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Los dragones son los padres
Sábado 22 de Agosto de 2015 por Diego Emegé

Los juegos de fantasía medieval llevan con nosotros desde los primeros momentos de los videojuegos, cuando lo que se estilaba era la narrativa interactiva, pero Kingdom Come: Deliverance es el primer RPG medieval fiel a la historia real. Aquí no hay dragones, caminantes blancos ni magias negras, y los jugadores no encarnan héroes ni pueden acabar con hordas de enemigos por sí solos. Lo que sí que harán, no obstante, será explorar y luchar en un mundo gigantesco, hermoso y de mundo abierto, creado siguiendo al detalle lugares y acontecimientos reales. Si vuestra sangre no está fluyendo con fuerza aún es porque, una de dos, o no os pone el medievo o no estáis escuchando Kamelot de fondo, como es mi caso.

 

La historia está ambientada a principios del siglo XV, en la región de Bohemia. Tras la muerte de Carlos IV, el heredero del trono, Wenceslao, decide dedicar su reinado a beber fuerte y a perseguir buenas mozas, en lugar de a ejercer de rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Su hermano, Segismundo, viendo su oportunidad, rapta a Wenceslao y le obliga a abdicar en su persona, sumiendo a la región en una guerra civil. En una de las incursiones del rey invasor, sus mercenarios arrasan las tierras donde habita nuestro protagonista, que acaba siendo el único superviviente de su aldea. Con este panorama, Henry, que es como se llama, se ve obligado a rendir servicio a Lord Radzig Kobyla, uno de los nobles que está organizando la resistencia.

 

 

Aparte de respetar la historia, otra cosa que la gente de Warhorse quería con Kingdom Come: Deliverance era respetar la fidelidad visual, y vaya si lo están consiguiendo. En la demostración que probamos en la Gamescom la primera reacción es dejar la boca abierta. El juego funciona con un Cryengine de última hornada, y se nota, pero lo mejor es el trabajo de los artistas, que hasta realizaron excursiones para fotografiar bosques enteros que luego encontraremos en el juego. Google Maps se ha convertido en una herramienta más para recrear una Bohemia de más de 25 km2 repleta de flora, fauna y edificios recreados con una precisión histórica obsesiva, hasta el punto de no haber ni un puñetero tomate en todo el juego, porque en el año 1403 aún no se había descubierto América.

 

Aunque el mundo no esté exactamente repleto de gente, los que están hacen mucho más que esperar a que les hablemos. Todos tienen una profesión, un hobby, una serie de quehaceres diarios… Así, por ejemplo, un herrero se dedica a sacar adelante su empleo durante el día, pero a las horas pertinentes se dedica al santo yantar y, ya de noche, al santo bebercio. A veces la taberna del pueblo estará llena, por lo que se dirigirá a otro lado que conste en su lista de preferencias. Además, cada personaje en el juego cuenta con un medidor de reputación que almacena un juicio ante nuestras acciones y elecciones. Como resultado, tenemos un juego en el que la mayor carga de proceso es cosa de la inteligencia artificial, y no de los gráficos.

 

 

El combate es también harina de otro costal. Para empezar, tenemos un sistema de protección basado en varias capas de ropa de las que dependerá nuestra supervivencia frente a cada tipo de ataque. Cada personaje tiene cinco puntos de ataque que abarcan los cuatro apéndices y la cabeza, y se muestran en un patrón amarillo con forma de estrella. Cuando un enemigo está protegiendo cierta zona, esta se muestra de color rojo para que sepamos dónde no atacar. Con dos tipos de ataque para cada área de la estrella, 20 combinaciones diferentes, golpes con la empuñadura y ataques físicos, luchar se convierte en un asunto de mucho cuidado que combina ataque, defensa y la agilidad para anticiparnos al enemigo. Además de una amplia variedad de armas de mano, los jugadores también pueden empuñar arcos, que son muy poderosos, pero también difíciles de domar.

 

Además de la aventura y la lucha, podremos tocar meternos a herreros, alquimistas, enterradores, ladronzuelos, etc. La forma de hacerlo es un poco más realista que en otros juegos, pero también se basa en minijuegos que prometen ser muy divertidos. Así, para hacer alquimia tendremos que meter los ingredientes a mano en el alambique y controlar los tiempos. ¿Qué, os va gustando la idea? Warhorse tenía claro su objetivo desde el principio: que Kingdom Come: Deliverance fuera el RPG medieval más realista hasta la fecha. Va a ser todo un cambio con respecto a los juegos de fantasía medieval, y seguro que dará mucho que hablar cuando llegue a PC, PS4 y Xbox One en verano de 2016.


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