar contra un equipo que tiene una delantera con Eto'o y cuya única táctica es lanzar balones al hueco para que su delantero, una bala, y tus defensas, la versión futbolística de Eric Moussambani, se peleen por ella.

 

El resultado suele ser un 0-3 al cuarto de hora y el partido a la basura. Pero, ojo, la crítica va en la misma dirección cuando te topas con un rival al que superas claramente. A fin de cuentas, el desequilibrio a la hora de encontrar rivales se torna en una frustración extrema para el jugador: el título se convierte en un coñazo de aupa.

 

Es en este punto cuando miras a FIFA y sientes envidia sanísima de un producto que si tiene el cetro de los simuladores lo hace porque es un juego excelente, sí, y porque sabe cómo conectar de maravilla a sus jugadores. Pocas son las veces en las que me he cruzado con tipos varios escalones por encima, o por debajo, de mi nivel y el resultado siempre se ha traducido en unos duelos emocionantes de narices. Puro fútbol.


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