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Audiencia y generaciones de jugadores de videojuegos

Una reflexión del pasado, presente y futuro del jugador
Por Toni Piedrabuena

¿En qué queda el juego tradicional con los niños y niñas que juegan ahora? Lo comentaba el otro día con un amigo y padre de un chaval: los nenes entienden los juegos de una forma distinta a la nuestra, igual que mi generación la comprende una forma distinta a nuestros predecesores ad infinitum. Es redundante revisar lo mucho que ha evolucionado (o cambiado) el juego en los últimos treinta años, pero nos resulta inevitable volvernos un tanto retrotalibanes al ver a nuestros sobrinos y primos nacidos en el presente siglo toqueteando juegos y aplicaciones que probablemente jamás habríamos tocado en su momento.

 

Más allá de los millones de descargas de la familia Angry Birds en smartphones y tablets de todo el mundo, es precisamente el chiquillo de Rovio en su lanzamiento para consolas el que me confirma que el jugador más joven está tirando por senderos muy distinto a los que conocíamos. El otro día conocíamos que Angry Birds Trilogy, el pack que se lanzó en Xbox 360, PlayStation 3 y 3DS que incluía el primer juego de los pájaros enfadados, Rio y Season, vendía un millón de unidades en todo el mundo a pesar de ser mucho más caro de lo que podría costarnos en cualquier dispositivo móvil. Los chavales quieren jugar a juegos así, y los precios que pagan sus padres no son una frontera para ellos.

 

Inazuma 600

Inazuma Eleven, el Oliver y Benji de los niños del presente

 

No es algo negativo: son impulsos y movimientos marcados por los jugadores de cada momento. En Estados Unidos el iPad ha sido el regalo más deseado por los peques en las pasadas navidades, y mucho tendrán que hacer las consolas tradicionales para arrebatarle el puesto al juguetito de Apple en la próxima campaña. ¿Acabará perjudicando ese estilo de juego al actual en un futuro? Es una opinión personal, pero lo dudo. Olvidamos que a pesar de los puntos claves que tienen esos títulos con respecto a los tradicionales para el público infantil, hay un factor extra que encaja con lo económico y lo que los padres están dispuestos a pagar por el ocio electrónico de sus hijos: te has gastado 500 euros en un iPad, vale, pero le dejas al niño el cacharro y se descarga docenas de juegos gratuitos sin despeinarse en tres cuartos de hora, ¿podemos decir lo mismo de las consolas? Evidente y legalmente no.

 

Supongo que es algo que ya ocurrió con la generación del ciber-café, con la generación Pokémon, con la generación PlayStation, con la generación El Cerebro de la Bestia o la generación del Spectrum: nos extraña el uso y método lúdico de nuestros antecesores y aborrecemos el de nuestros predecesores hasta el punto de censurar un estilo de juego que, por el tiempo o los estímulos del momento, no nos pertenece. Hay cosas positivas en el sistema de juego de esos chavales y creo que, por ejemplo, ellos van a ser los que tiren abajo la pared que impedía pluralidad entre sexos en relación con los videojuegos. En mi generación, probablemente en la vuestra también, las madres y padres del momento inculcaban a las niñas que las consolas eran de niños y nosotros lo veíamos hasta cierto punto normal, pero parece que eso, por suerte, se acabará extinguiendo con el tiempo y será gracias a esas generaciones, no a la nuestras.

 

El recuento de generaciones es propio, no me hagan mucho caso, pero sí es cierto que entre esa generación de jugadores nacidos entre la los sesenta y la década pasada lo único que tenemos en común es una inquebrantable pasión por el videojuego, aunque lo entendamos de forma distinta. Ni es mejor ni peor, es otra, igual que la tuya, la suya, la mía o la de los que vendrán. ¿Se añadirán al carro de jugadores habituales cuán corderos? Creo que todos acabamos entrando de una u otra manera en la industria con sus cambios, y seguro que esos chavales acabarán deseando experiencias mayores a las que ven en sus tabletas o móviles prestados por sus padres, ¿pero y si realmente no la quisiesen?

 

RU MSX

La Reunión de Usuarios del MSX de Barcelona junta a varias generaciones amantes del famoso ordenador japonés


Doy por sentado que la idea comentada por un servidor está más que estudiada en las altas esferas de la industria, y seguro que se intentará luchar en pos de establecer y hacer entrar a esos futuros clientes en un círculo más estandarizado de la industria, pero no descartemos que el estándar mute hacia esa nueva forma de entender los juegos de la chavalería y no nos demos cuenta de ello hasta que estemos lanzando pájaros contra paredes de ladrillos sin saber el motivo. Será entonces cuando podremos decir que nuestra partida ha terminado, pero jugar a adivinar resulta osado: juguemos a contemplar el devenir del tiempo y mientras tanto echémonos unas partidas on-line para pasar el rato.


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