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Lo quiero todo, lo quiero ahora

Lunes 26 de Marzo de 2012 por Raúl Rosso

La vida es efímera. Un día estás jugando a tu videojuego favorito y al siguiente te pilla un autobús. Independientemente de si miramos ambos lados de la carretera al cruzar, es bien cierto que estos hábitos acelerados de consumo que nos impone la sociedad se han instaurado en el ocio digital con la misma fuerza que en otros campos. Gastar mucho, disfrutar rápido y a otra cosa

El otro día leí que Electronic Arts va a cerrar a lo largo de este mes los servidores de algunos de sus títulos, muchos de los cuales no tienen ni dos años de vida en el mercado, por lo que estos señores parece que tienen un poco difuso su concepto de antigüedad. Pero quizás no les falta razón, ya que si uno se pone a patear las modalidades online de algunos de ellos, aquello está más vacío que la despensa de Gabe Newell. 

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Se ha quejado mucha gente de estos cierres, particularmente aquellos que se hicieron recientemente con el online-pass para algunos de estos juegos. Para los ajenos, este concepto no es más que la necesidad de comprar un código con el que poder “desbloquearle" a nuestro juego una serie de funcionalidades que lo precisan para poder utilizar su faceta multijugador, y que normalmente viene junto al propio juego, de forma que los compradores de segunda mano, si desean también disfrutar de su compra al completo, tengan que pasar por caja nuevamente. 

Un sistema tan ruin como práctico para luchar contra el mercado del videojuego usado y hacer que éstos sigan proporcionando beneficios al estudio además de a la propia tienda. Ya de paso, que también añadan un plus al coste para destinarlo al Vaticano y a la federación internacional de pelota Vasca. ¡Hay para todos! 

Y claro, tú te pillas tan campante de segunda mano, qué les digo yo, el Supremacy MMA y te topas con que no puedes jugar online, así que decides gastarte 10€ extra en el dichoso Online-Pass para darte unas tortas en red y después ves que han cerrado los servidores, habiendo hecho un desembolso en vano amén de que ya de por sí, y salvo raras excepciones, la vertiente online de un videojuego de consola suele estar desierta a los pocos meses de su lanzamiento. ¿Pero dónde está todo el mundo? ¿En el Báterfil y el Calonduti?



Nos hemos convertido en mariposonas que van de flor en flor sin llegar a exprimirle todo el néctar a cada título que pasa por nuestras manos. De hecho, que tire la primera piedra aquel que se ha comprado un juego al que le tenía ganas pero que por falta de tiempo o interés lo ha abandonado para darle caña más adelante. Pero claro, pasados unos meses ya han aparecido otros tantos juegos que también nos llaman la atención y vuelta a empezar. Al final resulta que los videojuegos que perduran en el tiempo y permanecen activos mucho tiempo acaban siendo los de siempre, como los que les he mencionado antes. Y tampoco, que para eso se renuevan anualmente para que la cosa fluya. Cuando digo la cosa me refiero a la cuenta corriente. 

Las empresas de publicidad y marketing que realizan campañas de productos consagrados juegan con el hecho de crearnos la necesidad de adquirir un producto. Ya no por mero interés, sino transformando la cosa en un imperante anhelo por comprar lo que no tenemos. ¿Cómo? ¿Qué usted no bebe Coca Cola? ¡Si lo hace todo el mundo para sentirse feliz! Bueno, yo es que soy más de beber La Casera y me da un poco igual, pero no se me ocurriría dejar pasar Mass Effect 3 en su fecha de lanzamiento. ¡Todo el mundo habla de él y su polémico final! ¡Todos están jugando al online! ¡Todos MENOS YO, tío! Y entonces hiperventilo y para que no me de un siroco me lo compro. Seguramente empiece a jugarlo en julio cuando tenga algo de tiempo, pero ya he picado. Y el multijugador al final ni lo toco. No por vacío, sino por desgana. 

Entonces a ver que yo me entere. Sistemas de validación cada vez más restrictivos que velan por la erradicación del mercado de segunda mano, apartados de juego que en cuanto dejan de resultar rentables son eliminados y además una renovación de títulos que en muchos casos tiene periodicidad anual que automáticamente ningunean y pretenden invalidar a sus predecesores. Lo cual me lleva a tener que comprar el videojuego durante sus primeras semanas de existencia para poder disfrutar al máximo todas las posibilidades que me ofrece. O eso o comprarme un PC. Uy, ya se me escapó. 

¿Y la culpa de quién es? ¿Del chachachá o de Yoko Ono? Pues la verdad es que no sé decantarme. La nueva tendencia informativa del sector nos ha domesticado casi sin darnos cuenta, de forma que nuestro día a día como informadores y consumidores pasa por comentar permanentemente todo lo relacionado con lo que está por venir. El pasado está muerto, el presente es el pasado y el futuro es el presente. Y los jueves son los nuevos viernes. Nuestro interés por un videojuego alcanza sus máximas cotas antes siquiera de haberlo jugado, y eso es antinatural de narices. 

Lo quiero todo, lo quiero ahora
Este ritmo tropical puede ser seguido por unos cuantos, véase la prensa especializada a la que no le queda más remedio o el usuario más curtido y ensimismado. Ese que juega con muñequera para minimizar el castigo que sufre su túnel carpiano, que se pasa Mass Effect 3 en un fin de semana, que no va a trabajar el lunes alegando asuntos personales y que no le duele comprar videojuegos a 70€. Para las distribuidoras y desarrolladoras sería precioso que todos fuéramos como ese señor, y en cierto modo intentamos vivir engañados creyendo que en realidad podemos. Pero como ya digo, al final todo es una historia de videojuegos sin empezar, servidores vacíos y austeridad económica a base de comer Kellogs para cenar.

Se nos/les empieza a ir de las manos toda esta movida, y aunque resulta improbable que a la larga repercuta negativamente en el mercado, no estoy muy contento con la labor informativa que desempeñamos los medios a diario y que no hace más que seguir el juego de todos estos problemas de ansiedad y frenetismo consumista. El otro día leí en Twitter a un conocido muy curtido por estos lares que proponía hacer un ejercicio de retrospectiva y pensar cómo sería el mercado de los videojuegos con los medios y hábitos de hoy en día.

Imaginen titulares: ¡Wonderboy se vestirá de dinosaurio en su próximo título! ¡Knuckles anunciado como personaje descargable en Sonic 3! ¡id Software elimina las posibilidades multijugador de Doom semanas antes del lanzamiento de su secuela! Suena terroríficamente paródico, pero no es más que el reflejo de lo que estamos viviendo hoy. Lo que no me gustaría es que dentro de otros 15 años consideráramos la actualidad como “otros tiempos mejores donde todo era más pausado". Eso sí que sería chungo, ya que no podemos estar toda la vida “queriéndolo todo y queriéndolo ahora" rel="nofollow" target="_blank" . Como en aquella canción de Queen.

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