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MGReplay | Burnout Paradise

Grande, rápido y destructivo.
Martes 02 de Diciembre de 2014 por Diego Emegé

Repasando otros MGReplay me doy cuenta de que ya son varios los juegos del 2008 que han pasado por estas tierras. Y ahora que he metido la cabeza en Paradise City puedo decir que estoy muy impresionado con el buen hacer de los estudios, que ya empezaba a destacar cuando la anterior generación ya pasaba de los 2 años de vida. Burnout Paradise es uno de tantos juegos que ha permanecido en mi cuenta de Steam durante mucho tiempo y nunca había salido del letargo propiciado por las ansias de las rebajas. No había experimentado nunca un juego de la saga Burnout, pero tenía bien claro que si uno quería estrellar su coche como los dioses mandan, esa era la franquicia a la que acudir.

 

 

Burnout Paradise es diferente. Es un juego de carreras de mundo abierto del 2008 —cuando los mundos abiertos aún pertenecían al reinado de Grand Theft Auto— en el que los eventos de juego se manifiestan en las intersecciones de las carreteras, y un Burnout en el que no hay eventos de choques. Como soy un extraño en esta franquicia, no estoy viciado por lo que pudiera esperar de un Burnout, más de lo que os he explicado, pero sí que he seguido muy de cerca Need for Speed, así que espero tener un buen criterio al respecto.

 

La primera hora de juego no podría ser más desesperanzadora para un jugador de carreras arcade como yo. No existe nada que nos enganche al asunto de forma directa. Ese mundo abierto tiene mucho que hacer, pero no nos deja ver para qué querríamos hacerlo, y la falta de historia impide tener un camino por el que ir… Pero claro, la sensación de velocidad, de libertad y de control ¡es brutal! ¿Seguro que es un juego del 2008? ¡Los chicos de Criterion fueron unos visionarios! Salir de un formato de juego estructurado y guiado es algo que han tardado años en hacer casi todas las compañías, y por algo será.

 

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Poder renovar el carnet de conducir con tu propio careto es otro de los aspectos visionarios de Criterion en el 2008. Lo siento por el susto.

 

Conducir en Paradise City es una gozada. No hago más que recordar los mejores momentos que me dio Need for Speed Hot Pursuit —el de 2010—, con la música de Pendulum a tope recorriendo a toda velocidad la ladera de la montaña nevada que había en el juego. Para mí esa sensación de libertad y de diversión frenética no se ha repetido hasta hoy. Cada metro de carretera trazado sobre la ciudad de Paradise City está perfectamente pensado para que se conduzca a toda velocidad, y eso es fabuloso, porque el juego se deja mover a 60 cuadros por segundo, y eso lo agradece el ojo humano cuando intenta interpretar los peligrosos elementos que se acercan a 300 km/h. Aparte, aunque el juego ya tenga unos años, es bien hermoso, con un escenario está repleto de elementos y lo suficientemente florido para que siga resultando tan atractivo como un Need for Speed Rivals.

 

En cuanto a la experiencia de juego, hay modos de juego para todos los gustos y que exprimen bien las características y posibilidades de Burnout, entre carreras, modos para desbloquear coches y demás, pero yo me quedo con dos modos que sacan el niño que llevo dentro: Furia al volante y trucos. El primero lleva la esencia de la saga, en el sentido de convertir el juego en unos coches de choque a gran velocidad, y el segundo es una especie de Tony Hawk con un coche. Esos dos modos son, de por sí, suficiente justificación para los dineros que cualquiera quisiera gastarse en el juego de Criterion, pero además hay otros dos elementos interactivos con los que me pongo más tonto aún. Para empezar está el hecho de que cada calle de Paradise City tiene su particular record, que podemos batir, y que cada vez que desbloqueamos un coche, cabe la posibilidad de que nos adelante en el mundo abierto. Para hacerlo nuestro no hay otra forma que estrellándolo con todas nuestras fuerzas. ¡La esencia del amor en su mayor concentración!

 

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«¿Te gusta el coche? Cuando lo veas, destrózalo y será tuyo». ¡La lógica es aplastante!

 

Hay cosillas, siempre hay cosillas que faltan, como que no exista un velocímetro. Si hay algo que me emociona en los juegos de carreras es forzar el motor al máximo y mirar el velocímetro para saber que voy a tropocientos km/h por una zona de curvas cerradas. Por otra parte, también echo de menos que los coches se correspondan con marcas reales, pero no se puede pedir todo, a pesar de que Criterion/EA se dedicaran a plagar Paradise City de anuncios reales.

 

Me gustan los juegos rápidos, y Burnout Paradise es un juego muy rápido. En este caso no hablo de velocidad, hablo de lo directo que es a la hora de dejarse jugar. No hay historia, no hay implicaciones morales, no hay nada más que la carretera, las rampas, los choques y la libertad que ello provoca. Cada martes estoy más contento de haber aceptado llevar a cabo esta sección, porque lo que me estoy llevando a nivel personal es muchísimo más valioso que lo que se me paga por hacerlo, y vuestras aportaciones son tremendamente acertadas. Chicos, estamos haciendo un buen trabajo. Para los que no lo hayan probado, obviamente, os recomiendo que rectifiquéis vuestro error y os hagáis con una copia cuanto antes. O cuando esté rebajado nuevamente…


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