¿Qué hubiera pasado si Super Mario Bros nunca hubiese visto la luz? ¿Tanto habría cambiado el mundo de los videojuegos? Sinceramente, yo creo que no. Es una opinión completamente personal (que de eso se trata este espacio), pero me da la impresión de que alguien, antes o después, hubiese inventado algo parecido. En cualquier caso, de lo que no hay duda es que ciertos juegos han cambiado y orientado esta industria como auténticos gurús del ocio electrónico.
¿Qué hubiera ocurrido si Tomb Raider jamás se hubiese desarrollado? ¿Cómo habría sido la época de los salones recreativos sin Double Dragon?
Si uno echa la vista atrás, es fácil darse cuenta de qué lanzamientos han ido marcando el porvenir de este mundillo. Las influencias de Call of Duty, Halo, God of War, Devil May Cry, Street Fighter, etc. son realidades que notamos, aceptamos y jugamos día a día. Y ya las conocemos; están claras. Pero ahora bien, ¿imagináis un universo alternativo en el que otros títulos hubiesen realmente marcado las tendencias actuales? Como si se tratara de un efecto mariposa, ¿cómo serían los videojuegos si otros lanzamientos convertidos, por el conformismo de la industria y la indiferencia de los usuarios, en meras anécdotas a pie de página hubiesen marcado el camino a seguir?
En 2001, cuando jugué a Max Payne (al primero), un título apoyado por la industria y el público en su momento, tuve claro que ahí estaba el futuro. Pensé que Max Payne, con sus flashbacks, su profunda narrativa, sus personajes carismáticos, sería la referencia de una nueva generación de juegos. Me equivoqué estrepitosamente. Hoy, diez años después de su lanzamiento, su influencia en la industria ha sido prácticamente nula, hasta el punto de que ni siquiera sus secuelas le han hecho sombra. Drogas, sectas, asesinatos, infidelidades, satanismo real… todos estos siguen siendo temas tan convencionalmente evitados ahora como lo eran antes del juego.
Otro buen ejemplo podría ser Forbidden Siren (2004) Éste, pese a su endiablada dificultad, contenía elementos que en su momento me dejaron con la boca abierta: protagonistas con historias dramáticas y personalidades muy marcadas, acontecimientos vistos desde una narrativa revolucionaria, a través de diarios, un desarrollo realista, en el que uno se sentía realmente como un “superviviente” anónimo en mitad de una pesadilla. Cuando jugué a Siren, no me quedó ninguna duda que Resident Evil había muerto, y que una nueva generación de juegos de terror había nacido. Me volví a confundir.