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MGRetro | Renegade retro

Sábado 12 de Septiembre de 2015 por Rafa del Río

Los ochenta fueron años peligrosos. Años de bandas en las pistas de choque, de cadenas y mariposas, de cresstas en rincones oscuros y loros a todo ritmo en callejones. En medio de las bandanas de The Warriors, las camisetas sin mangas y los peinados con laca, los textos de Rebeldes y La Ley de la Calle de Susan E. Hilton parecían tener casi, casi una justificación. Este refrito de violencia, artes marciales, agresividad y delincuencia callejera creó un estupendo caldo de cultivo del que nacería un género mítico:

 

El Beat'em up.

La cosa empezó en 1984 con Spartan X, de Irem, distribuido en Europa y América bajo el nombre de Kung Fu Master de la mano de Data East. En él encarnábamos a un chico especialista en artes marciales que debía trepar una torre para rescatar a su novia, enfrentándose por el camino a guerreros, enanos, serpientes, dragones, bolas que caían del techo y unos jefes finales desquiciantes que recordaban un poco a la película El Juego de la Muerte de Bruce Lee.

 

La cosa funcionó pero el scroll horizontal no acabó de convencer. Apenas dos años después Technos publicaba en Japón Nekketsu Koha Kunio-Kun, y poco después los chicos de Taito le daban un par de vueltas para occidentalizarlo y sacarlo fuera de japón con otro nombre.

 

Nekkutsu Koha Kunio Kun / Renegade

 

Había nacido Renegade

Renegade fue, por méritos propios, el padre de un género al que con el tiempo se sumarían títulos épicos como Double Dragon, Streets of Rage, Final Fight, Captain Comando, Golden Axe o Alien Storm. Casi sin darse cuenta sentó las bases de lo que todo buen beat'em up de la época debía tener: Movimiento tetradireccional, botones de acción que incluían patada, puñetazo y salto, la posibilidad de ser 'enganchado' por el adversario y oleadas de enemigos tras la que se ocultaba siempre un jefe final muy duro de pelar. Oh, también debíamos salvar a la novia del protagonista, si bien el co-op y la posibilidad de elegir personaje vendrían después con Double Dragon y los hermanos Lee.

 

Con Renegade el género estaba recién nacido y aún le quedaba mucho por crecer, pero la fórmula ya estaba ahí. Los mapeados eran muy limitados, presentando cinco entornos formados por escenarios de dos pantallas en los que sufríamos el acoso de los enemigos hasta que, al fin, daba la cara el jefe final. Una vez éste era derrotado el resto de secuaces se retiraban de la pelea y pásabamos a la siguiente fase.

 

La primera fase era un metro en una ciudad estadounidense, muy en la línea de The Warriors y su Coney Island. La segunda fase tenía lugar en un muelle en el que éramos atacados por motoristas, la tercera nos llevaba a lo que parecía un barrio rojo poblado por chicas de afecto negociable y en la cuarta nos encontrábamos con un parking destrozado que pronto daba lugar al escondite de una banda. Una vez derrotábamos al jefe final (un bastardo capaz de matarnos de un sólo tiro) la máquina nos premiaba con un beso de nuestra novia y un volver a empezar la partida con la dificultad aumentada

 

Renegade (Spectrum)

 

Multiplataforma y actual

Renegade fue un montruo, y como tal paseó su palmito por varias de las máquinas de la época, desde ZX Spectrum a Nes pasando por MSX, Atari, Amiga, Sega Master System, Virtual Console, MS-DOS, Commodore 64... Como dato curioso, de su segunda entrega, Target: Renegade, se hizo un reboot no oficial de su versión ZX Spectrum para PC conocido como Target 2006, que permitía hasta seis jugadores.

 

Es jugable y una experiencia interesante para todos los que echéis de menos el clásico Beat'em up, amén de que es casi obligatorio para los que prentendan entender de verdad el género y la industria en los ochenta. Junto a Renegade y Double Dragon es interesante echarle un ojo a los scrolls horizontales (Spartan X y Vigilante) y al auténtico abuelito, la saga Kunio Kun, que evolucionó al margen de los anteriores

 

Recordando a los ancestros

Renegade funcionó. Funcionó tan bien que pronto todas las compañías quisieron subirse al tren del pareado 've a los callejones y salva a tu novia a collejones' tratando de añadir nuevos elementos como la posibilidad de elegir personaje, el juego cooperativo y el uso de las armas que dejaban caer los enemigos. Dentro del scroll horizontal y como descendiente directo de Kung Fu Master entontramos, por mencionar unos poquitos a Vigilante, un poco más de lo mismo en busca de salvar a la novia, Samurai Warrior, los descendientes de Shinobi (si bien estos tenían más de run'and'gun que de beat'em up por el uso de arrojadizos) y Two Crude Dudes, juego postapocalíptico en el que todo, todo podía convertirse en un arma.

 

Double Dragon: Los hermanos Lee

 

En el Beat'em up tetradireccional la oferta fue mucho más variada. Dejando a un lado las continuaciones de Renegade con ese magistral Target: Renegade  -también conocido como Regeade Target- que bebía de lo mejor de Double Dragon y ese decepcionante Renegade III que nos invitaba a salvar a nuestra novia pateando culos a través del tiempo, el género se revitalizó, recibió miles de títulos y se convirtió en El Género por excelencia.

 

No había licencia, película, cómic ni producto medianamente famoso que no tuviera su beat'em up de moda en los arcade. Desde Ninja Kids a Las Tortugas Ninja, desde Mickael Jackson a Robocop, NickFuria co-starring Punisher, Batman, Los Simpsons, Dungeon and Dragons, Eightmen, los Power Rangers, los Caballeros del Zodiaco... ¡Incluso Sailor Moon! Cualquiera que fuera alguien en los ochenta-noventa quería tener su juego en el que se diera de leches con todo el mundo, y la cosa funcionó hasta la llegada de las nuevas consolas en el 95. Video Kill the radios Stars, y polygons kill the genre beat'em up. Las 3d y sus escenarios pre renderizados, los polígonos y las nuevas posibilidades terminaron, a pesar de muchos intentos entre los que podríamos destacar el magistral The Warriors de Rockstar, por dar sepultura a un género que, durante años, fue compañero de fatigas de los gamers de toda una generación.

Un minuto de silencio por un buen amigo que se fue.  

 

¡Nos leemos!


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