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A Days Gone le ha sentado bien el retraso

Cambios que se notan
Por Julián Plaza

Bend Studio lo tenía difícil desde un principio. Su propuesta, exclusiva de PS4, mezcla dos temas sobradamente manidos esta generación: mundos abiertos y zombis.  Es por eso que desde su anuncio, en 2016, fui siguiéndole la pista con bastantes reservas, con la justificada convicción de que esto seguía presentando demasiadas semejanzas con juegos similares sin siquiera llegar a destacar por encima de ellos. Pero los desarrollos son largos.

 

A veces más de lo que se espera, y eso no siempre es malo. Days Gone tenía previsto estrenarse en 2018, pero era evidente que necesitaba unos meses de replanteamiento y redirección. La alpha con su primera hora de juego (estrenada en mayo) daba a entender que todo llegaría, a lo sumo, durante las pasadas navidades. Por suerte no ha sido así, se han revisado algunos elementos que no terminaban de funcionar y se han pospuesto las críticas hasta finales del próximo abril. Diría que está mereciendo la pena, ni que sea por este tráiler reconciliador.

 

 

Hoy el juego tiene un peso que lo acerca más a The Last of Us -está por ver si demasiado- que a State of Decay 2, y ha prescindido de las cifras de daño por impacto de bala, algo que no terminaba de convencerme como sí lo hizo en Horizon: Zero Dawn. La incorporación del tiempo bala parece ser un recurso acertado, visto el componente estratégico pero ágil que exige el control de hordas, aunque espero que sea un perk con limitaciones de uso. Si no abusaríamos de él.

 

También hemos podido ver cómo se comporta el juego con el sigilo. En la demo de la PAX South ha parecido ser un recurso más útil que entrar con todo, y me gusta además que te dejen preparar emboscadas fijando explosivos allá donde quieras. Creo que Days Gone ha empezado a encontrar su propia personalidad. Puede que me sobren los típicos y convenientes bidones de gasolina listos para estallar, y las fases de conducción siguen más en la sombra de lo que me gustaría, pero hay bastantes aspectos del juego que han dejado de arquear cejas. Esto va a mejor.

 

Days Gone

 

Seguramente todo el trabajo que quede por hacer se limite a la corrección de bugs y a las mejoras de rendimiento, pero esto ya tiene otra cara. Una compuesta por elementos genéricos y temáticas familiares, sí, pero que lo aleja de ser el juego que causaba indiferencia en 2018. Lo más interesante y distintivo ha sido comprobar que las hordas tienen un avance irregular, que se desvían y no funcionan del todo como un rebaño a lo Left 4 Dead. Hará falta más cabeza de lo esperado para salir con vida, y eso despierta algo que parecía imposible hace unos meses con Days Gone: curiosidad.


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