1. Mundogamers
  2. Articulos
  3. PC

MGRetro | Wing Commander

El abuelito de No Man's Sky
Miercoles 03 de Agosto de 2016 por Rafa del Río

Este es el mes de los amantes de la ciencia ficción por excelencia. Mientras algunos esperamos ansiosos el lanzamiento de No Man's Sky y tratamos de apagar el fuego de la impaciente espera con ese regalo mal envuelto pero mejor de lo esperado llamado Rebel Galaxy, es difícil que en la cabeza de los más veteranos no resuene un nombre que, en su momento, fue el equivalente de combates espaciales, vuelos, escaramuzas y todo aquello que hace que emular a Han Solo, Chuck Rogers o Malcolm Reynolds nos parezca tan rematadamente divertido. Me refiero, obviamente, a Wing Commander

 

Combatiendo en el espacio desde 1990

Wing Commander era un juego tremendamente ambicioso tanto para su época, 1990, como para la plataforma en la que vería la luz, PC DOS, antes de ser portado a Amiga, CD32, Sega CD, SuperNes y, finalmente, PC, 3DO y Mac en 1994. Como juego, nos invitaba a recibir una serie de misiones por parte de la Confederación Terran, un grupo militar encargado de defender los interesases de la Tierra en la Galaxia frente a la constante amenaza de los Kilrathi, una raza felina extraterrestre con serios problemas de control de ira que el propio Roberts reconoció basar en los Kzinti de Larry Niven, unos alienígenas bastante primitivos en lo que respecta a los instintos que también pudieron haber influido en los Krogan de Mass Effect a pesar de su aspecto anfibio-reptiliano. 

 

 

En plena guerra con los Kilrathi, nuestro piloto 'terrano' conocido como Bluehair -al margen del nombre que eligiéramos- debía ir cumpliendo varias misiones en el espacio en una serie de combates que muchos alabarían como la experiencia ultimada del simulador de Scott Card en la novela El Juego de Ender y que, según nos desenvolviéramos, culminaban con el ataque a la base de los Kilrathi o nuestra huida del sistema estelar ante la presión de los felinos

 

El escenario de las partes entre fase y fase era la nave nodriza -muy Battlestar Galactica todo- en la que descansábamos entre combate y combate, el TCS Tiger Claw, un 'portanaves' clase Bengal en el que éramos conscientes del avance de las misiones y del devenir de la guerra mediante nuestros méritos y deméritos que nos llevaban a ascender o no en el escalafón militar. En caso de hacer bien nuestro trabajo consiguiendo éxitos en las misiones, pronto iríamos ascendiendo y terminaríamos comandando nuestro propio escuadrón, al más puro estilo Ender.

 

 

La saga continúa

Wing Commander funcionó increíblemente bien, y pronto la saga se estiraría, primero recibiendo dos expansiones, luego un remake y, finalmente, varias secuelas. Las primeras expansiones para el primer juego, Wing Commander Secret Missions y Wing Commander Secret Missions 2 rizaban el rizo y continuaban la historia donde lo dejamos en el juego original, partiendo de la base de que habíamos conseguido el final 'bueno'. 

 

La primera expansión nos situaba en el sistema Goddard, donde tras recibir una llamada de auxilio de la colonia terrestres acudimos en su ayuda para descubrir que hemos llegado demasiado tarde y todos los colonos, 250.000 hombres, mujeres y niños, han sido cruelmente asesinados por una nueva y poderosa arma Kilrathi, el Graviton. Comienza así una aventura en la que encontramos mejoras y novedades con misiones más variadas y una historia más profunda y digna de una buena novela de sci fi.

 

La segunda expansión incluye misiones más difíciles, nuevos contenidos y dos nuevos pilotos de flanqueo, y nos sitúa en un nuevo sistema, Firekka, en medio de una intriga política en la que los Kirathi tratan de dinamitar las relaciones políticas entre los terranos y los firekanns, una especie con rasgos aviares con la que los terranos tratan de establecer una unión con la Confederación Terran.  

 

 

Secuelas y evolución de la saga

Wing Commander II: Vengeance of the Kiralthi nos devuelve al Tiger Claw tras los sucesos vividos en Firekka, en un asalto a la base Kiralthi en Enigma. Una emboscada termina con una carrera de deméritos de nuestro protagonista, que es degradado a capitán, y diez años después volvemos a la acción en un nuevo portanaves, el TCS Concordia en una nueva historia de intrigas en la que no faltan los combates espaciales y sus dos expansiones, Special Operations 1 y 2, que nos lleva a ser parte del cuerpo de Operaciones Especiales y nos enfrenta al culpable de la traición que vivimos en el segundo episodio numerado. 

