Mejores videojuegos del año 2018 según Julián Plaza
No hay año que no esté lleno de sorpresas en nuestro mundillo. Este no ha sido una excepción, y quien más quien menos ha podido encontrar aquella joya reconciliadora, aquella pizca de genialidad que demuestra que todavía hay gente empujando para que nuestro medio avance, derrumbe muros y cruce nuevos horizontes.
Sin embargo, 2018 también ha acogido lanzamientos con unos niveles de exigencia y ambición inauditos. Juegos destinados al trono, melocotonazos anticipados que muchos ya encumbraron incluso antes de llegar a las tiendas. Tampoco se equivocaron. Esta lista intenta recoger un poco ambas realidades, resultando en un colorido top 10 en el que sí, hay ausencias, pero también espacio para juegos muy distintos. Incluso para la VR, la encargada de abrir la lata.
Puede que sea pronto para decirlo, pero creo que PlayStation ha encontrado su Mario. El plataformas logra reinventarse (otra vez) con una aventura de realidad virtual en la que tenemos dos objetivos: manejar a un pequeño robot y ser el que lo acompaña. Cada nivel es un experimento en el que se exploran los usos que la perspectiva y el vaivén de nuestra cabeza pueden tener en la experiencia. El resultado es un continuo alud de sorpresas salpicadas de humor y carisma.
Hablar del mejor desarrollo español de la última década es quedarse corto. El trabajo del equipo comandado por Conrad Roset es una obra de arte en mayúsculas, un videojuego en el que cada apartado se funde armoniosamente con los demás para hacer que arte, música, diseño y mensaje caminen juntos hacia un mismo lugar. Es un metroidvania que no reinventa nada, pero pocos lo hacen tan bien como él.
Las bestias del subsuelo quieren destruir el mundo y nuestros últimos bastiones son un trío de mechas y la capacidad de retroceder en el tiempo. Bajo esa premisa se desarrolla un juego de estrategia por casillas donde toca medir muy bien cada movimiento, porque los errores se pagan caros. Hay que hacer sacrificios, decidir quién se salva de esa línea temporal para ser más fuerte la próxima vez y volver a intentarlo. La historia de cuando Rogue, Final Fantasy Tactics y XCOM se conocieron.
Otro imprescindible de la realidad virtual (puede jugarse sin gafas), solo que esta vez se basa en un clásico que existe sin ella desde hace más de tres décadas. Aquí este incombustible se convierte en un viaje sensorial con niveles temáticos y una fluidez envidiable. Cada ficha y cada línea se coordinan con el escenario y la banda sonora para ir al unísono, para hacernos directores de orquesta y a la vez espectadores desconocedores de lo que está por llegar. La nueva y mejor manera de jugar a Tetris.
El mejor juego musical desde los tiempos de Guitar Hero y el mejor arcade para la VR, a la vez. Con un sable láser en cada mano toca ir cortando bloques y fundirse con unas pistas que van desde el drum’n bass hasta el K-POP, todo con el propósito de elevar los niveles de motivación hasta cumbres inexpugnables. Es de aquellos que hay que probar para entender lo bien que funciona, y las gotas de sudor son prueba de que lo hace.
Varios años de acceso anticipado y un magnífico feedback de la comunidad han dado lugar al mejor juego de exploración vertical del año. A priori se vende como un survival de temática acuática, pero poco tardas en descubrir que Subnautica se guarda muchas cartas bajo la manga. Tomando cosas prestadas de Terraria y Minecraft, se las idea para diseñar su propia fórmula incorporando pizcas de misterio y terror. Sus primeras sorpresas son de lo mejor en su género.
El mejor plataformas 2D indie de los últimos tiempos no lo es por casualidad. Merecería entrar en esta lista solo por su sistema de control, preciso y visual, y por su diseño de niveles, reimaginado mil veces y con un escalado envidiable. Pero es que, además, aprovecha sus herramientas para contar una historia íntima sobre la depresión que se queda contigo.
La serie de Toriyama se merecía este juego. Aún con cosas mejorables, el trabajo de Arc System Works logra poner a Goku y compañía en el panorama de los eSports, con un videojuego que traslada la serie a lo interactivo sin perder una pizca de lo que hacía especial al anime. No hay que desmerecer el valor de acogida de Dragon Ball FighterZ, porque ha sido una enorme puerta de entrada de nuevos jugadores en el entorno competitivo. Con él he entendido mucho mejor los fight games y sigue dándome razones para volver.
Un ejemplo mayúsculo de reinvención. Cuando parecía que Kratos ya no tenía nada más que contar, Cory Barlog se ha sumergido en las entrañas del espartano para dar con una historia humana, íntima. Podría mencionar la relación con su hijo Atreus, la locura de haber logrado que todo quepa en un único plano o lo bien aprovechadas que están las mecánicas con el hacha, pero este segundo puesto es por mucho más. Parecía que God of War solo podía quitarte el aliento a base de acción, y aquí lo consigue haciendo lo contrario. Pero tranquilidad, que de hachazos hay unos cuantos.
Que el estudio responsable de GTA sea capaz de apostar por un desarrollo con unos ritmos casi antagónicos a los de esa serie y que lo haga, a la vez, con su proyecto más ambicioso, me parece un logro en sí mismo. El oeste de Arthur Morgan es inconmensurable y no por su extensión, sino por la belleza que encuentras en los pequeños momentos, en las sutilezas de lo mundano, en la representación de la vida en el oeste en su expresión más cruda, pero hermosa a la vez.
Sí que hay tiempo para asaltar el tren del dinero y robar varios puñados de dólares, pero sería la historia de siempre de no ser porque aquí peleas junto a tu familia, acompañado de quienes te dan los buenos días, salen a cazar contigo y te acompañan con el café. Red Dead Redemption 2 es un videojuego con una ambición y un presupuesto sin precedentes que se ha atrevido a huir de lo que se esperaba de él, y creo que la jugada no podría haber salido mejor.
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