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Assassin's Creed Valhalla me ayuda a apreciar la belleza del mundo real

Entrenando el ojo y la mente
Por Rafa del Río

Assassin's Creed Valhalla es, posiblemente, el juego más hermoso de cuantos he jugado hasta ahora en mi Xbox Series X. Tras varias actualizaciones y ajustes, no sólo el modo gráfico sino también el modo rendimiento han conseguido un impresionante aspecto en pantalla que demuestra que la nueva generación es algo más que tiempos de carga ultra-rápidos y SSD. Lo que más me llama la atención es que cuanto más realistas y bellos son los juegos en mi consola, más fácil me resulta contemplar la belleza en el mundo real y apreciar las luces, las sombras y los colores de la naturaleza y el entorno. 

 

grounded belleza

La belleza está en las pequeñas cosas

 

Contemplar las cosas por segunda vez

Hemos hablado mucho de la parte más positiva del disfrute de los videojuegos. Todo el tema de la socialización, la coordinación, la mejora del tiempo de respuesta, la agilidad mental y demás beneficios; sin embargo, creo que hasta ahora nunca habíamos tratado un tema que lleva llamándome la atención desde los tiempos de Xbox 360 y PS3. Cómo los videojuegos nos enseñan a ver el entorno con otros ojos, o mejor dicho con los mismos ojos, más entrenados y dispuestos a contemplar lo que nos rodea con atención, descubriendo en cada rincón algo más de lo que estamos acostumbrados a dar por hecho que está ahí. Algo que Grounded sabe hacer especialmente bien.

 

No sé si será un fenómeno común o estoy como una cabra, pero gracias a los videojuegos difruto cada vez más del mero hecho de contemplar, o mejor dicho de volver a contemplar las cosas como si las viera por primera vez. Todo se remonta al primer Gears of War de Xbox 360, más concretamente a la fase de la lluvia en la fábrica abandonada. Le comenté a mi mujer que los brillos me flipaban aunque fueran irrreales porque en la vida real las cosas no brillan tanto, y nos dimos cuenta de dos cosas. Una: llevaba años sin fijarme en el mundo que nos rodea, y dos, necesitaba gafas porque además veía menos que un gato de escayola. 

 

valhalla entrenar el ojo

 

Entrenando el ojo y la mente

Una de las cosas que más me gustan de los videojuegos es que nos acercan a nuestra infancia de forma positiva según la forma en que nos enfrentemos a ellos. La curiosidad, la imaginación o esa forma de contemplar el mundo como algo nuevo y fascinante... todas estas son virtudes que tenemos de pequeños y que, cuando crecemos, vamos perdiendo. Con la edad ya no tenemos tiempo para meter la cabeza bajo un árbol de Navidad y contemplar las luces imaginando un diminuto mundo de hadas, no podemos pararnos a observar la caída de una hoja como hace Tolkien en sus libros, y empezamos a dar por hecho lo que nos rodea. Esto hace que miremos sin ver, que nos conformemos con la información almacenada en nuestro cerebro, mucho más asequible que la decodificación de la inmensa maravilla que es el mundo real, el rostro de nuestros seres queridos o la caída de la lluvia. 

 

Los videojuegos sirven para entrenar nuestro ojo y nuestra mente y evitar que perdamos esta maravillosa capacidad de obervar que poseemos de niños. Nos obligan a estar atentos al entorno en el juego, y según mejora su aspecto, nos demuestra la belleza de la naturaleza de forma digital para animarnos a contemplarla con otros ojos una vez apartamos la mirada de la pantalla. Esto me ha vuelto a resultar terriblemente claro al jugar a Assassin's Creed Valhalla. El trabajo visual, la niebla, la lluvia, el juego de luces, las sombras, la vegetación, las flores y los colores se han convertido en un cuadro animado que no sólo disfruto cuando juego, sino que además me reta a encontrar ese mismo rayo de luz, esa mota de niebla, esa nieve reflectante y esas flores de colores imposibles en el mundo real mientras llevo a la niña al cole, a mi pareja al trabajo o vuelvo de la compra. 

 

Os animo de corazón a disfrutar no sólo de la belleza en el videojuego, sino también a buscar su réplica en el mundo real, que sigue siendo la fuente de la que beben todas las obras. Es un momento jodido por múltiples razones, y justo por eso el mejor para maravillarnos de lo que nos rodea. Volved a contemplar a vuestros seres queridos como si fuera la primera vez que los veis, observad las motas de polvo bailando junto a la ventana a la lenta cadencia de un rayo de sol. Son pequeños desahogos, momentos de respiro que gracias a los videojuegos, gracias a Valhalla, he vuelto a valorar como cuando era niño.

 

¡Nos leemos!


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