Antes que Overwatch, ahí estaba Team Fortress 2

Sigo jugando a Overwatch como un poseso, y aunque el tirón inicial se viene convirtiendo en rutina para la sobremesa o las horas muertas al final del día, me sigue pareciendo un juego fantástico al que dedicaré demasiadas horas durante demasiado tiempo hasta que otro FPS de este palo lo sustituya. Como yo, seguro que mucha gente se encuentra igual, y aunque hay competidores por delante (como el Paragon de Cliff Bleszinski), es inevitable echar la vista atrás para ver cómo hemos llegado a esta situación.

Alguno quizá quiera acordarse de Quake III para hablar de Overwatch, por aquello de la jugabilidad rápida y accesible que en el fondo tiene mucha profundidad; pero no hace falta irse tan lejos y solo hay que mirar a la gran competencia, cada vez en más sentidos de Blizzard: a Valve. Team Fortress 2 es el gran antecedente de Overwatch, y seguro que muchos que han jugado durante años al FPS de héroes antes de que se llamaran así ven parecidos que casi rozan la imitación.

Cualquiera en sus cabales verá que ambos juegos son primeros hermanos hasta en el modelo de negocio y desbloqueables (si bien ahora Team Fortress 2 es free to play), pero es en los personajes, en los mapas y en la jugabilidad donde realmente se asemejan mucho. Overwatch puede colgarse la medalla (de oro) por haber simplificado y hecho mucho más accesibles los complicados tejemanejes que tiene Team Fortress 2 en torno a sus personajes, sus tácticas y sus variantes, pero la base ya la puso Valve. Y hay que reconocérselo siempre. 

Los mapas con caminos principales y otros secundarios para pillar desprevenido ya estaban ahí y los aprovechaban los ingenieros para meter torres, del mismo modo que las muchas alturas eran el terreno de los Scout y los espacios amplios, un despiporre entre Soldier, Demoman y Heavy con médico a la zaga. Overwatch ha establecido muchas variantes y ha creado muchos más personajes que pueden aprovechar todas las ideas de Team Fortress 2 a lo bestia, simplificando su acercamiento.

Blizzard siempre brilla en eso: en hacer ver como sencillo lo que realmente se vuelve luego muy complejo. Y esto no es cosa menor y solo por ello Overwatch ya se merecería todos nuestros respetos: cualquiera entiende lo que hay que hacer, sabe que hay que tener un equipo equilibrado y que es posible vencer a un héroe con otro, por lo que ir cambiando durante el combate tampoco es nada grave ni de lo que estar avergonzado. Esto último quizá todavía no esté en la mente de todos los jugadores, pero poco a poco...

Así que mientras nos rendimos a los pies de Overwatch, intentemos ser consecuentes y no quitar méritos a nadie, ni al juego en sí ni a quienes establecieron las bases de las que parte. Igual que no hay que olvidar a Defense of the Ancients cuando hablamos de DOTA 2, hay que reconocer que Overwatch explica mejor lo que Team Fortress 2 puso sobre la mesa. Y, esto ya es algo muy personal, es más fácil engancharse a un juego que acaba de empezar y que voy a ver crecer que a uno que tiene una comunidad con casi 9 años de vida y en la cual me cuesta introducirme a estas alturas.