Cómo dar valor a una colección de remasters
Estos días atrás decidí dedicarle un huequecillo durante la ajetreadísima Gamescom 2016 a un producto que llama la atención de muchos pero que, en el fondo, es lo que es y tampoco necesita una presentación y avance al completo: BioShock: The Collection.
Entre el 2007 del lanzamiento del primer BioShock y el 2013 que marcó el cierre de la saga con BioShock Infinite pasaron unos años clave para la industria del videojuego, en concreto, unos años clave para la evolución del shooter en primera persona, unos años en los que prácticamentee se definió una forma de manejarlos, un esquema de controles que llegó incluso a influir a un impertérrito Halo que se rindió en 2015 con el cambio del control en Halo 5.
Quería recordar ese cambio en los controles, y me preocupaba que al no alterar los mandos de ninguno de los tres BioShock, el cambio resultase molesto a la hora de jugar uno tras otro. Saltar con Y (triángulo) y apuntar pulsando un stick no se hace muy cómodo a día de hoy, pero aún así, los juegos aguantan bien el tirón.
De hecho, los dos primeros BioShock no son juegos que parezcan tan tan vetustos como para necesitar una remasterización. Aguantan bien el tipo a día de hoy, a pesar de tener que escoger entre estabilidad de framerate y calidad de texturas entre las opciones gráficas del juego, pero eso es algo que, por supuesto, no ocurrirá en las versiones remasterizadas que correrán a 60 fps estables e incluso se permitirán añadir algún que otro detalito visual más allá del lavado de cara.
Hay muchos motivos por los que uno puede querer hacerse con un pack como BioShock: The Collection. Puede estar ese jugador que empezó en esto de los videojuegos con Wii y ahora sienta curiosidad por ‘cosas del pasado’ en su PS4, puede ser alguien que se dejase la saga a medias por algún motivo,… Pero entre los fans de la saga, para quienes ya han jugado los tres en el pasado, siempre viene bien que haya algún motivo más allá de tenerlos todos en una sola caja, en una misma plataforma o el sencillo placer de tener una versión que ‘se ve mejor’, como quien tiene una peli en DVD y se la compra en Blu-Ray. Ya que das el salto, unos extras nuevos nunca están de más.
Y un placer poco extendido entre la industria del videojuego y que resulta ser una delicia cuando nos lo conceden es el hecho de jugar con los comentarios del director, cosa que existe en BioShock: The Collection, y que además no sólo ‘estarán ahí’, sino que tendremos que buscarlos.
Esta forma de dar valor a una colección me parece apropiada, ya que no sirve sólo con tenerlo, da alas al buen fan a volver a jugarlo, a volver a exprimir las tres entregas y recorrer todos los rincones de Rapture y Columbia de nuevo para descubrir algunas cintas nuevas en las que en lugar de hablarnos Tenembaum, Ryan o Comstock, nos hablan Ken Levine y su equipo. ¿Sobre qué? La verdad, tengo ganas de descubrirlo mientras repaso una serie de juegos que marcaron sus respectivas épocas.
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