Automatron, Witcher 3 y los distintos tipos de DLCs
Hace unos días os hablaba de Automatron, el primer DLC de los prometidos por Bethesda para Fallout 4 y que, con un precio que 9,99 euros, promete algunas horas de entretenimiento, tres misiones, dos nuevas localizaciones, nuevos personajes, armas basadas en las partes de los robots de la Commonwealth y nuevas facciones que derrotar. ¿Lo mejor? Más exploración, historias por descubrir y la posibilidad de llenar la Commonwealth de robots a nuestras órdenes que protejan los asentamientos que creamos o nos acompañen en nuestras aventuras.
Bethesda ha vuelto a hacerlo bien
Debo reconocer que Automatron me ha sorprendido para bien y para mal. Estoy acostumbrado a que los primeros DLCs de los juegos de Bethesda tengan ese toque de aumentar inventario y posibilidades dentro del juego original, pero en esta ocasión, en la parte negativa, he echado en falta alguna misión extra. ¿Lo bueno? me ha sorprendido gratamente la cantidad de nuevos objetos y armas que incluye, y me ha parecido genial que hayan tenido el detalle de incluír un nuevo juego retro en holo-cinta, Automatron, que resucita a uno de mis juegos favoritos de los 80: Infiltrator.
No obstante, y contenidos y misiones a un lado, lo que más me ha gustado de este primer DLC low-cost ha sido las innumerables posibilidades que supone para nuestras aventuras en la Commonwealth con la posibilidad de crear un nuevo compañero a nuestro gusto. Y no un compañero cualquiera, no, sino un robot con múltiples posibilidades que gracias a la mecla de piezas, plantillas, armas y blindajes puede ser casi cualquier cosa que deseemos.
Es una gozada terminar la campaña con su desenlace contra el Mecanista -sí, aunque sea corta y de perogrullo-, volver con los bolsillos cargados de piezas de robot y crear nuestro propio y personal ejército mecánico con el que ayudar -o no- a los pobres yermenses de nuestros asentamientos. Por si esto fuera poco, Automatron añade también investigación y nuevas historias de esas que sólo descubriréis si cotilleáis todos los elementos a vuestro alrededor, incluido el desenlace de una historia que empezó unos años antes en un asentamiento universitario de la Commonwealth. ¿Recordáis a Zoe? Ahora sabreís cómo termina todo.
Formas y formas de hacer contenidos
Ya hemos hablado varias veces de los DLCs, de cómo en ocasiones parecen jugar con la paciencia -y las carteras- de los usuarios con unas políticas no muy del agrado del videojugador. Existen DLCs disfrazados de micropagos en los juegos free to play que son de juzgado de guardia, DLCs como los de Destiny, que dejan abandonados a los que no estaban dispuestos a paar por estar a la última, y DLCs como los de Witcher 3, gratuitos en su mayoría y que, cuando fueron de pago, ofrecieron una estupenda expansión que no sólo estaba al nivel del juego original, sino que incluso lo superaban.
Nuevas localizaciones, nuevos personajes, nuevas armas... Debemos pedir al DLC aquello que mejor se pliegue a nuestros deseos y a la naturaleza del juego, y en este sentido tanto Bethesda como CD Projekt Red parecen entende a la perfección por dónde van los tiros ofreciendo estupendas expansiones que no sólo completan el juego original y añaden más horas, sino que son de aplicabilidad a lo que ya habíamos comprado previamente y nos permiten sumergirnos aún más en sus universos.
La esperanza está ahí
Compré el pase de temporada de Fallout 4 nada más llegar el juego a casa, y visto lo que he visto en Automatron, que la propia Bethesda advierte que es el contenido más pequeño, estoy ilusionado con qué será lo que vendrá después. Tengo ya ganas de poner mis manos en el taller del yermo y criar a mis criaturas para montar un circo de apuestas, y estoy loco por visitar Far Harbor, que promete una masa de tierra impresionante en su expansión. Y ya no hablemos de lo que vendrá después y que, aún a día de hoy es una incognita.
Cuando disfrutas un DLC y te quedas con ganas de más, cuando estás deseando que lleguen esos contenidos, llámalo Far Harbor, llámalo Blood & Wine, es que la compañía lo está haciendo bien. Y eso, como suelo decir, es cojonudo.
¡Nos leemos!
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