Avance DuckTales Remastered ,PS3

Lo de Pato Aventuras tiene mérito. Capcom en su momento preguntó a los jugadores qué juegos querían ver en los sistemas on-line de las máquinas domésticas y ordenadores y parece que hicieron caso a sus demandas: DuckTales es uno de los juegos más míticos de Capcom en la era de los 8 bits y el encontrarnos con una remasterización llevada a cabo por WayFoward, que suena a la misma historia que lo ocurrido con Power of Illusion en su momento en Nintendo 3DS, pero augurando un maravilloso final feliz.

¿Qué pasó con el prometedor juego de la franquicia Epic Mickey? La intención de sus desarrolladores en 3DS quedaba más que clara, y eran buenísimas: tipos como tú o como yo que vibraron a principios de los noventa a los mandos de una de las aventuras más mágicas de Mickey Mouse en consolas de 8 y 16 bits pero que por motivos ajenos al propio desarrollo se le acabaron fracasando. Una auténtica lástima, pero todas esas intenciones dolieron más si cabe a los jugadores que conocíamos los motivos que llevaron a sus desarrolladores a poner con cariño algunas de las piezas que conformaban el puzzle de el terriblemente mal bautizado en nuestras tierras Mundo Misterioso.

A pesar de ser diferentes empresas, es inevitable englobar todo la gloria del pasado electrónico de Disney en un mismo arco, y resulta peculiar que en el caso de DuckTales, como en el del remake de Castle of Illusion que están haciendo en tierras australianas con lanzamiento durante el presente verano, existía el miedo en ambos casos de convertirse en Power of Illusion, pero os puedo garantizar que el efecto positivo del juego de Nintendo 3DS acompañará a una puesta en escena marcada por el cariño hacia la obra original que únicamente puede tener gente que realmente amó ese cartucho de NES hace ya más de veinte años. Un tipo que además de disfrutar del juego disfrutó de la serie de televisión y fichaba cada sábado matinal en el Club Disney esperando el nuevo capítulo de la serie del Tío Gilito y compañía.

Y hay ciertos elementos que nos transportan a esa época, elementos que habíamos olvidado por completo de nuestra cabeza y que nos evocaran a dicha época de forma automática. Y eso es mágico si ningún elemento logra interferir en esa energía que fluye entre jugador, consola, mando y pantalla. DuckTales, si disfrutaste del juego en su momento, lo logra, y en caso de que no lo disfrutases, sigue siendo uno de esos productos con pedigrí Capcom perfectamente jugables a día de hoy sin desmelenarse. Y eso, como decíamos unas líneas arriba, tiene mucho mérito.

He podido disfrutar de tres pantallas, y aunque se han añadido algunos elementos narrativos que no existían en su versión original (desgraciadamente están en inglés y no en la voz castellana que tantas mañanas nos alegraron en nuestra infancia), en el sonido se ha impreso un plus de respeto y cariño difícilmente mejorable. Nadie duda de la pericia de los de Osaka a la hora componer melodías en el pasado, igual que nadie duda que pocos pueden mejorar el resultado de las originales o al menos estar a la altura de las mismas, pero os garantizo que en Remastered se han esmerado por homenajearlas y lo han logrado.

Queda por escuchar la canción de la Luna, pero ya pocos dudan esté a la altura de las expectativas. De hecho, el celo con el que están guardando todo lo relacionado con esa mítica pantalla no hace más que dejarnos claro el cariño que sienten por el DuckTales original. Gente que jamás ha puesto un dedo en el título de NES no sabría qué secreto esconde dicha pantalla, pero el hecho de que vaya a ser prácticamente lo último en enseñarse de la presente versión del clásico nos deja claro que saben qué tienen entre manos.

Va dirigido a un sector concreto de jugadores, pero apuesto que cualquiera de los que disfrutaron en su momento de una de las obras más esplendidas en la NES desarrollada por Capcom tendrán a bien el someterse a una de las canciones más enganchantes de la historia del cartoon matinal con unos cuantos años de más. Baja el volumen, cierra la puerta y entona la voz: Pato, oh oh.