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MGReplay | Shank

Sangre, sudor y arena
Martes 24 de Marzo de 2015 por Diego Emegé

Shank es una obra sobre la venganza, la lealtad, el amor… Pero no, sobre todo se centra en la venganza, especialmente la que se aplica con motosierra. Es un juego en el que el protagonista no es necesariamente el bueno del pueblo —si acaso el menos malo— de un mundo en el que comenzamos el día remojando el gaznate en cerveza y tequila, y acabamos en una esquina oscura de un bar, mientras Kendra restriega sus nalgas contra nuestra entrepierna... Shank es violento, brutal y muy espectacular. Es buen pasto para los que crecimos con Tarantino y Rodríguez.

 

Más allá de sus múltiples referencias a otras obras de otros medios, se trata de un juego con corazón de beat ‘em up de los de antes, con mecánicas en 2D que llegan más hondo de lo que parece en un primer vistazo, y en ocasiones llega a crisparnos con un nivel de dificultad para el que ya no estamos bien entrenados.

 

 

El combate en Shank resulta familiar desde el primer momento: tenemos un ataque ligero, con el que podemos lanzar rápidos ataques con las cuchillas, nuestras armas principales; tenemos un ataque pesado, que realizamos al principio con una motosierra; tenemos un ataque aéreo para agarrar a los enemigos normales… Añadidle un par de pistolas y un par de agarres y ya tenéis un beat ‘em up como Dios manda.

 

Pero Shank es mucho más. Sí, la mayoría de combates se puede superar encadenando combinaciones aleatorias aporreando los botones y haciendo alguna maniobra para evitar algún golpe de vez en cuando, y eso es divertido. Pero hay un uso más inteligente de nuestra presencia en el juego. A lo largo del juego podemos acceder a varios tipos de armas, entre armas blancas y armas de fuego, desde una katana a una escopeta devastadora. Cada una tiene una animación especial y un efecto distinto. A los mozos de Klei no les gustaba la idea de dejarnos pulsar botones a lo loco para seguir adelante, y aprovecharon esta variado arsenal para obligarnos a usarlo con cabeza a medida que avanzamos en el juego, porque las cosas van volviéndose cada vez más complicadas y a partir de un punto los combates nos piden aprovechar bien nuestros recursos ofensivos. Aparte, visualmente es una delicia contar con tanta variedad de muertes, siempre y cuando os guste el color escarlata, claro.

 

 

El truco es aprovechar todas esas armas para mantener a los enemigos a raya. Pongamos que un capullo nos está apuntando con un arma mientras dos gorilas se acercan hacia nosotros amenazadoramente. Quizá haga falta saltar hacia él para clavarle contra el suelo mientras barremos a los otros dos a escopetazo limpio y luego acabar con su vida con el filo de nuestra katana, por ejemplo, pero esto es solo una propuesta. Cada situación cambia, y lo bueno de Shank es que tenemos un control lo suficientemente ágil como para hacer de ese variado arsenal nuestro rotulador rojo, para pintar bien el escenario.

 

En el otro lado del cuadrilátero tenemos a una pequeña legión de enemigos rudos y estereotípicos que se repiten a lo largo del juego, pero también otros que no lo son tanto, como un gordo friki del sado con una hueste de esclavos sexuales que le hacen los encargos. Estos son la clase de enemigos que sí que se podrían esperar de un juego como este, con combates únicos y patrones de ataque cambiantes.

 

 

Por desgracia su mayor puja reside en el apartado de combates, a pesar de contar con mucho del género de las plataformas: nos anima a escalar paredes, a columpiarnos ayudándonos de calaveras, a correr a lo largo de vallas publicitarias y a saltar sobre pequeñas plataformas. Pero lo hace sin mayor pretensión que la de llevarnos de un punto a otro del escenario, sin centrarse en trabajar esa experiencia por sí sola.

 

Luego está el modo cooperativo, en el que el prota se empareja con un buen colega de peleas. En este modo contamos con unos cuantos ataques dobles y la habilidad de revivirse entre amigos, aparte de todo un conjunto de jefes nuevos, muchos de los cuales están pensados exclusivamente para el cooperativo. Cabe destacar que el  modo cuenta con su propia historia, con sus cinemáticas y pistas de voz. Con todo, este modo añade varias horas de juego decente a la experiencia total, y eso está muy bien.

 

 

Aunque, aunque, también resulta un poco confuso. El juego, en su versión para un jugador, ya resulta algo confuso a la hora de ubicar a nuestro personaje, pero cuando tenemos dos en pantalla, los elementos a la vista son demasiados, y no se nos ayuda con ningún elemento que nos indique quién es quién.

 

Y ya lo veis: Shank es un juego visualmente atractivo, muy bien diseñado y con animaciones geniales. Es una de esas obras que mantiene el tipo a pesar de que su flujo de inspiración sea tan patente. Es uno de esos juegos que hace falta tener. Especialmente si alguna vez os dejasteis los cuartos jugando a Double Dragon, u os va la sangre, u os va Tarantino o Rodríguez, vaya.


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