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Analisis The Legend of Zelda: Ocarina of Time 3D 3DS

Miercoles 15 de Junio de 2011 por Omar Álvarez
En la vertiginosa trayectoria del mundo del videojuego, asumir los costes y sacrificios de las nuevas tecnologías suelen causar estragos en nuestras frágil nostalgia. La evolución audiovisual, un auténtico asesino de leyendas y un problema que se debe enfrentar si esta industria pretende considerarse meritoria de la discutible categoría de medio artístico.

The Legend of Zelda: Ocarina of Time, nombrado de forma unánime el mejor videojuego de toda la historia, tenía un deber consigo mismo: pasar la nota de corte, diferenciarse de la leyenda por honores a la gloria por contexto. Y efectivamente, OoT está sufriendo el choque frontal entre asumir su jubilación tecnológica, donde paradójicamente el tiempo empieza a correr desde hace años en su contra (1998, tecnología precaria, ambición...) con preservar un derroche de carisma e inteligencia como nunca se había visto. Ni siquiera, 13 años después. Cuerpo marchito, mente intacta.

Vayan en advertencia, de que estoy escribiendo esta crítica a toro pasado, como fan absoluto, como usuario y consumidor, no como profesional. Y la escribo de esta guisa, con estos pelos, porque probablemente, esté realizando este análisis precisamente por haber jugado en 1998 a este juego. Es imposible distanciarse y también absurdo en un caso así: Ocarina of Time 3D también está diseñado para el nuevo jugador, pero sin duda es una recompensa al mérito y a lo que supuso la revolución en la arquitectura del videojuego original.

Para el escéptico y el anti-OoT, (nicho de agitadores real: el cegado por la era PSX, el pecero obnuvilado ante sus resoluciones imposibles o el fan dogmático que tildaba OoT de remake de A link to the Past...) los años han demostrado que la obra maestra de Shigeru Miyamoto no ha sido producto de la sobrevaloración colectiva o de las expectativas puestas por crear un mito. Nunca se había visto un universo tan vivo, tan orgánico, hasta el punto en el que el paso del tiempo (los 7 años en el limbo de link) repercuten en los personajes, el mundo y sus acciones.

Este diseño vertical, esta nueva dimensión es el eje de un juego. El guión enternecía por su epicidad, pero no nos engañemos, se trata de una fábula sencilla con personajes muy contrastados (salvo alguna muerte ocasional). El valor de Ocarina of Time se encuentra en las sensaciones a través del mando, no de las imágenes: la dimensión de sus puzzles, las conexiones de su mundo, la utilidad de cada uno de sus ítems y el entorno, el combate y su integración en tiempo real en la aventura. Su pragmatismo en general.

Por su puesto, más allá de una fórmula jugable impoluta y una puesta en escena rompedora, su carisma es otro factor diferencial. Hubo más Zeldas, pero todos menos majestuosos, más pequeños y sin esta insana ambición. Los atardeceres de Hyrule, la inolvidable banda sonora de Lost Woods y su mecánica estereo para encontrar la salida correcta, tener que pescar un pez y utilizarlo como ofrenda para entrar en un templo-ballena, redescubrir el uso de la ocarina y sus temas para manipular el entorno e incluso evocar recuerdos... Ocarina of Time es un cruce de ingenio y situación, algo que con los días bajos que la industria del videojuego en términos creativos esta sufriendo, no sobra rescatar.

Esta sagrada reedición del mito, es casi tan inteligente como lo fue en 1998. La magia sigue inerte en cada esquina de hyrule, en cada rincón cargado de libélulas y la tecnología en 3D se recrea en dar a su universo de mayor credibilidad. Su mundo es ahora más bello, pero no se ha destruido el origen: no verás las plazas abarrotadas de NPC, no encontrarás agua dinámica, pero sí animaciones retocadas, texturas redibujadas y un cambio en la paleta de colores para no distorsionar tu recuerdo original, simplemente mejorarlo: No se ha pervertido el mundo de Ocarina of Time, si no que se ha ampliado con sentido común.

El modo boss battle y la opción de visitar las estatuas sheykah para recibir una resolución de los puzzles son pequeños apoyos que la tecnología en 2011 puede ofrecer, así como una evolución de las súper guías, o lo que es lo mismo, lo que Nintendo quiere proporcionar a sus usuarios una vez que han comprado el producto: comodidad y calidad. El poder equipar o desequipar objetos en la pantalla táctil, el mapa visible, la limpieza de iconos en la pantalla superior o el uso del giroscopio, son pinceladas de perfección: invertir el tiempo y las posibilidades en mejorar lo inmejorable.

Ocarina of Time se encuentra en el olimpo del videojuego. En 1998, era aquel joven Link aventurero, valiente e inocente, que sale por primera vez a la estampa a recorrer el camino del héroe, sin afrontar los peligros del tiempo. Ocarina of Time 3D es la señal de la madurez, del recorrido, de asumir el papel de mito y de saber mantenerse recto y en el trono. Un trono, definitivamente merecido.

NOTA FINAL: *


*Mundogamers.com no puntúa re-ediciones. Si realizamos una excepción con Ocarina of Time, es por puntuar esta edición en su año original, ya que la propia web no existía en 1998. Por su ejecución y respeto a la obra original, esta reedición se merece la misma nota que los integrantes de la redacción que en su momento jugamos a Ocarina of Time otorgaríamos al original: Un aplastante 10 sobre 10.
1998

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