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MGReplay | Shadow Hearts

¿Alguna vez mataste un demonio con una biblia?
Martes 20 de Enero de 2015 por Diego Emegé

Vaya atracón de japonesadas me estoy dando estas últimas semanas gracias a —y por culpa de— vosotros. En ocasiones uno se encuentra en conversaciones sobre JRPG varios con compañeros del sector, amigos o incluso en algún podcast, y normalmente el rarito en esos ámbitos soy yo. A pesar de que nunca le he hecho ascos al género, a estas alturas del partido tengo clarísimo que jamás voy a tomarme muy en serio esos juegos por culpa de un par de tendencias que ya no tolero muy bien. La primera es la de los combates aleatorios, la segunda la de los combates por turnos y la tercera es el estereotipo de los protagonistas masculinos cabreados y las protagonistas débiles y delicadas.

 

Shadow Hearts no deja estas tendencias atrás del todo, pero tiene un conjunto de mecánicas muy interesantes que le permiten desmarcarse de sus contemporáneos. Es un juego poco conocido, en parte por tratarse de un título de los albores de PlayStation 2, y seguro que más de uno ha tenido dificultades para encontrarlo hoy en día.

 

 

Antes de entrar en las mecánicas de los combates de Shadow Hearts, el juego nos deja conocer un mundo algo inusual para el género, cosa que ya traza una gruesa línea de separación. En lugar de encontrarse en un universo con reminiscencias medievales o fantásticas, Yuri Hyuga, el protagonista, comienza el juego en el ferrocarril Transiberiano en algún lugar de China en el año 1913. No estoy diciendo que el juego carezca de elementos fantásticos, porque dentro vemos hechiceros, vampiros y una moza que ataca a los enemigos con biblias. Aun así, Shadow Hearts da un paso adelante para distanciarse del resto de relatos de anime en los que unos niños deben salvar el mundo mientras se dan de leches con monstruos que aparecen de la nada en praderas.

 

Por otra parte, el mismo Yuri también se aleja de ese prototipo de chaval cabreado con flequillo planchado y trajes llenos de cremalleras. Tiene razones para estar cabreado, porque su madre murió a manos de unos no muertos cuando él era sólo un niño y, para colmo, recibe unas visitas algo agresivas por parte de La muerte y puede fusionarse con demonios. El padre de Yuri le dio estos poderes, y este último puede desbloquearlos progresivamente. Los dos son Harmonixers, o humanos que pueden fusionarse con demonios, vaya. Podemos luchar con un Yuri normal, pero no es tan divertido ni espectacular. Hay un punto del juego en que los demonios con los que podemos mezclarlo provocan fusiones muy chulas.

 

 

La segunda protagonista es Alice Elliot, la chica de la biblia de la que hablábamos antes. Esta moza no acaba de salirse del papel de «curadora de segunda línea de batalla» que muchas chicas portan en los JRPG. No obstante, hay otros personajes femeninos que se ocupan de ese papel de forma más flagrante, porque el hecho de que ella sea una exorcista que viaja al lado de un chico que se fusiona don demonios es un contraste muy interesante. Podemos pasar por alto su tendencia de sanadora.

 

En cuanto a las mecánicas de los combates, Shadow Hearts tiene como núcleo el Judgement Ring (o Anillo del juicio), que, en esencia, es un minijuego de precisión que se activa cada vez que uno de los personajes ataca o lanza un conjuro. Es un círculo con zonas marcadas en rojo por el que gira una aguja rápidamente. Lo que tenemos que hacer es presionar el botón cuando la aguja pasa justo por esas zonas para lograr realizar cada acción. El tipo de anillo varía según el tipo de ataque, pero por lo general contamos con una opción para hacer más daño o aumentar el efecto de los conjuros cuando acertamos en esas zonas rojas, que corresponden a los críticos. Si fallamos, se nos pasa el turno, claro. Es una mecánica que hace falta aprender sí o sí.

 

 

Hay puntos de salud y puntos de magia, como en otros JRPG, pero también tenemos puntos de salud mental, que bajan a medida que nuestros personajes reciben daño, y que provocan que se pongan rabiosos si todo está perdido. Debo decir que ahora mismo solo me viene a la mente otro juego más que cuente con esas mecánicas de salud mental, y es Eternal Darkness: Sanity’s Requiem. ¿Es que nadie piensa en la cabeza de nuestros protagonistas? Por otra parte, también tenemos que tener en cuenta la malicia de los personajes. Es otro medidor que aumenta con el odio hacia los enemigos acumulado, y que cuando llega a su límite provoca que las puertas del infierno se abran y que aparezca La muerte. La única forma de reducir la malicia es acudir al cementerio que alberga Yuri en su mente y acabar con una variedad de monstruos que son pura malicia.

 

Shadow Hearts se merece mi recomendación más sincera. Es una delicia poder repasar estos juegos, al menos por encima, para descubrir mecánicas y formas de afrontar la interactividad de cada juego o, cuando se tercia, la historia, y es sorprendente encontrar títulos que hace años ya trataron de salirse del molde pero que no se conocen tanto. Tanto si os gustan los JRPG como si solo sois estudiosos de los juegos, os animo a que os deis un paseo por el cementerio mental de Yuri y os trabajéis los reflejos combatiendo con el Judgement Ring. ¡El saber no ocupa lugar!


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