1. Mundogamers
  2. Articulos
  3. PSVITA

Perdiendo la perspectiva

Sábado 12 de Septiembre de 2015 por Raúl Rosso

Cuando era pequeñajo mi primo tenía una Game Gear. Hermosa, magnificente y de Sega, la santísima trinidad del infante que curiosea con sus primeros gatgets. Eran 3.2 pulgadas de magia pixelada que por la acusada infancia de su poseedor tan solo tenía la posibilidad de utilizarse en casa, de modo que la autonomía de su disfrute quedaba relegada a jugar en el salón, presumiblemente conectada a la toma de corriente. 

Perdiendo la perspectiva

Pero vamos, que te pones a pensarlo y lo hubiera tenido también jodido si la sacaba a la calle, primero por la escasa duración de la batería, y segundo y no menos importante por la necesidad de alquilar un remolque para poder trasladarla de un lado a otro. Casi medio kilo de diversión, capaz de desfondarte los pantalones de pana. Y claro, muy portátil eso no es. 

Perdiendo la perspectiva

Ya saben cómo acabó la película. Game Boy se llevó todos los laureles de aquella época y su legado ha quedado patente desde entonces con la estirpe de consolitas de bolsillo que Nintendo ha parido. Eso si, el concepto de portabilidad de hace dos décadas no es el mismo que el de ahora. La tecnología de integración en el ámbito electrónico es la distancia que hay entre los transistores de un chip. Actualmente se acaba de alcanzar la barrera de los 28 nanómetros, eso es la 28 mil millonésima parte de un metro. Teniendo en cuenta la cantidad de millones de estos que caben en un chip, ¿entonces por qué vamos a ver en 2012 una consola supuestamente portátil que vuelve a tener el tamaño de una Game Gear? Que me lo expliquen, señores directivos de Sony. 

Yo me ruborizaría un poquito, sobre todo al ver la funcionalidad de un iPod Touch de última generación por ejemplo, no más grueso que una galleta María Fontaneda y que puedo llevar uno en cualquier parte, o directamente en mis partes, ya que su irrisorio tamaño lo hace verdaderamente portátil. Pero no, la suntuosidad imperante en nuestro sector aboga por la tecnología en detrimento de la utilidad. Que una máquina así tenga supuestamente la potencia de una consola actual de sobremesa es desde luego una pasada, pero precisamente ahí está el tic de la cuestión. 

Yo no quiero jugar en mi consolita a lo mismo que puedo saborear mejor en una de sobremesa, no quiero experiencias largas y agónicas con juegos de 40 horas cuyo desarrollo inmersivo requiere de extensas sesiones de juego para sacarle partido. Para poder disfrutar en condiciones de esto tendría que estar en casa, con la consola conectada a la alimentación. Y qué quiere que les diga, a mi me parece muy absurdo todo esto. 

Siempre digo lo mismo, que Nintendo va a lo suyo. Cierto es, a ellos no les afecta ni la crisis, ni la competitividad ni nada. Es lo que tiene el renombre, te da un colchón de confianza que a poco que hagas las cosas medio bien, puede uno vivir de las rentas durante mucho tiempo. Y con DS la papeleta está vendida. Ya puede ser 3D la consola o hacerme cosquillas en la espalda, volverá a imprimir dinero, y no será por su “revolucionaria” tecnología (que ya utilizaban los Tazos que me venían con los Phoskitos a mediados de los 90), sino por su nombre y lo que simboliza: Críos felices con niñeras en forma de maquinita y padres aliviados que sonríen desde sus sofás de diseño. 

Y luego pasa lo que pasa. 3DS ha vendido en 8 meses lo que su antecesora hizo en un año, mientras que Vita ha sufrido en su segunda semana a la venta en Japón un bajonazo considerable fruto presumiblemente del abultado precio de salida y otros menesteres negativos que ustedes, lectores, han podido entrever en este texto. Tiene pinta de que la historia va a volver a repetirse a no ser que Sony pegue un volantazo en su estrategia comercial y busque otro tipo de propuestas. El caso es que viendo el abanico de propuestas y géneros en la veintena de títulos de salida parece que han tenido especial cuidado para crear un catálogo heterogéneo con mucho minijuegos y paridillas para echar el rato. 

Perdiendo la perspectiva

Sí, hemos dicho que esa es parte de la clave para adaptarse a los nuevos tiempos, pero claro, no es lo mismo pagar 0.79€ por un juego del App Store que 40. ¿Saben la cantidad de juegos que puede uno conseguir para su móvil por esa cantidad? “Es que la mayoría de juegos para iPhone son tonterías” dirá algún acérrimo a su plataforma, pero los Chrono Trigger e Infinity Blade II que adquirí el otro día tienen bastante que decir en contra de esta afirmación. 

Además, precisamente debido a la existencia de los móviles multifunción ya no resultan tan atractivas todas esas filigranas táctiles, posibilidades online y aplicaciones con funcionalides extra. Todo eso ya es un estándar, por lo que los juegos son la clave a la hora de decantarse por su compra. Como siempre debería ser, de hecho. 

No hay que mezclar churras con merinas, cada máquina debe buscar un público concreto y atenerse a sus posibilidades. Lo importante es tener el target bien especificado, si no, pues pasa lo que pasa. En el país de las maravillas y los algodones de azucar, Nintendo se lleva el mercado casual y Sony se queda con el público más especializado. El problema es ya ninguno de los dos mercados es tonto, y esa distinción de clases de jugador está ya más pasada de moda que La Lambada. Ya nadie es novel con estas cosas. 

Parece que al final lo que esperan todos es que la cosa siga como cuando mi primo jugaba a la Game Gear, pero ni son los mismos tiempos, ni los posibles compradores de PS Vita tienen 8 años. En un problema doble, en lo tecnológico y en lo conceptual, lo que viene a ser perder la perspectiva de lo que una consola portátil debe ser. El nombre lo dice.


<< Anterior Siguiente >>