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Amor, videojuegos y por qué sigo siendo virgen...

...En los juegos de Bioware
Por Rafa del Río

El otro día, hablando con alguien por twitter acerca de feminismo, videojuegos, y todo ese tema que sigue siendo una asignatura pendiente para 'ambos bandos' a día de hoy, una recién conocida y futura amiga -espero- me comentaba que le reventaba mucho cómo tratan el amor en el mundo de los videojuegos. Me quedé pensativo un rato y llegué a la conclusión de que de ahí podría sacar un buen tema, porque... ¿Cómo se trata el amor en los videojuegos?

 

Evitemos la polémica

Obviamente, hablar de amor te pone a día de hoy en el punto de mira de varios discursos dialecto-epilépticos que le pueden buscar la ruina al más pintado. Si estamos en un momento en el que se puede decir que Batman es machista por tener que rescatar a no sé cuál compañera -aunque también tenga que rescatar a Robin- imaginaos la que me puede caer si me da por hablar de amor en plan 'tradicional', el de la princesa salvada y las consecuentes nupcias, las perdices y el enano bajo el refajo a los doce días del matrimonio. 

 

Así que, antes de que venga Anita Sarkeesian a decir que esto va de preñar a todas las mujeres que pueda en un refugio postnuclear, aviso que voy a hablar del amor tal y como lo plasman en los videojuegos, lo que hay, y punto. Así que, por favor, nada de liármela, que nos conocemos... Pues eso.

 

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Y tranquilos: Voy a hablar de varios videojuegos, pero no voy a hacer spoilers.

 

Amores entre comillas

En este sentido, y yendo a los inicios, hay que comprender que la sencillez de las primeras tecnologías no daban para tirar cohetes en el ámbito de la historia. Aquí Anita se nos podría gorda de orgullo al tener que darler la razón porque, en efecto, en los primeros videojuegos el 'amor' -entrecomillado y mirado de reojo con mucha suspicacia-, era más una justificación del tipo 'los malos han secuestrado a tu novia y debes aporrear a los enemigos hasta que te devuelvan lo que es tuyo'. Juegos como Donkey KongVigilante, Super Mario Bross. Toki o Kung Fu Master bebían directamente de ésta premisa, la de salvar a la chica, como justificación para liarnos a mamporros con todo lo que se cruzara. 

 

Un sin Dios a día de hoy con un planteamiento de damisela en apuros que haría rechinar los dientes a más de uno y más de una, pero con broma final si atendemos al nombre original de Kung Fu Master, que no es otro que Spartan X una clara alusión al mito del que surge esta mecánica de la damisela en apuros: ¿Os acordáis de Helena de Troya, cuya belleza hizo zarpar no sé cuantos barcos de Esparta para que su marido, Menelao, la 'rescatara' de las garras de Paris y las coñitas de Afrodita, que tenía demasiado tiempo libre? Pues eso. Y ya que hablamos de inspiración clásica, ahí tenéis Dante's Inferno, un giro de tuerca al damiselismo en apuros que bebió directamente de La Divina Comedia de Dante Alighieri. Y es que al final está todo inventado...  

 

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Amor como mercantilismo

Afortunadamente la cosa ha evolucionado mucho -me perdonaréis que dé el salto pero si no, vamos a estar aquí hasta mañana-, y el amor ha tratado de ser introducido en los videojuegos con mayor o menor fortuna para conectar con esos sentimientos que todos los jugadores, antes o después, llevamos dentro. 

 

En este sentido toca capón para los chicos de Bioware y su concepto del amor como una transacción mercantil que culmina, como la compra venta, con la entrega de 'la cosa'. Y es que lo decía al principio: sigo siendo virgen en los juegos de Bioware porque no me gusta su concepto de 'amor' y de relaciones sociales, pero eso no significa que no se adecúe a lo que otros puedan pensar ni sentir. 

 

Al mismo nivel de ese amor a lo Bioware podemos encontrar el 'amor' que plantean juegos como Elder Scrolls -ponte el amuleto de Dibella y listos-, Fable o, el 'mejor' de todos, Fallout 2, en el que podías casarte con miembros de ambos sexos para luego venderlos a un esclavista. 

