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Cine y videojuegos, dos géneros muy diferentes

¿Somos justos en nuestras exigencias?
Por Rafa del Río

La semana pasada, mi compañero Dayo escribió un artículo soberbio hablando de la búsqueda del Ciudadano Kane de los videojuegos. Una gesta en pos de ese título especial, de esa piedra filosofal que marque un antes y un después en la madurez del público y de la industria. He leído y releído su texto varias veces, no sólo porque soy un friki de la literatura y veo magia en sus palabras, sino también porque me enternece ver a mi cínico compañero mostrar una parte sensible y abierta de sí mismo que pocas veces comparte en sus escritos... Y aún así, a pesar de considerarlo uno de los mejores artículos que he leído en mundogamers, me gustaría puntualizar un par de cosillas.

 

Géneros muy diferentes

Uno de los primeros artículos que escribí para ésta publicación hablaba de la sinergia y de cómo se retroalimenta el arte y el ocio para acabar mostrando un todo en su producción final: Cine, literatura, videojuegos, deporte, música, teatro y cultura 'pop' se unen e influencian los unos a los otros. Así, más allá de los diversos productos licenciados de una saga podemos encontrar reminiscencias de la sci-fi clásica en Bioshock, menciones directas al mundo de videojuegos en series como Castle o incluso juegos basados en películas que bebieron de esas canciones influidas por una cierta literatura. 

 

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Todo está conectado pero no por ello hay que olvidar que el cine, la música, los videojuegos, son formas de expresión artística con sus propias leyes y su particular conjunto de normas de la industria y el público que los sustenta. Oh, sí, siempre habrá 'rompedores' capaces de rodar un largometraje con una sóla imagen para 'enviar un mensaje', colgar un cuadro del revés para 'realizar una crítica' o grabar una canción con ruido blanco para 'enfrentarse a lo convencional'. No obstante, ladrones y campañas de marketing a un lado, existen mil formas de ser realmente rompedor e innovar, y todas empiezan de la misma forma: Con Trabajo Duro.

 

¿En resumen? Está bien esa búsqueda del Ciudadano Kane que propone mi compañero, pero ha de realizarse desde el punto de vista de lo que es propio a un videojuego y de lo que debe derivarse de su definición de obra de expresión artística, huyendo de lo que es propio a otras formas de arte como el cine o la literatura.


Esa piedra filosofal

 

Plantea mi compañero en su artículo ésta búsqueda, si acaso no es posible que ya la hayamos cumplido, si llegaremos a verlo algún día o si ralmente es tan importante dar ese paso. En 1941, tras dar el campanazo años antes con la ayuda de un texto de su cuasi-homónimo Wells, Orson Welles inventó el falso documental con un alto componente crítico que, 71 años después, ha visto su eco con otro faso documental creado por la Hearst Corporation. ¿De verdad no hay equivalencia posible a este logro en el mundo de los videojuegos? 

 

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Yo creo que sí. Y por favor, dejad que me explique, que esto no va a ser un simple 'es mi juego favorito y me lo follo cuando quiero'. Orson Welles revolucionó con una historia despiadada, un género recién nacido y una técnica de rodaje innovadora. Lo mismo podría decirse de John Ronald Ruelen Tolkien en el mundo de la literatura, que inventó un universo complejo en el que dejar crecer a sus personajes. Muddy Waters pavimentó el camino que llevaba al rock'n'roll y con la ayuda de Alan Freed dieron alas a Bill Haley, Chuck Berry y Buddy Holly para acabar con la lucha racial de un robo de identidad racial y musical reconvirtiendo el término en un reinicio, en un partir de cero al margen de tensiones que dio como resultado una nueva concepción de la música.

 

El romanticismo etílico de Poe, la prosa robada entre bambalinas de Shakespeare, la sangrante concepción del cine de De Palma o, si lo preferís, el paso de la tradición oral de los haedos a la escritura de las novelas épicas que llegaron hasta nuestros días gracias a las manos de Homero. Innovadores, rompedores, rebeldes de una industria anquilosada... ¿De verdad no tienen su igual en el mundo de los videojuegos? Orson Welles marcó un antes y un después en el mundo del cine, sí, pero fue un antes y un después que tardó más de quince años en hacerse obvio para el público. Retomo así la pregunta de Dayo: ¿Es posible que haya llegado y no nos hayamos dado cuenta?

 

Las mecánicas que le son propias

 

No quiero enrollarme mucho con esto porque mañana hablamos de la edad de la industria a lo debate y no quiero hacerme pesado repitiéndome, aún así... ¿De verdad pensamos que el mundo de los videojuegos no ha sido revolucionado jamás a raiz de un sólo título? Como ya dije antes, yo creo que sí, el problema es que no siempre llueve a gusto de todos ni, ya puestos, Ciudadano Kane supuso tanto a nivel global como a nivel de género y técnica. 

 

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Ha habido antes y después en el mundo de los videojuegos, por supuesto que sí, y esos momentos han venido de la mano de avances teconológicos, de nacimientos de géneros y, por supuesto, amparados en una forma diferente de comprender las mecánicas que le son propias a la industria y retorcerlas en busca de ese 'algo más' que hacen grande a un creador.

 

El problema está en intentar encontrar un punto de ruptura en la idustria del entretenimiento digital que se asemeje al de la industria del cine. Aquí es donde cobran importancia las mecánicas que le son propias a cada mercado, y es que mientras que una película es un producto terminado que cuenta una historia tal y como su creador la ha visto en mente; un videojuego es un producto a medias que depende de lo que el autor quiere contarnos, sí, pero también de cómo el usuario lo disfruta y de la forma en la que interpreta su papel. 

 

Y no hablemos de los ususarios

 

Por si esto fuera poco, desde hace ya unos años vivimos un momento de estupidez supina y carencia de criterio entre los sectores más amplios de público. En las listas de los más leídos, encabezadas por La guía Michelín, vemos títulos como Crepúsculo o su fanfic: Cincuenta Sombras de Grey. En el cine el colmo del más allá popular es cualquier adaptación de la novela de moda, nuestros amigos de la infancia vestidos en mallas y corriendo por la Disney o alguna comedia romántica por cortesía de Adam Sandler. Y la tele... No me hagáis hablar de la tele ni del panorama musical, por favor. 

 

Por supuesto que siguen existiendo lectores tenaces que buscan algo más que clones del Larson, espectadores de calidad que no van a ver Yo, Frankenstein ni aunque les paguen, y melómanos convencidos que aún saben donde encontrar lo bueno. Sin embargo, a grandes rasgos, la humanidad es cada día más estúpida. ¿Funcionaría hoy un Ciudadano Kane? Lo dudo. Si en su momento tardaron 16 años en darle su merecida importancia, hoy tendría que convertirse en vídeo viral para que la gente se pecatara, al menos, de su existencia. 

 

 

¡Nos leemos!

 


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