Aprendamos a pasar página

Llevamos unos cuantos días viendo noticias sobre The Witcher 3 Blood and Wine y sobre cómo este segundo DLC es el punto y final de CD Projekt con el juego y con la saga por el momento. Ya dijeron en su día que esta era la última aventura de Geralt de Rivia y que pensaban cerrar su historia de la mejor forma posible (algo que consiguen, en mi humilde opinión), pero eso no significa que vayamos a aceptar fácilmente el final de una saga que nos ha dado varias alegrías, sobre todo en el tercer juego. 

 

Es un fenómeno bastante curioso, este. Los fans de los videojuegos llevamos mal las despedidas y los cierres y, por mucho que se nos diga que este es el último juego, pedimos siempre un poco más y no quedamos casi nunca contentos con los finales, sean mejores o peores. Mass Effect 3 es un ejemplo, pero más recientemente tenemos el fenómeno por partida doble, tanto con el ya citado The Witcher 3 como con Uncharted 4. No somos capaces de pasar página, y claro, eso lo aprovechan bastante bien las empresas.

 

 

Nada puede impedir que una compañía lance secuelas una detrás de otra porque está claro que es el modelo funcional de la industria cultural. El cine, la televisión y los videojuegos están contagiados de la secuelitis más extrema que jamás hayamos visto y hay cincuenta películas de Transformers, series con 20 temporadas que no acaban nunca y videojuegos que van por la decimoquinta entrega sin ninguna vergüenza. Aunque puede que Final Fantasy solo conserve el juego entre un secuela y otra, solo la nomenclatura ya le pesa mucho a la saga a la hora de seguir adelante. Imaginad lo que pesa hacer una continuación directa dentro de un estudio. 

 

Y creo que un gran culpable de esta situación es el usuario medio que pide más y más y no parece conformarse jamás. Todos somos un poquito así porque estamos educados en una cultura de consumo que nos empuja a vivir así todo lo que nos rodea, sea comer o jugar a la consola o leer un libro. Como jugador y como persona, me cuesta mucho sentirme satisfecho y creo que pocos juegos realmente me han dejado completo. Y creo que esto no se debe tanto a la calidad de los mismos como a nuestra mentalidad a priori. 

 

Quizá ha llegado un momento de madurar como jugador y de empezar a sentirse un poco más agradecido con los productos, aún con sus defectos y sus problemas dependientes de la industria del videojuego que nosotros hemos empeorado también con nuestro granito de arena (con nuestro dinero gastado en el décimo Call of Duty de la década, por ejemplo). Es la única manera de que podamos pasar página con juegos como The Witcher 3 y de que estudios que realmente quieren hacer algo distinto puedan hacerlo sin sentir una culpa o una presión por la editora que tienen por encima y que presiona para hacer otra secuela más. 

 

 

No me cabe la menor duda de que tendremos un Uncharted sin Naughty Dog o un Dark Souls más sin From Software o un nuevo The Witcher tarde o temprano, por lo que renunciar a nuestro chute de sagas va a ser complicado. Al fin y al cabo, nos gustan esos juegos, ¿por qué privarse de ellos? Y sin embargo, no puedo dejar de pensar en qué pasaría si tuviéramos menos secuelas, más juegos originales y segundas partes que llegan tras un montón de tiempo de reflexión e introspección con respecto a los personajes, la jugabilidad y sus mundos.

 

No es cosa nuestra, de los jugadores, el permitir que los juegos respiren todo lo que necesiten entre sus partes, pero quizá algo de importancia tenemos. Nosotros pagamos por los juegos, y eso es lo que importa a las grandes compañías. Son muchos los casos que nos han demostrado que tomarse más tiempo ayuda a las franquicias y que eso hace que vendan más por la magnitud de su progreso. Hablo de GTA como saga y de Valve o Blizzard como empresas, por ejemplo.

 

No todo el mundo se pueda permitir sus desarrollos, claro, que eso es otro problemón para otro día... Tanto como pasarse de pacientes y hacer como con Half-Life 3...

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