Analisis Shinobido 2 Revenge of Zen ,PSVITA

Los ninja vuelven a hacerse un hueco en el mundo del videojuego con la entrada de esta nueva generación de portátil. Una dura competición contra otro título, también del género, como es Ninja Gaiden, en el que el duelo de fama ya está desigualado. Shinobido 2 pretenderá levantar, siendo uno de los primeros del catálogo de Vita, el estatus de su primera parte, dotando a la experiencia del jugador, de novedades con el aprovechamiento de recursos de la plataforma.

 

El sigilo, un requisito fundamental, para abrirnos camino a través de esta aventura nipona. Debemos, como en la entrega anterior, asesinar, secuestrar, robar,… No hay duda de que la variedad de misiones es muy completa, en función al estilo y categoría de juego. Además nos veremos involucrados en una lucha entre clanes que, siendo cosa japonesa, va que ni pintado. Al comienzo, la aventura tiene un talante bastante atrayente, basado en la fidelidad de bandos. Así como ya veíamos en GTA 2, el cumplimiento de las misiones con cada uno de los clanes, lógicamente, perjudica a los otros clanes y provoca el desagrado de los mismos con nuestra existencia. Eso nos produce un sentimiento de responsabilidad y, por qué no, de empatía con nuestros contratantes, obligándonos a elegir entre unos y otros, para contribuir a su predominio.

 

La jugabilidad, aunque similar a la entrega de PS2, innova gracias a las ventajas que aporta esta nueva consola. La pantalla y el panel táctil, que nos aportan ventajas en movimiento y estrategia, nos permiten controlar a los enemigos cercanos e interactuar con algunos objetos del inventario, como el gancho u otras armas arrojadizas. También dispondremos de explosivos, venenos y otros útiles que facilitarán el diseño de nuestras artimañas. La variedad de útiles, que podremos obtener en la tienda tras cada misión, le pone más en el rumbo del Rol de acción, sobretodo si contamos con el sistema de niveles y habilidades que nos permiten ir mejorando las cualidades de nuestro personaje. El hecho de obtener artículos en la tienda o encontrarlos en nuestro camino, nos sirve para desarrollar la alquimia. Confeccionar venenos, explosivos, packs de curación… Esta faceta de cocinero, se irá desarrollando a lo largo de la historia con nuevos objetos, plantas… No es una parte del juego muy elaborada ya que, en cierto modo, puede quedar relevado a un segundo plano.

 

La historia con su búsqueda de unos espejos de poder y la venganza por la muerte de nuestra compañera, nos va desvelando poco a poco los planes del bando ninja enemigo.Puede que en este tipo de juegos siempre tendamos al tópico por su facilidad o simplemente por costumbre. El caso es que durante todo el juego tenemos la sensación de haberlo jugado ya en más de una ocasión. Esta sensación se acentúa aún más cuando, misión tras misión, comprobamos que los escenarios son de una similitud sorprendente (por no decir que son los mismos). 

 

En cuanto a la jugabilidad, encontramos acciones típicas del título, caminar con sigilo, la carrera rápida, ataques por sorpresa, a distancia y poseemos unas habilidades, que podríamos catalogar como mágicas que nos permiten, cuando nos encontramos a cierta distancia de un enemigo y teniendo un mínimo de la barra llena (este nivel de barra, dependerá del enemigo a quien nos enfrentemos), pulsando unos botones, realizaremos un ataque acrobático que dejara KO a nuestro enemigo. Los combates con la espada, son un recurso que, por planteamiento del juego, deberemos evitar en la medida de lo posible. Se nos recompensa por ser sigilosos y pasar inadvertidos.

 

En conjunto, Shinobido 2, muestra un problema para el jugador.Resulta monótono y repetitivo, con sus escenarios, todos iguales. La forma en que entramos en las misiones y nos desenvolvemos en ellas, nos produce la sensación de hacer todo el tiempo lo mismo. Es cierto que el juego trata que interactuemos al máximo con el entorno, aprovechando las características de Vita, utilizando la pantalla táctil o el panel trasero. Es sencillo de manejar y muy cómodo, pero la sensación de falta de variedad y de encontrarnos en Dogville pesa demasiado. 

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