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Los 90 siguen vivos
Sábado 15 de Julio de 2017 por Dayo

Llego a una isla, un reducto de la naturaleza cuya gente es pacífica y amable. Todos te saludan mientras caminas por las calles. Todo va bien, pero nunca falta el ocasional bicho, ya sea un molusco, un robot, quizá algún goblin, dando la tabarra en cada esquina. Cajas con esquirlas que sólo sirven para potenciar a tu personaje adornan el paisaje y los engranajes de lo que, imagino, será la industria que mantiene esa isla en funcionamiento, aquí son plataformas y estorbos, puertas que se abren y cierran siguiendo un ritmo y cables por los que dejarme caer. Me acompañan dos personajes, pero la aventura la estoy viviendo yo. Yo soy quien reparte caña en este barrio. Luego me los vuelvo a encontrar y, cómo es la vida, ellos han encontrado otra ruta mucho más cómoda para llegar aquí, salvo que no han querido avisarme.

 

Los 90 siguen vivos.

 

Knack fue uno de los proyectos que más captase mi atención durante la presentación de PlayStation 4, en parte porque lucía distinto a tanto caballero, espada, dragón y disparo, pero también porque hoy no es tan fácil encontrarse con un título de consola AAA que esté dirigido a un público general, a la familia y, sobre todo, los pequeños. Tristemente, no supo convencer a la crítica; de no ser por los chistes de videogamedunkey, a estas alturas seguramente lo hubiera olvidado. Mark Cerny lo sabe y no tiene reparos en decirlo: se cometieron errores al diseñar el primer Knack, algunos por malinterpretar la fórmula de los character games, ese género con mascota que bien puede ser Crash Bandicoot o Ratchet y Clank, otros por falta de enfoque o perspectiva. Hace unos meses este juego era un chiste sujeto a un “y si” que parecía imposible. Knack 2, visto de cierta manera, es tanto una secuela como una segunda oportunidad.

 

 

Aunque de primeras esta obra pareciese beber de los viejos plataformas de la PlayStation original, una partida rápida revela otras influencias del palo de Devil May Cry o God of War: en efecto, Knack tiene que saltar y resolver puzles, pero la sustancia, la chicha, está en las tortas que, por supuesto, acabarás repartiendo. Mark Cerny nos muestra un gráfico indicando lo mucho que el roster se ha expandido para incluir combos, nuevos movimientos. Agarres, bloqueos. La salud, uno de los puntos críticos de la anterior entrega, ahora funciona de forma mezclando la vida regenerativa con los anillos de Sonic: podemos ir recolectando piezas que nos darán más tamaño y, con ello, fuerza. Con pulsar un botón podemos revertir a nuestra forma básica, de apenas un metro, para colarnos en las esquinas y apoyarnos en salientes, pero cuando llegue la hora de las tortas podemos pulsarlo otra vez y recuperar todo nuestro cuerpo hasta llegar a la forma monstruosa de diez metros. Hasta ahí bien, pero recibir golpes no sólo quita salud sino también piezas: las heridas obligan a pasar a la defensa porque ya no somos capaces e hacer tanto daño, pero por supuesto, espera unos segundos y volverás a estar en forma y listo para enseñar a los malos lo que vale un peine.

 

Lo que resulta curioso de Knack 2 es el acercamiento que tienen al modo cooperativo. Siendo un juego para chavaletes, cuando dos jugadores participaban en la misma sesión lo más normal es que acabasen haciéndose la zancadilla mientras se supone que debían salvar al mundo. Angelitos. Pero en lugar de enfocarlo desde un ángulo más seguro, quizá desactivando el fuego amigo, la solución lo que busca es tirar del hilo y ver qué surge: si juegas con otro jugador, incluso si lo que quieres es zurrarle sin parar, puedes hacerlo sin dejar de avanzar. Golpear a tu compañero no significa dejarle aturdido unos segundos sino improvisar un proyectil contra una horda de goblins; lanza una serie de puñetazos rápidos contra él y le harás daño, pero con las piezas que salgan volando harás daño a todo el que ose plantarse frente a la metralla. Cooperar y competir, ese espíritu de compañerismo y pique, unidos. Incluso si tienes que hacer algo tan básico como machacar botones para superar un quicktime event, Knack 2 juzgará quién ha aportado más. “Chúpate esa”.

 

 

Pero no deja de ser un título sencillo. Algo tosco en el movimiento quizá, limitado, con combos, de acuerdo, pero básicos, y aunque hay variedad de enemigos y cada uno exige una nueva táctica, no parece alcanzar la profundidad de los grandes del género. Pero Knack 2 no aspira a jugar en esa liga; yo no soy su target sino los chicos y chicas que busquen algo para entretenerse y se hayan hartado de tanto videojuego licenciado de LEGO. Son comienzos simples, pero poco a poco se va poniendo intenso; en los niveles más avanzados, si te despistas, muerdes el polvo antes de ver que hayas metido la pata. Acercarse a ese grupo y convencerles de que esta es su nueva obra de cabecera será un desafío para Knack 2, pero su regreso ya parecía algo imposible. El esfuerzo por mejorar es evidente y el pronóstico, aunque incompleto, no es malo. La primera entrega se habrá convertido en un meme asociado a los títulos de usar y tirar, pero quizá Knack 2 sea la obra que el original debería haber sido. Nunca es tarde para crear un nuevo héroe.


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