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Anita Sarkeesian y el debate del sexismo

A este ritmo, sólo se polarizarán ambas partes
Por Dayo

Anita Sarkeesian ha sacado un nuevo vídeo de su serie Tropes vs. Women in Videogames. Esta mañana varios periodistas han estado comentándolo en Twitter y, en base a la opinión de uno de ellos, que asegura que ha mejorado muchísimo, he decidido darle una oportunidad y verlo.

 

No he llegado al minuto seis.

 

Empecé a seguir a Anita Sarkeesian cuando anunció su webserie. El sexismo no era un tema candente que ocupase varios artículos, discusiones y demás. No se criticaba a los juegos porque las protagonistas tuvieran los pechos grandes, nadie parecía tener un problema con todos esos planos que apuntaban al culo del interés romántico… vais pillando la copla. Me interesaba ver lo que Sarkeesian tenía que decir porque esa misma ausencia de debate me parecía un agujero importante en nuestro medio.

 

Cuánto ha llovido en tan poco tiempo.

 

No me considero sexista, pero también es cierto que la mayoría de nosotros, pobres e inútiles mortales, nos negamos a aceptar nuestros defectos, de modo que quizá en el fondo de mi corazón la única diferencia para mí entre una mujer y una muñeca hinchable sea la capacidad de hablar y el estar hecha de carne y hueso. No lo sé. Lo que sí se es esto: coincido con Anita Sarkeesian en que hay un problema con los videojuegos y el sexo. Si alguien me pregunta si los personajes femeninos merecen un mejor tratamiento en la inmensa mayoría de los títulos, diré que sí. La propia industria tiene miedo incluso de darnos una protagonista femenina porque parece ser que eso no vende a pesar de que Lara Croft sea una de las madres del videojuego moderno y haya dado luz al género de las aventuras. De hecho, en los seis minutos que aguanté coincidí con Sarkeesian cuando presentó la campaña de Hitman: Blood Money, que mostraba a las mujeres muertas en posturas más evocadoras mientras que los cadáveres masculinos eran simplemente eso: cadáveres. Es más, Hitman Absolution me llamó la atención con un tráiler protagonizado por unas monjas innecesariamente sexys. Pero si hay algo que suelo repetir una y otra vez es que no importa el “qué” sino el “cómo”.

 

AS1

Aquí no te discutiré, Sarkeesian.

 

Es importante analizar a Anita Sarkeesian y, pensándolo bien, recomendaría a la gente que viese al menos un solo vídeo de su serie Tropes vs Women in Videogames, aunque sea la mitad. Hacer esto es importante porque Sarkeesian y su webserie simbolizan la situación actual del debate sexista, con todo lo bueno y todo lo malo. Empezaré diciendo esto: Anita Sarkeesian manipula los hechos para sacar las conclusiones que ella quiere. No es una investigación fiable y sus vídeos están muy lejos de ser imparciales. Es feminismo en el sentido más infame: no hacia la igualdad sino hacia la idea de que la sociedad odia a las mujeres y ojalá todas se callaran y se dejasen hacer. No es la primera persona que lo hace ni será la última y, sin ir más lejos, el conocidísimo y reputadérrimo cineasta Michael Moore hace esto con sus documentales.

 

El problema, sin embargo, es que a muchos les molesta el debate del sexismo en los videojuegos. Algunos simplemente se niegan a aceptarlo mientras que otros creen que es un tema exagerado e innecesariamente sempiterno. Arrojarse contra ese grupo para buscar apoyo no va a dar muchos resultados. Ya lo dije hace un tiempo: nos hemos visto eclipsados por los pechos. He visto artículos que sacan problemas de la nada, que de pronto hablan sobre la cultura de la violación o que dicen que “eso es opresión” cuando en realidad pueden llegar a ser elementos intencionales para llegar a un punto en la obra. Alguien escribió sobre cómo un tráiler de Castlevania: Lords of Shadow 2 evocaba imágenes de violaciones y que era inadmisible que un juego donde controlas a Drácula, el señor de la noche, un vampiro desalmado que se alimenta de la sangre de los humanos y que se pasa todo el juego matando a cuantos se interponen en su camino, mostrase una escena en la que le chupan la sangre a una mujer como si fuese una violación. Porque el sexo nunca ha tenido nada que ver con los vampiros. Jamás.

