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MGIndie | Night Blights

«¡Que el niño no puede tomar cafeína!».
Sábado 01 de Agosto de 2015 por Diego Emegé

Vamos a ver. Yo me considero una persona lógica y cabal. Llevo años entrenándome en el arte del género de terror y ya tengo cierta tolerancia a los sustos y a los ambientes cargados de misterio, tensión y suspense. Con todo, acabo de darme un susto morrocotudo jugando a Night Blights y aún tengo la adrenalina dándole caña al corazón. He pasado exactamente tres capítulos pensando que el juego no estaba mal, que no era para tanto, que es demasiado mono como para dar miedo… Paparruchas.

 

Night Blights es uno de tantos juegos desarrollados por individuos o estudios minúsculos sin medios, impulsados por el interés de crear y de enriquecerse. En este caso se trata de un juego de terror creado por Hot Cross Games, un estudio unipersonal formado por Gary Bunn, un estudiante de desarrollo de videojuegos que decidió comenzar a engrosar su lista de proyectos con un planteamiento de terror basado en Unity. El resultado es bastante sólido, para las condiciones en las que se ha creado, y, leñe, me ha sorprendido.

 

 

El planteamiento del juego gira en torno a la vida nocturna y misteriosa que tiene lugar todas las noches en nuestra casa, mientras papá, mamá, hermanita y el nuevo hermanito duermen. Somos los únicos que podemos ver a unas criaturas —llamadas plagas nocturnas— que acechan desde los rincones más dispares de nuestro hogar, y nuestra misión es proteger a la familia durante toda la noche. Cada noche se nos plantean varias acciones para pararles los pies, como dar de comer juguetes a las plagas de debajo de las camas, cerrar la tapa del váter o de los armarios cuando los abren para salir, avivar el fuego de la chimenea para mantener la entrada bloqueada… A lo largo de cinco noches vamos adquiriendo más y más responsabilidades que nos mantienen ocupados y muy pendientes a los sonidos nocturnos. Y, bueno, si se nos escapa uno de esos bichillos negros… mejor que no os lo cuente.

 

Sensorialmente es un juego que logra mucho con muy poco. Cuenta con un apartado visual muy plano, pero que juega bien con las sombras y con la ambigüedad que generan. Además, el hecho de diseñar a nuestros principales enemigos y nuestras principales herramientas para combatirlos como bichillos adorables hace que nos relajemos en exceso, y eso —como he dejado bien claro al principio del texto— es lo que logra el contraste necesario para empezar a tener respeto por lo que vemos. Al fin y al cabo las animaciones de las plagas son muy sencillas, al igual que el resto de los sucesos scriptados. No hay música, y eso siempre es un plus para generar tensión de forma creíble y que los sustos ganen en energía. Aparte, los ruidos, las respiraciones, risas y los crujidos que oímos nos sirven para ubicar la fuente y saber a dónde ir.

 

 

También está el hecho de que el juego cuenta algo muy real y humano. No me voy a meter a hacer una digresión sesuda sobre la psicología de las fobias en la fase anal, pero sí que voy a valorar el planteamiento como cercano y fácil de asimilar, porque de pequeños todos nos montamos en nuestra cabeza formas de combatir los miedos más irracionales. Ya lo dije en el MGReplay de Alan Wake: me da miedo la oscuridad, siempre fui de los que tenía miedo a dejar una pata fuera de la manta y creía que tapándome entero podría evitar que los monstruos me comieran de pequeño. Sé lo que se siente, leñe, y vosotros también, pero no queréis reconocerlo.

 

Me esperaba un Among the Sleep y me he encontrado con un Five Nights at Freddy’s con el componente extra de poder movernos por el espacio. Quizá por la capacidad de hacer cinco cosas a la vez y de intuir los tiempos de los juegos, los dos primeros niveles me los he pasado muy activo, y por eso me he confiado. En el tercer nivel he dejado de correr, me he centrado en preparar posibles atajos para ciertas acciones y he dejado de preocuparme por otras, y toma susto. Ahora me siento un poco estúpido, pero creo que solo por que Night Blights haya logrado pararme los pies en ese sentido se merece la visita. Qué narices, solo por el hecho de que lo haya diseñado una sola persona ya merece la pena que lo visitéis. ¿Os gusta? Las gracias a mamá, que se le ocurrió a ella el regalo. 


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