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Algunos juegos no deberían lanzarse jamás

Cuando las buenas intenciones se dan con la realidad
Por Rafa del Río

Algunos juegos no deberían ver la luz jamás. Es una aseveración dura, pero no por ello menos cierta, y no la hago mosqueado con el mundo ni en base a gustos propios. Ni siquiera porque me sienta estafado por la última compra que he hecho en Playstation Store. No. Algunos juegos no deberían salir jamás porque hacen daño, y mucho, al mercado, a la confianza en la industria y a los títulos futuros que podrían haber sido algo mucho mejor. 

 

Este es el caso de Wander

Comencé a seguir el desarrollo de Wander hace ya más de un año, cuando se prometía como una alternativa pacífica a los MMO al uso entregándonos un paraiso tropical con una fuerte inspiración preciosista en el que el buen rollo, la armonía, el espíritu de las pelis de Ghibli y la influencia de las canciones de Enya nos harían ir como locos a su refugio, amparándonos del duro día a día o simplemente tomándonos un descanso de tiroteos y demás frenesí de otros videojuegos menos concienciados con la no violencia y la paz. 

 

Seguí las promesas entusiasmado, tal y como hice también con No Man's Sky, pero cuando la cosa empezó a torcerse y la compañía empezó a recular sobre todo lo que el juego incluiría empecé a perder interés. Cuando finalmente salió en junio del año pasado estaba demasiado centrado en The Witcher 3 como para darle una oportunidad, y acabé olvidándome de Wander. Hasta ayer. 

 

Ayer vi Wander en las ofertas de mayo de Playstation Store y decidí darle una oportunidad. Siete euros y pico, ¿qué podía salir mal? Grandes parajes paradisíacos, la posibilidad de explorarlos a mi antojo transformando a mi avatar bajo varias formas a cual más mística, y hacer amiguetes nuevos sin estar pegando tiros ni viendo sangre por todos lados. Prometía, así que lo compre...

 

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...Y ahora me siento estafado

Los magníficos escenarios de los que la desarrolladora no dejaba de hacer alarde se convierten, en Playstation 4, en poco más que un reflejo de los entornos de la saga Risen con los mismos acabados toscos y las mismas luces intermitentes y de bajo rendimiento que hacen que las sombras petardeen a cada paso que damos. La promesa de interactuar se ha roto, ya nadie pasea por una isla que guarda el mismo encanto que una servilleta de bar usada, y si de suerte das con alguien en ese entorno inhóspito y vacío, sólo puedes comunicarte con él a través de un sistema férreo que invita a la introversión o, directamente, a cambiar de juego. 

 

El atractivo de investigar la isla, en general, es cero. Los pocos elementos a favor que podría contar la imaginativa forma en la que han diseñado el paraje se caen por culpa de la soledad y el abandono del escenario, la terrible forma que tienen los personajes de moverse y la sensación de que estás olvidando algo, de que tu mando está roto o de que el juego tiene un bug y por eso se mueve tan mal

 

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Una desidia absoluta

Mala jugabilidad, peor concepto del online y una falta absoluta de atractivo se unen a la desidia de su desrrolladora, que ha pasado absolutamente de dar soporte a su juego y ha permitido que siga criando bugs sin hacer nada para solucionarlo. Si el lagarto se te queda cogido y no quiere nadar, no puedes hacer absolutamente nada por evitarlo, si las transformaciones no aparecen en la cueva, te aguantas, y si los marcadores cambian de sitio a su libre albedrío, la vida es dura. 

 

Una actitud muy fea la del estudio, que prometió actualizar el juego, mejorar la jugabilidad y solucionar los errores pero que no ha hecho absolutamente nada de lo prometido y nos ha dejado con un juego roto en el que todo lo que podía funcionar mal funciona mal y en el que no han tenido ni el más mínimo cuidado a la hora de convencernos de que todo ese rollo del pacifismo podría ser una buena idea.

 

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Lo peor, el daño

Wander es realmente insulso y funciona terriblemente mal, pero esto no es lo peor de la situación en sí. Lo peor, junto a esa falta de interés en el jugador de la que han hecho gala sus creadores, es el daño que su lanzamiento ha hecho a la industria en varios sentidos. 

 

En primer lugar ha hecho daño porque, como jugdores, nos ayuda a perder la confianza en Playstation Store, una plataforma que debería asegurarse de que los contenidos que ofrecen, al menos, funcionan. En segundo lugar, porque demuestran que aquí lo importante es, una vez más, el dinero, y que nadie va a apostar por el jugador una vez le han sacado los cuartos. Y por último, daño porque han tenido una buena idea y la han sacrificado en pro del trabajo mal hecho, las prisas y las ganas de ganar dinero. Si ahora alguien quiere retomar la idea y lanzar un MMO no violento de buenrllismo y paz canutera, lo más seguro es que el público lo mande a la mierda... y con razón. 

 

¡Nos leemos!


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