 

Wing Commander III, Heart of the Tiger continúa esta espectacular Space Opera con un giro de guión que desplaza la balanza de la guerrra con los Kiralthi a una situación catastrófica en la que la Confederación está perdiendo en todos los frentes y todo apunta a que los días de la Confederación Terran están contados. Nuevas naves nodrizas, con la aprición de la TCS Victory y la TCS Behemot, un nombre para nuestro protagonista, que ahora es el Coronel Christopher -ejem ejem- Blair -que viene del apelativo Bluhair- y el uso del Full Motion Video refrescan la saga con el reencuentro con viejos amigos y la aparición de muchos personajes nuevos.

 

La última entrega numerada, Wing Commander IV: The Price of Freedom, supone la culminación de la larguísima guerra entre la Confederación y los Kilrathi, en un final que incluye elementos como los sucesos posteriores a la misma y la inclusión de nuevas escenas con las que se nos va narrando la historia. Posteriormente saldrían Wing Commander: Prophecy y Wing Commander: Secret Ops, que en plenas maniobras por el mantenimiento de la paz nos enfrentan a un nuevo enemigo, los protagonistas de una terrible profecía Kilrathi que habla de unas peligrosas criaturas insectoides: los Nephilim, y nos mete en la piel de un nuevo personaje, el joven piloto Lance Casey

 

 

La importancia de los nombres

Wing Commander fue el pistoletazo de salida de la saga inmortal de Chris Roberts, un juego vendido como un simulador de combate espacial en 3D que en los recién nacidos 90 nos invitaba a vivir una odisea espacial en clave Space Opera en la que no faltaba la inspiración de genios de la ciencia ficción como Larry Niven -Mundo Anillo-, Frank Herbert -Dune-, Orson Scot Card -El Juego de Ender- o la exitosa saga de Lucas, Star Wars.

 

Wing Commander pronto fue considerado como el mejor simulador de combate espacial, siendo puntuado por encima del baremo clásico en algunas publicaciones e incluso superando el excepcional recibimiento que en su momento había tenido el espectacular X-Wing de LucasArts. Para que os hagáis una idea, su impacto fue similar al que en su momento tuvo GTA V o Red Dead Redemption, llevando las posibilidades de las máquinas de la época mucho más allá y convenciendo al público con un producto que mezclaba una historia compleja, dos finales y una jugabilidad exquisita.

 

No en vano, la gente detrás de Wing Commander eran auténticos genios, comenzando por Chris Roberts, que en su prolífico currículo cuenta con haber trabajado en las entregas, secuelas y expansiones de Wing Commander, ser productor de las adaptaciones cinematográficas de películas como The Punisher -2004- o El Señor de la Guerra, y ser el responsable del impresionante éxito de Star Citizen.

 

Junto a Roberts estaba el resto del equipo de Origin, con Warren Spector como co-productor -System Shock, Ultima, Thief, Deus Ex y Epic Mickey- y George A. Sanger como compositor -Maniac Mansion, Loom, Might and Magic, Ultima Underworld y Zombies Ate my Neighbors-.

 

Origin era, por aquel entonces, un monstruo a tener en cuenta en el que la familia Garriot -Richard 'Lord British' Garriot, Robert Garriot y el padre de ambos, Owen, astronauta e ingeniero de la NASA- dio cuna al talento de Chris Roberts, Frank Roan, un jovencísimo John Romero, Ken Demarest o Paul Steed entre otros en una cantera de la que surgirían Ultima, Wing Commander y varios proyectos ajenos al estudio de la talla de Star Citizen, Thief Deadly Shadows, la saga Deus Ex y, por supuesto, System Shock, desarrollado por Blue Sky antes de rebautizarse como Looking Glass Studios y distribuido por Origin

 

 

La muerte de una saga

Con un fundador astronauta y los talentos de sus hijos, Robert y Richard, Origin lo tenía todo para llegar muy alto, pero ciertos problemas con EA que terminaron con la compra del estudio por parte de la distribuidora anunciaron el principio del fin con una serie de maniobras poco inteligentes que terminaron con Robert abandonando el puesto de vicepresidente de EA en el 95 y la dedicación absoluta del estudio a los juegos online tras el éxito de Ultima Online. 

 

Muchos de los talentos del estudio abandonaron sus filas en este proceso, y finalmente EA terminaría cerrando sus puertas y reservando el nombre, Origin, para su plataforma digital, perdiendo por el camino el buen hacer de unos nombres que habrían podido mitigar muchos de los errores que, a día de hoy, se achacan al Star Wars Battlefront de DICE. Sea como sea, al margen de decisiones empresariales, Wing Commander fue uno de los grandes títulos de los 90, llevándonos mucho más allá de lo que otros juegos se habían atrevido antes. Fue el primer paso de Chris Roberts antes de crear Star Citizen, y uno de los pioneros de ese género que No Man's Sky promete revolucionar. 

 

¡Nos leemos!


<< Anterior Siguiente >>