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MGReplay | The Witcher

Solo para verdaderos druidas.
Martes 19 de Mayo de 2015 por Diego Emegé

A pesar de tener ya unos añitos sobre sus espaldas, The Witcher, el primer Witcher, es un juego grandioso, denso y poblado de bondades. Hablar en detalle de todo ello precisaría de ríos de tinta digital, de una destreza literaria de la que carezco y, por supuesto, de horas y horas para volver a repasar todos sus olores y sabores. En su lugar, para recordar su memoria y animaros a releer sus páginas hechas videojuego, voy a hacer un repaso más general de las maravillas del juego que nos trajo CD Projekt RED en 2007 y que le puso en el mapa del mundo del entretenimiento interactivo.

 

Lo primero que se me viene a la mente al hablar de The Witcher es la controversia que generó en un principio. Se trata de un juego que cuenta con un apartado erótico muy directo y latente, que se transmite a través de las relaciones íntimas de Geralt con un amplio espectro de la población femenina de Wizima y alrededores. No obstante, lo que más captó la atención de propios y ajenos fue el hecho de que tras cada encuentro concupiscente, al jugador se le otorgaba una carta ilustrada bellamente con las figuras desnudas de las damas en cuestión. Más allá de este bache amarillista, el juego tiene oro en todas sus capas de juego.

 

 

Narrativamente, nos encontramos con una de las historias más directas y fáciles de aprehender que uno pueda echarse a la cara en un RPG. Para los que no hayan leído los libros, es sin duda la mejor manera de comenzar a sentir curiosidad por el mundo que creó Andrzej Sapkowski, por la forma en que muestra los acontecimientos y va hilando la densa madeja que comprende a la historia, los personajes y los acontecimientos del pasado. Además, traza muy bien la intención moral de la obra original y la aprovecha para hacernos entrar en materia con decisiones ambiguas que para nada buscan la paz mental ni el quedar bien con el mundo que rodea al brujo, hasta el punto de cambiar radicalmente exclusivamente a partir de nuestras decisiones y delimitando qué visión tiene la gente de Geralt.

 

Como obra fantástica, el mundo de The Witcher es uno de los mejores experimentos para entender y creerse a las razas clásicas del género y cómo se contraponen. Los elfos, enanos y humanos son profundamente creíbles, especialmente por el racismo que persiste en toda la trama. Los humanos y los no humanos se odian, y queda claro que cada parte querría vivir bien separada de la otra si la elección fuera suya. Esta realidad, por desgracia, es muy cercana, y por ello consigue que la relación interpersonal con los personajes logre hacernos creer y logre que nos empapemos y nos embarremos las ropas con los problemas de cada uno. Por otra parte, también genera situaciones muy interesantes que llegan a tener efectos persistentes en el universo del juego, llegando a generar parte de la trama del segundo juego.

 

 

En cuestión de tónica lúdica, el juego realiza unos experimentos también muy interesantes. El primer acto nos sitúa en la labor de acabar con un monstruo que les quita el sueño a los habitantes de una aldea. Con esto nos encontramos con un gran peso de las mecánicas de combate. El segundo acto, por su parte, nos pone a hacer de detective en una aventura para recopilar información sobre un extraño asesinato, hablando con las gentes de Wyzima y estrechando el cerco hasta dar con el responsable. Nunca se pierde el ritmo de combate, pero sí que sabe expandir el espectro de juego para que nos adaptemos y no nos sintamos abrumados nunca.

 

Sus mecánicas de combate no tienen absolutamente nada que ver con la agilidad y el ritmo del de la tercera parte. Es fascinante acercarse a mirarlo ahora. El combate se basa en un sistema de posiciones de esgrima de tres niveles de fuerza o agilidad que depende de nuestro ritmo al ratón para encajar golpes y encadenar combos. No es mucho más complicado que eso, puesto que los ataques combinados no se desarrollaban ni evolucionaban, y el sistema de signos (o magias) era más bien limitado e inútil salvo por el hechizo ignis y poco más…  Lo que sí que hace bien es representar el ritmo de vida de un brujo como Geralt. Ese estudio de la presa, la ingesta de pociones y su preparación previa lo hacen una experiencia auténtica que, espero, repetirá Wild Hunt.

 

 

Sé que muchos recomiendan The Witcher 2: Assassin of Kings para entrar a la serie, pero yo personalmente os pediría que probéis la primera parte. Sí, el combate es torpe, anticuado y rarito, pero aparte de eso es una experiencia sólida y muy redonda que hace honor a la historia del brujo Geralt como medio interactivo. Es un juego que deja una sensación muy particular, muy íntima y auténtica. Preguntadles a los que lo han probado y seguro que recuerdan con cariño y nostalgia su estancia en las tierras de la capital de Temeria.


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