Batman Arkham Origins y su desafío narrativo

¿Os habéis recuperado de la ola de lanzamientos fuertes que hemos estado recibiendo estos meses? Pues aún queda mucho más, entre ellos, el nuevo Batman ¿Lo esperáis con ganas? Batman Arkham Origins tiene muchos motivos para convertirse en vuestro oscuro objeto de deseo, pero también un buen montón de razones para desconfiar.

El murciélago de Gotham es un personaje oscuro e intimista, algo que ya quedó reflejado en muchas de las novelas gráficas originales, y una perspectiva popularizada por las pelis de Nolan desde 2005 con aquel Batman Begins. Ha sido una buena generación para Batman, pocos héroes han tenido la fortuna de contar con unas adaptaciones, tanto en consolas como en la pantalla, tan sólidas, tan seguidas y que, pese a sus muchas diferencias, se dieran la mano en la interpretación del hombre bajo la máscara. Solitario, angustiado, firme y oscuro.

El motivo por el que este Arkham Origins resulte un episodio interesante es por llevar al personaje a sus inicios, a un punto en el que aún tenía que forjarse como héroe. A nivel jugable, esto significa un plus de interés en el apartado de leveleo. La desarrolladora lo sabe y ha centrado en ello el propio núcleo del juego. Sus enemigos lo definirán. En una sola noche, ocho asesinos querrán cobrarse la cabeza de Batman. Cuando llegue la luz a Gotham, el hombre murciélago habrá madurado hasta el punto de ser el que hoy todos conocemos.

Para un personaje tan curtido y que sabemos en lo que se acaba convirtiendo no hay planteamiento inicial más potente que éste. En los anterior Arkham, la aparición de los bosses y su presencia en el juego eran la salsa del título. Sin embargo, conocemos el medio en el que nos movemos y esto apesta a promesa vacía. Más al saber que ya no será Rocksteady la encargada del proyecto, quedando estos relegados a meros consultores. Esperemos que no sea así. Porque si al final la maduración del personaje se queda en una mera subida de niveles, esto puede afectar a la propia estructura del juego, aligerando la trama de ocho bosses a eliminar a niveles ridículos. En lugar de ocho profesores crueles no serían más que ocho jefes finales del montón.

Más puntos negativos los encontramos en la escasa evolución entre entregas ¿cuánto puede resistir una misma fórmula jugable sin dejar de resultarle interesante al jugador? El sistema de combate de los Arkham es una de las cosas que más impacto han tenido en esta generación de consolas y que, presumiblemente, se alargará a la siguiente. Por lo tanto, la balanza se decantara según cómo quede hilvanada la historia ¿Madurará realmente el personaje o será como en un Megaman, en el que derrotamos a un enemigo, aprendemos su magia y a otra cosa? Y puestos a hablar de estos enemigos, ¿conseguirá alguno de estos superar el carisma y la potencia que los que llevaron a Batman al maravilloso desenlace de Arkham City? Este viernes saldremos de dudas.