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MGReplay | F-Zero GX

¡Velocidad absurda!
Martes 30 de Junio de 2015 por Diego Emegé

En 2003 la franquicia de carreras más frenética de Nintendo regresó con estilo y cruzando la puerta grande a toda velocidad. Por primera vez fue Sega quien se ocupó de montar la fiesta, a través de su estudio Amusement Vision, y fue la primera colaboración con Nintendo después de que dejaran el mercado de venta de hardware.

 

F-Zero GX nos anima a codearnos con hasta 30 pilotos de carreras futuristas para competir a bordo de vehículos más cercanos a naves espaciales, capaces de sobrepasar los 1.000 kilómetros por hora mientras se agarran a las pistas más locas y repletas de bucles de toda la galaxia. Históricamente, la Fórmula Zero es la más mortífera, dada la cantidad de trampas que hay en los circuitos y, ya en el caso de GX, por la habilidad que tienen los corredores de embestir o realizar ataques giratorios para echar a sus contrincantes fuera del trazado.

 

 

Pasar la meta después de la primera vuelta nos garantiza el acceso al turbo (lo comento por si alguien es ajeno a la franquicia, leñe), y aquí es donde empieza lo divertido, no solo por tener que gestionar nuestros reflejos al máximo, sino también una barra de energía que disminuye tanto al meter el turbo como al recibir golpes. En los trazados siempre hay bandas de energía que recargan nuestras barras, por lo que la estrategia dentro de las carreras es algo muy importante.

 

Pero para entender la estrategia al completo hay que tener en cuenta que la elección de piloto es tan crucial como estar despiertos y sin parpadear al correr. Como decía más arriba, el juego nos da a elegir entre 30 pilotos, que van desde el icónico Capitán Falcon a Dr. Stewart, pasando por los excéntricos Octoman o Beastman. Las estadísticas de cada vehículo son únicas e intransferibles, y por ello no se puede tomar a la ligera la elección. Amusement Vision logró equilibrar muy bien los vehículos, y no hay uno especialmente mejor que el resto, sino que se adaptan al estilo de juego o a la estrategia que tengamos planteada.

 

 

Antes de cada carrera también tenemos la opción de ajustar el equilibrio entre velocidad punta y aceleración, y es lo mejor si queremos seguir con un mismo piloto sin perder la oportunidad de adaptarlos a cada circuito. No es lo mismo una pista repleta de líneas rectas y curvas amplias que otra con curvas cerradas con obstáculos cada 100 metros y cambios de rasante pronunciados. Aprenderse los trazados es una de las partes más importantes de F-Zero GX, como en todo juego de carraras, pero en este caso la labor es de lo más complicada, porque en ocasiones desafían la lógica espacial y física, pudiendo encontrarnos saltos, loops, zonas minadas, láseres, etc.  A veces solo el hecho de llegar al final del recorrido ya es un logro, y la mitad del tiempo nos saldremos de los límites por no poder procesar las velocidades que se alcanzan.

 

Si hay algo que siempre me gustó de GX es la cantidad de modos que tenía, y que ha llegado a alargar la experiencia hasta la actualidad: Grand Prix, Historia, Prueba Contrarreloj, Batalla VS, Práctica y el modo personalizado. El juego principal se desarrolla en el modo Grand Prix, donde podemos optar a tres copas (rubí, zafiro y esmeralda) y una cuarta por desbloquear. Cada una cuenta con cinco carreras por las que se nos otorga una puntuación según el puesto en el que las acabamos. Así, el que más puntos tenga después de todo, se lleva la copa, así como unos tickets que podemos canjear por nuevos pilotos, partes para los vehículos y capítulos para el modo historia.

 

 

El modo historia nos permite seguir los pasos de Capitán Falcon a lo largo de nueve episodios desafiantes aderezados con escenas cinemáticas. En esencia, cada episodio nos propone un reto de carreras, generalmente correspondiente con alguna de las mecánicas de F-Zero. Siempre recordaré un reto en especial que debí de repetir unas 100 veces antes de completarlo. Era una línea recta que representaba la única salida de una fábrica a punto de explotar. El recorrido estaba plagado de gruesas columnas y de puertas cerrándose, y para salir con vida era casi necesario confeccionar una coreografía ajustadísima. Los nuevos elementos lúdicos mantenían la experiencia fresca, pero las cinemáticas eran y siguen siendo tontísimas. Para amantes del cine de acción más ochentero, no obstante, las risas están aseguradas.

 

F-Zero GX no es un juego fácil. Para nada. Puede resultar tremendamente frustrante y a ratos imposible, pero siempre se acaba volviendo a por más, porque solo mediante la perseverancia e sacan buenos resultados. Es una de esas experiencias en las que la recompensa es gratificante solo porque el castigo por intentarlo es mil veces más doloroso. Quizá por eso no sea un título para todos los jugadores, pero aquí no tenemos miedo, ¿verdad? Además, el equipo de Amusement Vision logró montar un esquema de control muy preciso y asequible para todas las manos, incluso para aquellas que llevaran horas jugando.

 

 

A nivel visual y sonoro, el juego da la talla a un nivel brutal. Todo se presenta como futurista, cañero, exagerado y explosivo, pero lo hace de una forma que engancha y atrae, con una banda sonora muy funcional, pero que llega a ser pegadiza y algunas de cuyas pistas se ganaron el apelativo de inolvidables. El apartado visual también es arrasador e impresionante, haciendo especial hincapié en los efectos visuales, pero también, aunque vayamos a 2000 por hora la mitad del tiempo, logra aportar todo un entorno que aporta atmósfera y contexto desde el fondo.

 

F-Zero GX entiende lo que es la velocidad y cómo hacerla divertida, y es, de lejos, el mejor juego de carreras que vio GameCube y uno de los más bestiales que aún hoy os podéis echar encima. Sega, a través de Amusement Vision, sacó lo mejor de la franquicia confeccionando una experiencia elegantemente ajustada. Puede que la dificultad no esté a la altura de todas las paciencias, pero los que tengan la habilidad y un mínimo de aguante, los disfrutará enormemente. Daos el gustazo sea como sea. No sabemos cuándo volveremos a ver un F-Zero.


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