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Al jefe de Activision le asusta una peli de Call of Duty

Palomitas de maíz
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Mientras que las novelas y los cómics han traspasado la frontera del papel para llegar al celuloide con más o menos fortuna, el mundo del videojuego tiene en este trasvase un estigma dificilísimo de purgar. No son pocos los films que en este sentido han hecho un daño tremebundo al a credibilidad del fan, ansioso por ver su juego favorito interpretado por gente de carne y hueso. De nada sirve que suenen nombres como Bob Hoskins, Ben Kingsley o Jean-Claude Van Damme si el resultado va a ser paupérrimo... y eso es algo que parece tener muy en cuenta Bobby Kotick, el mandamás de Activision, que se niega a que Call of Duty pegue el salto de marras:

 

Las películas basadas en videojuegos raramente complacen a los fans devotos, y puede mancillar la marca"

 

Así lo ha soltado en una extensa entrevista para el diario New York Times, donde se despacha a gusto dejando pocos títeres con cabeza. Pero lo más curioso es el detalle de la negativa radical hacia la circunstancia de convertir Call of Duty en una película, máxime cuando estamos hablando de una Activision que se caracteriza por lo que le gusta el dinero calentito. Un film basado en la franquicia creada por Infinity Ward a buen seguro que atraería a propios y extraños a la gran pantalla, pero lo cierto y verdad es que a Kotick no le falta razón.

 

 

Más que probablemente el caso más sonado fue el de Super Mario Bros, una película en la que ni el nintendero más fanático sería capaz de excusarla en algún sentido. Fue tal el despropósito que incluso su protagonista, Bob Hoskins, continúa despotricando de ella hoy día. Cercana en el tiempo -pero bastante mejor en términos de calidad- estaba Street Fighter, un palomitero film con Van Damme de protagonista que, siendo sinceros, tampoco había por dónde cogerlo. Kiley Minogue y el desaparecido Raúl Juliá auguraban cosas buenas, pero Ryu y Ken convertidos en timadores y la cosa de los bisondólares terminaron por echar por la borda un trabajo ciertamente esperado.

 

Muy en la línea de Street Fighter estaba aquella Double Dragon con Marc Dacascos y el terminator Robert Patrick. Pero ojo, que estas tres obras son maravillosas si las comparamos con los engendros perpetrados por ese genio de lo involuntariamente absurdo que es Uwe Boll. El eterno texto de introducción de Alone in the Dark, las escenas intercaladas del videojuego en The House of the Dead, la estúpida épica de En El Nombre del Rey (basada en la saga Dungeon Siege), lo gratuito de todo en Bloodrayne, Far Cry, Postal... La verdad es que ninguna tiene desperdicio si somos conscientes de que estamos ante serie Z de la mala, pero tiene su miga ver en estas producciones a actores como Ben Kingsley, Jason Statham, Ray Liotta, Ron Perlmann, Udo Kier, Michael Madsen... cosas de los apoyos del gobierno alemán al cine a fondo perdido.

 

 

Mientras títulos como Resident Evil, la primera de Mortal Kombat, Hitman o las dos películas de Tomb Raider pueden gustar más o menos, la mayoría de los proyectos nacidos de la idea de trasladar al cine un videojuego suelen dar bastante sentido a los temores del jerifalte de Activision. Claro que pueden existir grandes excepciones como la notable Silent Hill o la más que aceptable Prince of Persia... pero lo normal es encontrarnos con bodrios de talla mayor que, siendo realistas, acaban dejando en peor lugar al mundo del ocio electrónico. Sigamos jugando pues...


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