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MGIndie | Layers of Fear

El pavor como materia pigmentaria
Sábado 05 de Septiembre de 2015 por Diego Emegé

A quien se le ocurriera el título de Layers of Fear es un mamarracho. Lo digo sinceramente. ¿Sabéis ese momento en el que os paseáis por Steam buscando un buen juego de terror y os encontráis juegos con títulos en la línea de Cry of Fear, Hell in a Room o Jumpscare: A Horror Game? Ponerle a un juego de terror un título tan obvio es como llamar Tórtolos a una película romántica o Al final se corre a una porno. Un Layers of Fear lo único que me puede dar a entender es que me van a contar la terrible historia de un diseñador gráfico a merced de un cliente indeciso. Esto podría darme para un texto aparte, pero estoy aquí para hablar de mi experiencia con el último juego de terror que me ha llamado la atención.

 

Había leído por internet que el de hoy es un juego de terror que merece la pena, a medio camino entre Gone Home y P.T. En un primer momento me lo he pensado dos veces antes de efectuar el dispendio, especialmente si tenemos en cuenta que se trata de un juego aún en desarrollo, pero echo tanto de menos cagarme de miedo que he caído. Vaya pasada —lo primero que he pensado—, y ¿esto está hecho con Unity? —lo segundo.

 

 

Efectivamente, Layers of Fear entra por los ojos como ya lo hizo P.T. (el mejor simulador de frutas podridas de la historia), y desde el primer minuto nos atrapa como imbéciles con algo tan sencillo y tan complicado de llevar a cabo como un apartado artístico sublime. La acción (o, más bien, caminata) transcurre en una mansión, que resulta ser la nuestra. Somos un pintor cojo con serios problemas para distinguir la realidad de su mundo interior, ya sea su poderosa imaginación o los recuerdos de su tormentoso pasado. Al igual que Gone Home, la experiencia comienza como simulador de apertura de puertas, cajones, armarios, etc., de manipulación y observación de objetos en tres dimensiones y también como simulador de «dejar todas las luces encendidas, que tengo miedito».

 

No obstante, donde Gone Home se desmarcó del género de terror para contarnos una tierna y triste historia, Layers se mete de lleno en el género que su pobre título evidencia, aprovechando absolutamente todas las cartas fuertes de la baraja: sustos, sonidos fuertes, ambigüedad visual, contrastes lumínicos, una ambientación de película y cuadros de caras, muchos cuadros de caras. Así, pasamos de una mansión abierta a una serie de pasillos en los que nuestra interacción pasa a ser mucho más controlada y dirigida. El desarrollador sabe dónde vamos a mirar, porque lo ha preparado todo para que hagamos exactamente lo que quiere.

 

 

De esta forma, comenzaremos nuestra «aventura» entrando por una puerta, pero no sabemos ni dónde hemos entrado ni cómo saldremos de allí hasta que hayamos pasado por los resortes de programación que nos han dejado ocultos. Esto es exactamente lo que tengo en la cabeza cuando juego a Layers of Fear (ya son décadas en esto del terror), pero, con todo, los muy puñeteros de Bloober Team han logrado que se me acelere el ritmo cardíaco en muchas ocasiones, y eso, amigos y amigas, es un logro. Esto lo digo para el que busca el susto, pero para el que busca una sensación más general, debo decir que con Layers me quito el sombrero.

 

Obviamente, el juego dosifica las exposiciones a la realidad que oculta esa mansión y a los horrores que oculta esa realidad. De esta forma, comenzamos asistiendo a ciertos sucesos sobrenaturales, luego nos encontramos observando lo surrealista, luego lo sangriento, lo grotesco, lo terrorífico… Lo que se intuía aparece delante de nuestras narices… Es una forma clásica de generar un interés en el espectador, y aunque muchas veces a exponer, al revelar, se suele provocar un sentimiento de liberación y luego de relajación en el espectador, en el caso de Layers of Fear la atmósfera, el contexto y el subtexto de lo que nos están contando nos mantiene totalmente enganchados a la historia.

 

 

Vaya sorpresa. Lo normal al enfrentarse a un juego inacabado es esperar fallos e inconsistencias que impidan disfrutar de la experiencia plenamente hasta que el desarrollo haya llegado a su fin. En el caso de Layers of Fear, la masa está tan bien horneada que me sorprende que el pan pueda llegar a saber mejor: la corteza se ve bien tostada, y es lo que más se queda en el paladar después de darle un buen mordisco, pero la miga es jugosa y muy sabrosa, y en boca tiene una textura densa. La experiencia acaba muy bruscamente, y sé que los desarrolladores quieren añadir más habitaciones, pero tal y como se vende ahora mismo en Steam es un bocado perfecto por sí solo.


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