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MGRetro | Paperboy ps3

Sábado 12 de Septiembre de 2015 por Rafa del Río

Mucho ha llovido desde que Atari sacó al mercado su máquina arcade Paperboy. Tanto, que mis primeras partidas coincidieron con la caida de mi primer diente, y fue en la máquina en la que gasté el cambio de la enorme moneda de veinte duros que me trajo el Ratoncito Pérez. Todavía recuerdo a mi hermano mirándome con una ceja levantada mientras yo recorría 'un suburbio americano' montado en mi BMX, tratando de conseguir el mayor número de suscriptores posibles.

 

Porque básicamente esa era toda la gracia de Paperboy: realizar la ruta de reparto de periódicos de un chico cualquiera montados en nuestra bicicleta. Obviamente la cosa no era tan sencilla como puede parecer, y el camino estaba plagado de osbtáculos tales como charcos, coches, perros, coches teledirigidos, skaters, ciclistas e incluso mómias -eran los cohenta, tíos- lo que hacía que recorrer las plácidas calles del suburbio se convirtiera en poco menos que un suplicio. Y es que el puñetero barrio estaba más habitada que muchos sandbox actuales. 

 

 

¡Consigue suscriptores!

El planteamiento de Paperboy, sencillo a priori, estaba cuidado hasta el más mínimo detalle en un momento en el que programar variables era un auténtico suplicio. Eso, unido a su original mando en forma de manillar de bicicleta lo convirtió en un hit de su época. Atari nos proponía convertirnos en repartidores de periódicos por una semana y subirnos a una bicicleta desde la que arrojar periódicos a las casas de los suscriptores. Comenzábamos nuestra andadura un lunes, con un número fijo de hogares suscritos a nuestro periódico, que debían recibir su ejemplar correctamente situado en el felpudo de entrada.

 

Pero el juego no se limitaba a eso: Debíamos aumentar nuestro número de suscriptores, y para ello nada mejor que tirar periódicos contra las ventanas, mascotas y demás objetos 'frágiles' a la vista en los hogares de los no clientes. Si lo hacíamos bien, o mal, según se mire, los dueños de estas casas obligaban a sus dueños a suscribirse a nuestro periódico para ahorrarse los gastos que causábamos como repartidores. Ah, bendita extorsión...

 

 

Una vez terminada la ruta diaria entrábamos en training course, una fase de bonus plagada de obstáculos, saltos, objetos destruibles y más obstáculos en las que podíamos conseguir un buen puñado de puntos extras antes de enfrentarnos a la dura labor de un nuevo día.

 

Varios finales

El juego iba complicándose según avanzábamos en la semana hasta llegar al último día, el domingo, en el que las calles se convertían en un hervidero de actividad con el handicap de los suplementos dominicales que hacían que nuestro periódico fuera mucho más pesado y por tanto bicicleta y ejemplar se movieran más lentos. Si conseguíamos superar el fatídico domingo el juego nos premiaba culminando con una portada de periódico en la que se fecilitaba al repartidor acompañando el texto con una fotografía de nuestro Paperboy alzando un premio. 

 

Por el contrario, si perdíamos todas las vidas el juego acababa con el anuncio de nuestra retirada de las calles, y si causábamos demasiados destrozos en las casas de los sucriptores la empresa nos despedía y el periódico sacaba la noticia en primera plana. Se ve que pasaban pocas cosas en el pueblo de Paperboy, no deja de ser inquietante que un chaval de trece años recabara toda la atención de la prensa local

 

 

Un juego con mucha historia.

Como decía, Paperboy fue un hito en la historia, y por ello fue convertido a un buen puñado de plataformas. Los ordenadores personales de los ochenta lo recibieron en 1986. En 1990 viajó al terreno de las consolas en NES, y posteriormente pedaleó en Game Boy y Game Boy Color, Sega Master System, Game Gear y Megadrive. Como dato curioso fue el primer videojuego de consola desarrollado en Estados Unidos.

 

Un poco más actual tenemos la participación de paperboy como título jugable en el recopilatorio Midway Arcade Treasures e incluso formó parte de los Xbox Live Arcade de Xbox360, aunque no tardó en ser descatalogado. Los más ansioso podéis encontrarlo en la web y en varios formatos para móviles.

 

 

¿Recomendable?

Pues... sí, aunque sólo para un rato y por aquello de comprender la historia. Es el título menos recomendable de los que he hablado hasta ahora, pero he querido hablar de él por dos motivos, el primero por su importancia histórica a la hora de mover a la industria hacia escenarios hasta el momento reservados a los shooters de nave. El segundo, para demostraros que la necesidad de innovar y de hacer juegos diferentes no es ningún invento actual del panorama indie. Paperboy fue, junto títulos como Livingstone Supongo, Burger Time, Psst!, Jet Pack, Frogger, Frost Bite -sí, antes de ser motor fue un videojuego- o Pong uno de los muchos títulos que ofrecían algo más que disparar y matar. Desde fumigar los bichos de unos brotes para que floreciera la flor hasta montar un transbordador espacial en el espacio, siempre ha habido títulos que han intentado llevarnos un paso más allá de lo establecido. El problema es que, a veces, ese paso más se puede hacer un poco aburrido- Desengañémonos: la originalidad es genial, pero envejece mucho peor que la calidad.

 

Y un pequeño bonus: Cómo aprovechar un viejo videojuego para tocarle las narices al personal. los que conocisteis el juego en su momento váis a adorarlo...

 

 

¡Nos leemos!  


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