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Analisis The Revenant Prince ,PC

Un indie que no teme a lo políticamente correcto
Jueves 13 de Agosto de 2020 por Rebeca Escribano

A veces existen juegos con grandes ideas que se ven de alguna forma constreñidas por las limitaciones técnicas. Juegos, como The Witcher 1, que de alguna forma consiguen dar un golpe sobre la mesa a pesar de sus carencias debido a, sin lugar a dudas, limitaciones de personal y presupuesto. 

 

Esto es sin duda alguna lo que le ha pasado a The Revenant Prince: un juego desarrollado por el pequeño estudio Nomina Games cuya demo lleva abierta en Steam desde el 4 de enero de 2016. Hemos tenido que esperar hasta agosto de 2020 para poder introducirnos de cabeza en este juego que se propone, y lo consigue, plantear una historia adictiva fuera de lo más mainstream y convencional. 

 

De esta forma, The Revenant Prince te introduce en un JRPG que recuerda poderosamente al motor RPG Maker, en un mundo poderosamente dividido por la desigualdad. Tú encarnarás la figura de un joven amargado con la vida que decide unirse al ejército imperial como una forma digna de ganarse la vida para huir, de alguna forma, de su monótona vida en el monótono pueblecito cute de turno y de la monótona y platónica relación que mantiene con su mejor amiga. Y es que Nomina Games quiere que creas en estos primeros minutos de juego que te encuentras en un JRPG completamente prototípico, con sus mecánicas clásicas y sus carencias, incapaz de sorprenderte ante un nuevo héroe que tenga que salvar el mundo. 

 

 

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Tranquilo. No tardarás en descubrir que algo raro y brutal pasa con este juego. 

 

Troy (el protagonista), atenderá a su primera misión para el ejército imperial con otro grupito de don nadies como él. Y sin pretenderlo o esperarlo, convencido de que está luchando por el bien común y la paz, recibirá la orden de ejecutar una matanza en un pueblecito de vecinos inocentes. Ahí, expuesta sin ningún tipo de vergüenza y pudor, la imagen de la montaña de cuerpecitos de aldeanos asesinados, con la sangre manchando la nieve se te clava en la retina en el minuto uno y te anticipa lo que viene después. Evidentemente Troy es el protagonista, y eso te hace esperar que se comporte como el héroe que todos sabemos que en el fondo es. 

 

Pero entonces un aldeano superviviente sale del bosque. Te mira. Te suplica que le dejes ver si su mujer está en la pila de cadáveres.  

 

Tu comandante lo ve.  

 

Sonríe. 

 

Se acerca. 

 

Te pide que le dispares. 

 

Y el juego te hace cómplice obligándote a levantar el arma, apuntar a un grupito de píxeles que se estremecen y suplican en pantalla, y apretar el gatillo varias veces. 

 

 

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La historia parte de esta forma con un juego que parece sencillo, con una estética a lo píxel art poderosamente influenciada en Stardew Valley que, sin embargo, no se corta en absoluto al arremeter contra la integridad los niños, la pureza de las madres o incluso la bondad de una serie de humanos comprometidos por ideales políticos o sociales. Todo ello el juego lo envuelve en un arte delicadamente cuidado donde los escenarios recuperan pequeños detallitos típicos de los JRPG de vista isométrica más clásicos y al que le dan una vuelta para que comprendas, desde un primer momento, que existe una misión superior a la que estás viendo en un primer momento. De esta forma, cuando los personajes hablan, el diseño al más puro estilo anime está increíblemente cuidado de forma que, aunque carezcan de un abanico de animaciones como ocurre en las visual novels, nos permite hacernos una idea del detalle de cada uno de los personajes. 

 

The Revenant Prince va poco a poco complicándose para introducir en una trama cada vez más enrevesada, potente y adictiva, elementos que harán que pases por alto los pequeños defectos del juego. Una de ellas es una mecánica maravillosa que te permite perdonarle la vida a los enemigos con los que te encuentras, hasta tal punto que el farmeo puede realizarse igual de bien si los matas que si les perdonas la vida. Los enemigos, que pueden ir desde humanos hasta simples lobos u árboles antropomorfizados, suplican por su vida al final del combate y será tu decisión acabar con ellos o no. Al contrario que otros juegos que implementan estas mecánicas, The Revenant Prince no te penaliza en términos de ítems y experiencia cuando les salvas la vida, convirtiéndose en uno de los primeros juegos por el estilo que ha caído en mis manos y que habilita una vía pacifista.

 

 

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Evidentemente, el juego complica más las cosas. Pronto te introducirás en mecánicas potentes como los viajes en el tiempo, la elección de armas en combates por turnos ocultos o incluso en la toma de decisiones que cambiarán por completo el curso de la historia. No quiero estropearos la maravillosa sorpresa, desconcierto y horror que viví yo en ciertos momentos, así que os recomiendo darle una oportunidad. 

 

Pero como comentaba al comienzo del post, no es oro todo lo que brilla. The Revenant Prince tiene muchos pequeños errores de mecánicas que habría que pulir y que lo convertiría sin duda en una maravilla. Uno de los que más me chocó al principio del juego fue el hecho de que no mantiene la dirección de entrada > salida de un escenario a otro. Por ejemplo, si tomas el camino de la derecha en el pueblo, el mapa que se carga te mostrará en el cuadrante inferior centrado, de manera que hay una poderosa disonancia entre la dirección que has tomado y el sitio donde te encuentras. 

 

No puedes abrir el menú del juego mientras hay una conversación en curso (que las hay, y bastante largas, además). No hay forma de poner el modo autoplay, de manera que te obliga a mantener el botón sobre la tecla “enter” continuamente sobre el teclado. El diseño de los escenarios, aunque atractivo, es a menudo caótico ya que carece de las pistas visuales correctas para saber en qué dirección puedes llevar al protagonista para que te cargue una nueva pantalla y en cuál te toparás contra un muro invisible. Para más INRI, hay momentos en el que juego en los que no te queda nada claro qué tienes que hacer para que progrese la historia, y acabas teniendo que hablar con todos los NPCs del pueblo / aldea porque no cuenta con un diario o con la posibilidad de hablar con algún otro vecino que te dé pistas sobre por dónde debes ir.

 

La mecánica de exterminio / perdonar la vida es maravillosa, pero no la forma con la que está implementada. Después de acabar con la vida de un enemigo tendrás que esperar varios segundos para que este escape ya que no hay una opción en el menú para ser piadoso con él (pero sí para exterminarlo…).   

Las armas, aunque son un gran añadido debido al hecho de que cada una cuenta con tres habilidades, tienen la gran desventaja de que se equipan desde la propia mochila o bolsa de ítems. Esto hace que en una armería, cuando vas a comprar un arma nueva, no puedas comparar estadísticas con las que ya tienes. 

 

 

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Por último, pero no menos importante, el juego se me ha buggeado varias veces sin razón (algo que sin duda solucionarán estos días de lanzamiento) y no cuenta con la posibilidad de modificar las teclas de funcionamiento del juego. Para mover a Troy, tendrás que hacerlo con las flechas direccionales, las cuales encuentro mucho más incómodas que “w”, “a”, “s”. “d”.

 

Dejando eso de lado, The Revenant Prince es un juego magistral con una historia espectacular que recomendaré siempre a los amantes de los JPRGs. Creo sin duda que nos hemos encontrado a un indie, este año, que no teme mostrar matanzas y horror. 

7

/ 10


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