Siempre he defendido que prefiero los juegos largos y con sustancia a los juegos con un escueto modo campaña, sin chicha ni limoná, que intentan salvar con tres coleccionables de andar por casa y cuatro niveles con la necesidad de ser completados de diversas formas para considerar el juego acabado. Soy carne de sandbox y de RPG en mundo abierto, pero hasta yo debor reconocer que, últimamente, la cosa se nos está yendo de las manos en lo que respecta a la duración del videojuego.
Al menos para la prensa
La longitud de los juegos y la valoración o no de los mismos depende siempre del tipo de público y de la capacidad adquisitiva del jugador. Para la prensa, de cara a su análisis, siempre son más agradables los juegos de siete u ocho horas que completas en un día de cara al análisis; que los de 30, 40 o 50, que te tienen liado toda la semana con la sensación de no estar apurando al máximo todo lo que tiene que ofrecer. ¿Sabéis lo jodido que es analizar un Skyrim o un Fallout 4 y que tu hija no olvide que tiene un padre? Ya puedes echarle 60, 80, 100 o 200 horas, que todavía quedarán cosas por descubrir y de las que hablar en el futuro.
Respecto al público no profesional -y el profesional cuando no tiene que hacer análisis-, el deseo de longitud de un juego varía según su estrategia adquisitiva, que en este caso no tiene que estar relacionada directamente con su situación económica y que depende de si el jugador es fan de una saga, comprador único, comprador medio o viciado que debe estar al día de todos los lanzamientos. Los primeros, obviamente, prefieren que los juegos sean largos y duren mucho, tengan un modo online que se mantenga actualizado y lancen eventos, actualizaciones e historias con las que poder seguir jugando, cuanto más tiempo, mejor. Los últimos, sin embargo, prefieren jugar al juego como obra estanca y compacta, no se complican con el online y, en ocasiones, ni siquiera llegan a ver las actualizaciones - a no ser que seam compradores de GOTY a meses del lanzamiento-.
Cada vez hay más juegos largos
Sin embargo, al margen de las preferencias del jugador, lo cierto es que cada vez hay más y más juegos largos. Juegos como Star Wars: Battlefront, Warhammer: End Times - Vermintide o Rainbow Six Siege, que al ser online permiten jugar durante años al mismo título aprovechando la historia emergente en sus campañas en red. Juegos como Call of Duty, FIFA, Pro o Battlefield, que aprovechan su modo en solitario para luego viciarnos en el online como los anteriormente mencionados. Sandbox como Mafia III, Metal Gear Solid V o Watch Dogs 2, y luego Final Fantasy XV, Dishonored 2, Titanfall 2, Dragon Quest Builders y todo un caldo de cultivo de juegos largos a los que sólo les falta que llegue Bethesda para meter la puntilla.
Como jugador -olvidaos de mi perfil de redactor en este comentario- estoy, a día de hoy, desbordado. Tengo pendiente terminar Dragon Quest Builders, al que pude jugar con calma con la peque al no tener que analizarlo, y junto a él me queda por dar puntilla a Nuka World, algunas misiones de Far Harbor y todo un tercio de mapa por explorar en Fallout 4. Maldita seas, Bethesda, pues cuarto y mitad de lo mismo me pasa con The Elder Scrolls V: Skyrim Special Edition, con medio mapa por completar y Dragonborn casi al completo. Por ahí tengo también pendiente el volver a Hitman, a ver si es cierto que mejoró tras el tercer episodio, dar la prometida erera vuelta a Dishonored 2 con Corvo en modo badass, echarme uno de mis vídeos gameplay a la actualización de la demo de Resident Evil 7, terminar Everybody's Gone to the Rapture y hacerme las historias que me quedan de Stories para el análisis de esta semana. Y eso por no mencionar GTA Online, culminar de una puñetera vez el Blood and Wine de Witcher 3 y mucho más que ya ni recuerdo. Pero claro, también quiero temrinarme completito Final Fantasy XV, y es difícil cuando eres tan completista que llevas 70 horas y aún vas por el capítulo 6... Y no me hagáis hablar de mis partidas a medias de Wasteland 2, No Man's Sky y Divinity: Original Sin... ¡y todavía algunos me animáis a ponerme con Farming Simulator!
Está claro que esta generación está siendo la de los juegos largos, larguísimos, y si pienso en el posible regalo de Watch Dogs 2 y la llegada de Yakuza 0 y Resident Evil 7 en enero... hasta me agobio. Es un agobio con regustín a placer, pero agobio al fin y al cabo. ¿Deberían volver los juegos a ser más cortos? Eso sería injusto con los jugadores que apenas pueden acceder a tres o cuatro títulos al año, aunque nos haría más fácil la tarea a los que tenemos que mantenernos al día y fusilar los títulos a contra-reloj para poder informaros. No seré yo quien pida que los juegos acorten su duración, pero me queda claro que los viejos tiempos de estar a la última con los trofeos en el bolsillo y las ansias de esperar algo nuevo a lo que jugar ya hace mucho que pasaron: vivimos un mercado de videojuegos en el que ya no hace falta terminar un título para disfrutar de él y pasar al siguiente. Un mercado en el que, como pasa con la comida rápida, las sobras se acumulan en una biblioteca que espera a que volvamos a ella o dejemos los restos a un futuro comprador si decidimos cambiar de máquina. Algo muy parecido a la llamada época de oro del videojuego en los 80. Esperemos que las cosas no acaben igual que entonces.
¡Nos leemos!