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Avance Luigi's Mansion 3 ,SWITCH

Depurando la fórmula
Miercoles 16 de Octubre de 2019 por Julián Plaza

Por una cuestión de pura estructura, Luigi’s Mansion 3 parece más una secuela del original de GameCube que de su segunda parte para 3DS. Reducir (supuestamente) toda la campaña a un solo lugar le da al juego una sensación de unidad, de empaque, que se había difuminado un poco con los cinco lugares que tocaba visitar en portátil. Sin embargo, no conviene preocuparse: esto es de Nintendo y las continuaciones nunca se desvían demasiado del camino asfaltado, pero es curioso cómo esta tercera parte quiere tanto apuntalar las bases que nos han llevado hasta ella -para pulirlas también- como volver a sus orígenes

 

Ya adelanto: la cosa está saliendo bien. La aventura vuelve a presentar una mansión encantada en la que nos tocará rescatar a Mario en última instancia -aunque también a Toad, Peach y a otros personajes clásicos-, armados de un aspirador, una linterna y otros gadgets diseñados para cazar fantasmas. Se procede de una forma muy similar a las anteriores, visitando las distintas salas de la casa más en calidad de investigador que de Van Helsing de lo fantasmagórico, porque Luigi lo está pasando mal. Tiene miedo, avanza con cautela y le aterran los fantasmas, por lo que la cosa se construye sobre la idea de ir de puntillas. De estar sin querer estar.

 

 

Se entiende mejor con un ejemplo. Generalmente, cuando entremos en una nueva sala estará todo tranquilo y tocará ponerla patas arriba para descubrir qué esconde, porque siempre guarda algo. A veces será un grupo de fantasmas, otra una estancia secreta o en ocasiones simplemente habrá montañas de oro y billetes que recoger. Hay algo gratificante simplemente en la idea de limpiar todas las salas a golpe de aspirador, y es algo que deliberadamente se potencia en esta entrega, más que en ninguna otra; ahora ya no solo succionamos cortinas, alfombras o forros de pared, sino que hay repisas y estantes llenos de objetos con su propio peso y volumen que irán siendo absorbidos por nuestro remolino. Cada habitación es muy distinta antes y después de que pases por ella, y el efecto de ponerte a succionar se siente como algo más poderoso que nunca. Parte del mérito de esto último está, también, en el subidón gráfico que supone el salto a Switch.

 

La captura de fantasmas sigue siendo tan familiar como siempre, pero añade un par de giros interesantes. Para los recién llegados, la mecánica aquí es debilitar al enemigo para luego empezar a succionarlo, y la gracia es saber qué hace falta para llegar hasta ese punto con cada uno, porque hay unos cuantos. Así como algunos requieren un buen flashazo de nuestra linterna para darle al aspirador, con otros la cosa se retuerce y hay que buscarles la espalda, quitarles las gafas de sol y demás. La segunda fase, la de captura, ha cambiado la mecánica de tener que estar tirando del fantasma constantemente a algo más cómodo, obligándonos a hacerlo solo hasta rellenar una barra que luego sirve para estamparle contra el suelo. Esto último mola bastante, porque también nos sirve para aplastar a otros fantasmas como si estuviésemos cazando moscas.

 

 

De grandes novedades hay principalmente dos: Gomiluigi y el embudo. Quienes hayáis seguido la campaña promocional sabréis que me refiero al doble verde y viscoso de Luigi, una copia que podemos manejar -y que sirve, de paso, para activar el cooperativo- para acceder a zonas imposibles como rendijas o alcantarillas. Tenía ciertas reservas con su presentación pero lo cierto es que su aplicación acostumbra a ser bastante inteligente, así que es un añadido bienvenido. El embudo también abre varias puertas, porque te da la opción de tirar de él y así levantar estructuras muy pesadas elevando, al fin y al cabo, tu poder de destructibilidad. 

 

Hasta donde sé, que se resume en seis horas y media de partida, Luigi’s Mansion 3 hace pasos en la buena dirección. Refuerza el andamiaje sobre el que se ha ido construyendo la franquicia con inclusiones aquí y allá, y hasta se atreve con experimentos de tono, con desvaríos que son difíciles de ver en los grandes nombres de Nintendo. Por ahora he vivido unos cuantos encuentros con jefes que se definen no solo por ser ingeniosos, sino por ser temáticos; sé que me acordaré de ellos dentro de un tiempo. Lo único que me da un poco de miedo es la duración, porque si esto va de alcanzar la cima del hotel me queda menos de la mitad, pero no sería la primera vez que el juego me sorprende. En unos días os cuento más.


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