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Analisis Puddle ,PC,PS3,X360

¡Esh una fieshta!
Lunes 07 de Diciembre de 2020 por Adrián Suárez Mouriño

Cuando uno se pone a leer manuales sobre diseño de videojuegos, la implementación de físicas realistas en éstos es uno de los factores más importantes a la hora de encandilar al jugador. En su momento, el hecho de ver cómo una caja caía acorde a su forma y peso tras ser empujada desde una cornisa elevada resultaba de lo más sugerente hasta el punto de que últimamente se hace casi indispensable que un título haga uso de estos menesteres para resultar atractivo.

 

Nos vemos subconscientemente atraídos por las representaciones digitales realistas de las leyes de la naturaleza, una inexplicable sensación de placer que podemos asociar a diferentes experiencias. Recuerden Half Life y el gustirrinín que nos daba eso de mover cajas y bidones para resolver un puzzle. O siendo más contemporáneos, pensemos en la experiencia que reportan las pantallas táctiles de dispositivos móviles a la hora de interactuar con elementos de este tipo. 

 

Tirar pajaritos con un tirachinas para destrozar estructuras resulta divertido simplemente por el mero hecho de ver cómo se destruyen, lo que viene a ser contemplar cómo afecta nuestra influencia a un entorno en constante evolución con respecto a factores externos. Ahora centrémonos en una de las vertientes más sugerentes, la termodinámica, y en consecuencia, en el título que tenemos entre manos. 

 

Para los menos avispados con los idiomas, Puddle significa charca, pequeña acumulación de agua estancada, siendo ese el elemento fundamental de la experiencia que se nos presenta. El asunto es tan simple como utilizar ambos gatillos de nuestro stick para girar el escenario al completo, de forma que podamos dirigir una pequeña cantidad de líquido hacia el lugar que deseemos. Y poco más. 

 

Utilizaremos los gatillos de nuestro stick para girar el escenario

 

Es el camino del héroe cambiando a un fornido personaje por unos mililitros de café. En 2010 se estrenó en los circuitos independientes una película llamada Rubber, que narraba las aventuras de una rueda de coche con vida propia que iba recorriendo Estados unidos mientras provocaba una cadena de acontecimientos totalmente inverosímil para un objeto inerte. A eso me recuerda lo que tenemos entre manos. El asunto comienza con un vaso de café que se derrama y acaba cayendo por el desagüe, siendo nuestro cometido el de ir preservando dicho líquido mientras recorre su propio camino del héroe, con la diferencia de que en este caso, no existe motivo ni finalidad para la realización de este recorrido. Es una mera excusa. 

 

Hay un terrible error con Puddle, posiblemente fruto de su estética cercana a otras obras indie de diferente corte. Esa apariencia oscura, sombría y simplista puede recordar a cosas como World of Goo o Limbo, pero ni mucho menos en cuanto a su planteamiento. Puddle no es un título de puzzles, sino de habilidad. Esa es la cruda realidad y el mayor lastre del juego, el no saber venderse como lo que es y toparnos con un devenir jugable inesperado que no acompaña

 

Como les he descrito anteriormente, la cosa va de dirigir por túneles y diversas superficies una cantidad de líquido de forma que lleguemos al final de cada nivel sin que éste se haya mermado a causa de factores externos como el calor o simplemente, haberse quedado atascado en alguna sección del recorrido. No existen desafíos mentales o puzzles enrevesados, de modo que tan solo nos limitamos a girar el escenario con el tacto suficiente para ir superando los obstáculos planteados. 

 

En la progresión de los niveles vamos contemplando un curioso efecto mariposa en el que unacontecimiento tan insignificante como que un vaso de café se derrama al suelo va desembocando en las peripecias del líquido por varios entornos diferentes. Del alcantarillado pasamos a la estructura de un calentador de agua, al jardín o a un laboratorio, amén de algunos inverosímiles lugares en los últimos niveles. El problema viene cuando esa progresión carece de sentido aparente y no es más que una excusa para hacer variar unos niveles que al poco tiempo empiezan a hacerse repetitivos. 

 

En la progresión de los niveles vamos contemplando un curioso efecto mariposa

 

Todo esto tiene una explicación. Neko Entertainment, los desarrolladores del juego, realmente crearon Puddle (o más bien una versión primigenia de éste) como un minijuego con el que participar en el certamen de desarrollo de videojuegos para la Game Developers Convenction 2010. De hecho, ganaron el concurso, y gracias a ello obtuvieron el suficiente éxito mediático para acabar publicando en los bazares online de rigor de la mano de Konami. Por eso da la sensación de estar ante una curiosa aunque simple idea que han pretendido estirar tanto que no es capaz de sustentarse durante todo el tiempo que jugamos. 

 

No existen modos de juegos alternativos, y el único elemento que podría haber resultado interesante está totalmente desperdiciado, pues el llamado “modo laboratorio" deja la posibilidad disponer de un potente editor de niveles en una tontería en la que tenemos poquísimo margen de maniobra. 

 

Por todo esto, Puddle no es capaz de funcionar debido a dos motivos fundamentales: El hecho de no suponer un desafío o reto mental más allá de nuestra habilidad con el stick y la incapacidad para sorprender en una sucesión de niveles sin ton ni son que no ofrecen apenas novedades a medida que avanzamos. Una pena. 

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