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MGIndie | Castle Crashers

La amistad se mide con los mandos.
Sábado 10 de Enero de 2015 por Diego Emegé

Hace años —hablamos del 2004—, el animador Dan Paladin y el programador Tom Fulp mostraron hicieron sus pinitos en el mundo de las consolas con Alien Hominid después de que el juego se llevara las alabanzas de muchos usuarios de Newgrounds.com. Tras cuatro años amontonando y ordenando los diferentes billetes que consiguieron, decidieron lanzar Castle Crashers, su segundo side scroller y un sucesor espiritual de Alien Hominid.

 

Salió en 2008 para el Xbox Live Arcade, y el juego nos permite jugar como uno de cuatro caballeros con cuatro habilidades mágicas distintas: rayo, hielo, fuego y veneno. Nuestra misión es tremendamente simple. En el castillo del hechicero malvado están hasta cuatro princesas y una gema mágica gigante. Tenemos que abrirnos paso por el reino a hostia limpia para llegar y propinarle la última hostia al hechicero para recuperar nuestra gema y nuestra vida sexual (esto es una presunción personal).

 

 

El diseño de mecánicas no se la juega, es simple y eso se agradece, y el apartado visual es colorido y facilón, apuntando sus intenciones a las grandes animaciones satíricas de la historia con una mezcla de dibujo animado con representaciones de humor adulto —aunque no tan maduro. Los controles son fáciles de pillar, sobre todo si tenemos en cuenta que al principio solo se usa un botón para «dar hostia con palo». A pesar de lo simple que pueda resultar la experiencia de Castle Crashers, como juego arcade tiene mucho que aportar en cuestión de contenido, especialmente coleccionables, como los 19 personajes que pueden desbloquearse y que van desde los propios enemigos del juego a un caballero especializado en dar estopa… y que solo puede conseguirse si no usamos la magia en los dos primeros niveles. Eh… alerta de spoiler y tal.

 

Además, hay decenas de Orbes animales que pueden actuar como pequeños compinches que podemos encontrar en algunos rincones de los niveles y que tienen efectos diferentes según cada orbe. Tenemos el búho, que nos trae comida para curarnos en plena partida, por ejemplo, o el oso bipolar, que ataca tanto a enemigos como a amigos con poca vida. Este segundo orbe es un elemento reflejo del estupendo humor que caracteriza al título y que fomenta las partidas frenéticas y de colegueo sano. Pero aún hay más, como las más de 70 armas que podemos encontrar: entre hachas, espadas y otras más exóticas, como el pez congelado o la pata de esqueleto.

 

 

Paladin y Fulp supieron crear un juego extraordinariamente divertido en el que las normas no eran corrientes y en el que los personajes se veían envueltos en unas situaciones tremendamente estúpidas, pero Castle Crashers consigue que queramos entrar a jugar en los términos en los que se expresa, con un carácter único. Lo mejor del título es que es de los pocos juegos «recientes» catalizadores de jolgorio, fiesta, guateque, o como queráis llamarlo, y lo hace con un sentido de la diversión y la comedia no muy refinados, pero acertados. Por desgracia no creo que mucha gente tenga más de dos mandos para aprovecharlo al máximo, y me gustaría creer que algún día los desarrolladores dejarán de prestarle tanta atención al online. Con lo sano que es verse las caras… Castle Crashers, damas y caballeros, diversión desternillante por 12 euros.


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