 

Pero eso es anecdótico. En realidad quizá lo esté pintando como si no pudieras dar un paso sin cruzarte con alguien gritando “sexismo”. Pero el problema es que, como los vídeos de Sarkeesian, estos artículos llaman mucho la atención y, aunque igual que ella, dicen a veces verdades como puños, luego deforman su mensaje o toman una referencia que no tiene nada que ver y entonces de pronto no estamos hablando sobre sexismo en los videojuegos sino sobre la visión imparcial de alguien que raya en la paranoia. Se cae todo, la gente deja de escuchar.

 

AS2

Shepard, un hombre con visión.

 

El problema de ser tan prominente cuando se habla es que la gente encuentra fallos muy pronto. Dos cerebros piensan mejor que uno y mil pensando a la vez son capaces de desmontar todos tus argumentos si no tienes cuidado, y Sarkeesian no lo tiene. Lo que tiene es un Kickstarter que ha recaudado 158.922 dólares para hacer una serie cuyo último capítulo empieza hablando sobre la prostitución femenina y cómo su mera presencia es un golpe terrible contra las mujeres en los videojuegos. La prostitución en sí misma es terrible, pero resulta que muchas prostitutas son mujeres. Date un paseo por la calle y dime cuántos hombres te encuentras vendiendo su cuerpo, porque yo ya he visto unas cuantas mujeres haciéndolo y tampoco es que haya tenido que buscar. Si me dices que las prostitutas mostradas en Metro: Last Light, que tienen unas exageradísimas físicas en sus pechos, o que su escena de sexo, salida de ninguna parte en el último tercio del juego, son algo totalmente gratuito, te apoyaré. Pero no abras el vídeo con un personaje en un entorno medieval diciéndole a otro “coge a una puta y pásatelo bien” de forma jocosa como si dijeras: “Oh, mirad la opresión. Mirad lo sexistas que son los desarrolladores”. Así lo único que vas a conseguir es que la gente llame la atención sobre ese y otros tantos argumentos vacíos que utilizan y que tu mensaje te golpee en la cara. Todos los que están hartos de oír hablar sobre el trato a las mujeres te ignorarán porque eres otra persona más que suelta la palabra “misoginia” como si lo necesitase para sobrevivir.

 

Hay sexismo en los videojuegos. Eso es algo que no voy a negar. Pero hay mucha gente dispuesta a lanzar el grito al cielo por nada. Hace poco apareció un tuit en el que una chica consideraba que una invitación a un café mientras estaba en la biblioteca era machismo. Machismo. Un café. Machismo.

 

Machismo.

 

Oh, dios, estoy cabreado.

 

El problema es que cuando esta gente no para de hablar del sexismo, se les asocia al tema y, cuando los tienes junto a aquellos que llaman la atención sobre asuntos que de verdad necesitan revisarse, entonces el mensaje se diluye. Todo se mezcla y de pronto la gente tiene la impresión de que ese primer grupo es el único que habla de sexismo.

 

Analizar a Anita Sarkeesian es hacer una radiografía de la situación actual del sexismo. Es un tema que se tiene que tratar con cuidado, no porque sea discriminación sino porque hay mucha gente que, de base, lo rebatirá. Si Anita hablase sólo mostrando casos de sexismo real, entonces quizá la gente escucharía más. Si no se escribieran artículos sensacionalistas hablando sobre cómo hubo más cabezas cortadas que mujeres presentes en el pasado E3, quizá la gente escucharía más. En vez de señalar cada vez que mire a los pechos a una mujer y gritar “¡opresión!”, quizá sea mejor bajar un poco el ritmo. Tengamos una charla tranquila, hablando sobre todos esos diseños exageradamente sexualizados, esas tramas románticas forzadas sin sentido, esos pechos saltarines. Seguro que no es tan mala experiencia. El café lo pago yo.


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