 

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Amor romántico

El amor romántico -entendiendo romántico como obsesión adolescente y no como pegarse un tiro a los 25 para que tu poesía se haga famosa- es coto casi exclusivo de los japoneses, con mención especial de Atlus y Square Enix. Es un tipo de amor que bebe directamente del anime, que en esto ya llevan unos añitos de expertos, y que ofrece una mayor variedad que el concepto del pagafanteo de Bioware

 

Final Fantasy, Kingdom Hearts, Phantasy Star, Persona, Tales of Whatever, Ni No Kuni o 'inserte aquí su RPG que le encogió el corazón' son claros ejemplos de esas historias románticas, generalmente intensas, que en la adolescencia y la juventud nos dejaron con la capacidad de respiración de un evanbaboso en pleno pestañeo de Rei Ayanami

 

Sin embargo, me perdonareis, si tuviera que elegir una historia de amor japonesa en esta línea me quedaría, con perdón del paseito espacial de Eyes on Me y el churri, con ICO y toda su gloria, final de 'cómo mola, joder' incluído. 

 

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Amor en mayúsculas

Los videojuegos japoneses son especialistas en eso del amor, aunque es un amor tradicional, intenso, duro y, generalmente, trágico. A su lado, y con permiso de 'el amor que me despierta el amor' en las obras de Fumito Ueda, hay otros juegos que han conseguido engancharme mucho más por sus historias de Amor que los ya mencionados. 

 

En primer lugar -que no el más importante-, pondría Darkness y su planteamiento natural de lo que es una pareja. Los monólogos de Jackie Estacado en los tiempos de carga, su historia, su final y ese momento impagable viendo dibujos animados en casa de Jennie el día del cumpleaños de Jackie. Sí, vale, tiene ese tono desgarrado del amor según Byron, Bécquer o Poe, pero no deja de ser una maravilla. 

 

Junto a él me quedaría con Enslaved: Odyssey to The West y la particular historia de Sung Wukong y 'su captora' en una odisea impresionante y una relación entre los personajes que alcanza su punto álgido en el final, al que llamar apoteósico es poco. Siguiendo con Ninja Theory, de aplauso la relación de amor -que no de tipo sexual-, entre Noriko y Kai. Y es que el amor va más allá del intercambio de fluídos del que hablan en Demolition Man, y eso me lleva al último epígrafe:  

 

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El Amor Verdadero

'¿Y por qué el pirata Roberts no te mató' le pregunta Buttercup al chico. El chico sonríe 'porque le dije que creía en el Amor Verdadero'

 Sin embargo, que me perdone William Goldman, el amor verdadero es mucho más que una princesa prometida y un Íñigo de Montoya armado con una espada forjada para un hombre con seis dedos. 

 

Por eso,si hablamos de Amor Verdadero, tendré que acudir a los juegos que de verdad me han sacudido como si me dieran con una maceta  en la nuca y cuyos finales me han dejado boqueando como un camarón a punto de saltar a una tortillita. Pocas menciones, más serían un despilafarro, a Yakuza y The Last of Us y ese giro de tuerca a The Road con una camino de redención de un padre amargado y la que se termina convirtiendo en su hija adoptiva. La demostración de que quitarse de encima a Amy Hennig y su concepto del amor a lo Drake fue lo mejor que hizo Naughty Dog en mucho tiempo. 

 

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Junto a The Last of Us, Bioshock 2 y Bioshock Infinite y la relación entre sus protagonistas, la brutal evolución y el apoteósico final, que demuestra, una vez más, que amor hay de muchos tipos y esto no va de quién se acuesta con quién... Obviamente. A este nivel podríamos incluír también Farenheit y Heavy Rain, aunque se nos quedan un poquito por debajo de lo hablado.  

 

Me dejo muchos, por supuesto, ahí está The Witcher 3: Wild Hunt y su tóxica relación con Yennefer o los amores que surgen en el mundo real en diversos MMORPGs. Sin embargo, a lo que voy con éste artículo es a que el amor en los videojuegos no está tan mal plantado como podemos pensar, y que hay muchos tipos de amor más allá del de dos personas que tienen ganas de restregar genitales a ver qué pasa. Sigo esperando ese juego del que habló Jade Raymond en el que pueda ser una madre que debe sacar adelante a sus hijos, pero a la espera, me congratula ver que al menos la paternidad ya está presente en el mundo del videojuego. Ahora nos queda evolucionar y recodar que también hay mujeres en este mundo, y no todas son hijas a las que adoptar.

 

¡Nos leemos! 


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