Poca memoria para tanta máquina
El lanzamiento de Vita en España parece haber sido un auténtico éxito en todos los sentidos, pero el debate ha llegado a la calle y muchos se preguntan ya la que es una realidad palpitante ante tantas idas y venidas por parte de Sony: ¿es realmente tan barata como parece la máquina? ¿Con qué estamos pagando tanto alarde tecnológico japonés? Muchos movimientos maquiavélicos por parte de los nipones, recordando a tiempos y generaciones pasadas de máquinas con Kutaragi al frente, que ponen en entredicho y que enturbian, quizás, el que podría haber sido un lanzamiento pulcro y feliz.
El primer tema que ha sacado de quicio a los primeros compradores es el manido asunto de las tarjetas de memoria. No todo el mundo sabe todavía que para disfrutar de Vita es imprescindible hacerse con la tarjeta concreta de Sony exclusiva para la máquina actual. Olvidad pasadas Memory Sticks, olvidad posibles compatibilidades con otras tarjetas o adaptadores recurrentes: o exclusiva de Vita o nada, no disfrutas, así de simple. La máquina no trae ningún tipo de almacenamiento interno, y para hacer cualquier cosa con ella se necesita de la tarjeta y, técnicamente, si quieres jugar a algo vas a tener que pasar por caja.
En Europa han salido tres modelos de tarjeta: 4, 8 y 16 gigas, yendo a precios surrealistas que, encima, lejos de adaptarse en el lamentable cambio euro – dólar (ya saben, 1 euro es 1 dólar), incluso, han tenido la desfachatez de cobrarlas más caras que allí. No obstante, resulta particular que una máquina a la que se le presupone un funcionamiento híbrido entre juegos físicos y juegos descargables haya tenido que salir con una memoria de 4 gigas que técnicamente, ni son 4 gigas ni aceptan más de dos juegos.
Por citar un par de ejemplos: FIFA Soccer ocupa 2.13 gigas, Uncharted roza los 3 gigas, aunque nos bajásemos Ultimate Marvel VS Capcom 3 y Virtua Tennis 4, que ambos suman algo más de 1 giga, sería técnicamente imposible combinarlo con alguno de los dos primeros nombrados. ¿Modus operandi? Borrar el juego y volverlo a instalar cuando queramos usarlo, y francamente, la PSNetwork no es la red que descargue un par de gigas de forma rápida, o sea que piensa tus movimientos con unas horas de antelación, no sea que tengas una desgradable sorpresa y te veas compuesto y sin juego.
El asunto de la memoria no es algo nuevo con Sony: PSX y PS2 usaron memorias exclusivas a precios prohibitivos cuando, comprobado, era raro consumir más de lo que teníamos grabado en ellas, y subir de esa cifra se traducía en la nada desdeñable cifra de entre 3.000 y 5.000 pelas, cosa que hacía que muchos tuviéramos que pensarnos bien qué grabar y cuándo. PSP y PS3 fueron dos oasis a nivel de memoria a los que Sony nunca nos tuvo acostumbrados, y cuando pensábamos que el escalón estaba superado (Memory Stick mediante) nos la vuelven a clavar y nos obligan, irremediablemente a pasar por caja.
Como usuario primerizo de Vita y persona que ya ha tenido que lidiar con los asuntos de memoria intrínsecos a la máquina, os recomiendo encarecidamente que hagáis una inversión a largo tiempo con el presente tema y no caigáis en la cutrez de la tarjeta de 4 gigas: menos de 8 es arriesgarse a volver a pasar por caja dentro de unos meses. Antes del fin de semana tendré que hacer un pensamiento y pensar en pasarme a los 16 gigas para no tener excesivos problemas de almacenamiento en las futuras compras digitales que haga.
Preguntas a plantearse: ¿Por qué no ha salido la memoria de 32 gigas en Europa? ¿A qué se deben las pocas unidades de 8 gigas que han salido en el lanzamiento? ¿Acaso 4 gigas es una cifra útil para una máquina que tanto va a chupar de las conexiones del PSNetwork a nivel comercial? ¿Ha explicado Sony a sus usuarios la obligatoriedad de la tarjeta o es algo que hasta a ellos ruboriza y no les apetece explicarlo? ¿Vale 220 euros una PSVita Wi-Fi o dicho precio es discutible? ¿No pagamos suficiente con hardware como para pagar lo que se paga por un juego descargable con un descuento menor a diez euros que al producto físico en tienda?
Reflexionen.
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