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Analisis UnEpic PC

Lunes 28 de Noviembre de 2011 por Raúl F. Rosso
Realizar un videojuego y encargarse de todas las facetas del desarrollo uno mismo es una idea romántica que se remonta a décadas pasadas. Jóvenes escribiendo código en una buhardilla, capaces de parir ellos solos un producto completo en unos cuantos meses dedicándole todo su tiempo a esa tarea.

Ha llovido mucho desde entonces, y aunque no todos los días pueda aparecer un nuevo Alexey Platijnov que sea capaz él solito de sacarse de la manga un Tetris, los juegos Indie nos han devuelto la esperanza de ver estas humildes proezas en la actualidad. UnEpic ha sido el último juego en recordárnoslo, producto patrio de primer orden desarrollado por alguien con un tesón y determinación que más quisieran otros estando como están las cosas hoy en día.

Francisco Tellez ya tenía rodaje en esto del desarrollo de software lúdico, habiendo trabajado como programador en grandes y pequeñas compañías, pero nunca abandonó el sueño de crear un videojuego sin las presiones y condicionantes conceptuales del mercado. UnEpic nació como eso, un juego que no tuviera que rendir cuentas ante nadie pero que tuviera todo el derecho de ser un producto comercial que resultara fructífero. Las referencias son claras, aparentemente estamos ante una mecánica heredada en lo estético y jugable del clásico The Maze of Galious de MSX, pero hay mucho más que esa fachada al rascar sobre la superficie. Esa coletilla tan recurrente de ?metroidvania? resulta manida a la hora de describir un desarrollo, pero es la mejor definición de la idiosincrasia del juego: recorrer laberínticos escenarios e ir investigando y descubriendo nuevas áreas de forma progresiva gracias a ítems que vamos encontrando por el camino a medida que hacemos misiones. Aplaudan esta capacidad de síntesis.

En serio, sorprende mucho UnEpic. No ya por sus gráficos, añejos sprites en 2D que lucen realmente bien sobre todo por haberse animado utilizando cálculos con OpenGL en vez de usar fotogramas independientes, sino por el completo interfaz y profundidad en la cantidad de acciones que podemos realizar. De hecho, además de las referencias mencionadas anteriormente, la forma de jugar recuerda a las posibilidades que podría plantear un rpg de la vieja escuela occidental. Varias decenas de armas y conjuros están a nuestra disposición, y nuestra pericia utilizando los atajos de teclado para ir alternando entre ellas es la clave para poder avanzar. Cada criatura es susceptible a ser atacada de diferente forma para maximizar el daño, y la estrategia a la hora de deshacernos de ellos tiene un peso más que considerable.

Y ahora viene el golpe de efecto. Como creación despreocupada que es UnEpic, la base argumental del mismo no tiene por qué rendir cuentas a nadie, de modo que la irreverencia y gamberrismo puede ser tomada por bandera sin repercusión alguna. Y eso es lo que pasa aquí. Nosotros controlamos a Dani, un trasnochado adolescente que tras pasarse con la cerveza mientras jugaba una partida de rol con sus colegas, acaba teniendo lo que parecen ser alucinaciones que le hacen vivir en el castillo de un mundo de espada y brujería donde se desarrolla la aventura.

Un Ash Williams venido a menos que no para hacer en sus chascarrillos todo tipo de referencias al rol, los videojuegos o el cine. Una pena que dichos chistes no estén a la altura, y lo que podría haber sido un simpático hilo conductor acaba convirtiéndose en puro relleno sin demasiada gracia. Para más inri, se pueden encontrar hasta faltas de ortografía en algunos textos, y eso en un título comercial, por muy indie que sea, es inconcebible. Aspavientos argumentales aparte, el juego está magníficamente calibrado en su concepción y progresión, así que salvo lo especificado en el párrafo anterior, estamos ante una obra tan profesional como cualquier otra de un estudio de mayor envergadura, por lo que el juego resulta divertido a todas luces. ¿He dicho luces? Pues qué bien traído. Resulta que mientras avanzamos por el juego, veremos todo el escenario a oscuras, de modo que solo podremos valernos de un mechero como nuestra fuente de luz.

A medida que avancemos, podremos encender candiles y antorchas para ir descubriendo los lugares que recorramos. Eso, unido a una inteligente distribución del mapa hace que el verdadero aliciente de UnEpic sea la exploración de todo el territorio de juego, completamente conectado pero con el ya mencionado progreso fraccionado a base de misiones previas que realizar e ítems que descubrir.

El juego es difícil en comparación con los niveles entre los que se mueve la industria actualmente. Aunque podemos elegir entre varios grados de dificultad, no hay concesiones al jugador, y de una zona inofensiva pasamos a otra endiabladamente complicada sin aviso previo. Hay algo de ensayo y error en la fórmula, al igual que en los combates con los bosses. Nada está hecho al azar, por lo que cada enemigo debe ser estudiado hasta dar con la mejor forma de acabar con él. Además, la ?ayuda? de la que disponemos no es precisamente útil. Al principio del juego tendremos la compañía de un espíritu que posee nuestro cuerpo y ejerce de anteposición al protagonista, dándonos pistas sobre lo que debemos hacer, aunque muchas veces sean falsas para fastidiarnos.

Un sistema de alquimia, otro de recetas, la posibilidad de encantamientos, la necesidad de distribuir puntos de experiencia entre distintas habilidades? Igual de chocante que la naturaleza del protagonista es la profundidad de las mecánicas propuestas. También es cierto que de alguna forma hay que incentivar las más de 15 horas que puede durar el juego, y que pueden ser unas cuantas más si nos entretenemos buscando por todos los recovecos armas e ítems ocultos. El castillo donde se desarrolla la aventura se divide en 13 áreas que llegan a sumar nada menos que 200 localizaciones, una burrada dada la unicidad del creador.

Y es que Tellez solito se ha encargado de las labores de programación, gráficos y música, tan solo delegando en otras personas las ilustraciones, dibujos de apoyo y la concepción de los enemigos finales. Por eso, resulta todo un orgullo poder ver en UnEpic, una nueva palmadita en la espalda a aquellos que con tesón siguen persiguiendo ese sueño de programar pequeñas maravillas en buhardillas oscuras con la única ayuda de sus conocimientos y aspiraciones. De hecho, esa coletilla de ?juego independiente? es terriblemente injusta, ya que no por pertenecer la autoría la obra a una persona ajena a algún gran estudio, deja de poder considerarse su creación un señor juego con el mismo derecho que cualquier otro. Y aquí estamos para defender eso.

NOTA FINAL: 7
7

/ 10


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